La Santa Compaña, un mito, que se pierde en la noche de los tiempos, pero que sigue muy arraigado en la cultura popular gallega, y vinculado a los cientos de cruceiros de Galicia. La leyenda también sigue viva en Asturias- La Güestia- y en el oeste de Castilla y León (provincias de Zamora y León) y Extremadura.
Existe la creencia en las ánimas y que éstas se manifiestan y tienen su vida después de la muerte.
En la oscuridad aparece una procesión de almas en pena, va encabezada siempre por un vivo, el primero que han visto esa noche, si desea librarse de ellos y abandonar tan tétrico cortejo debe entregar los atributos a otro mortal, o bien colgarlos al cuello de un perro y encerrarse en un arca llena de maiz.
La Santa Compaña está formada por ánimas que van en dos hileras, envueltas en sudarios, con las manos frías y los pies descalzos.
Cada fantasma lleva una luz, pero es invisible, sólo un olor a cera y un ligero viento son las señales de que está pasando la legión de espectros.
Al frente va un espectro de mayor tamaño, la Estadea. Algunas veces llevan un ataúd en el que va un familiar del que presencia el paso. Este no tarda en morir.
Puede suceder que el que encuentra el paso a altas horas de la noche se vea obligado a seguir al cortejo portando una cruz y un caldero.
El acompañante puede transmitir su "empleo" si en una de las excursiones de los difuntos se encuentra con otra persona.
Le da la cruz y el caldero y él queda libre mientras que la persona a quien se los ha dado es la que pasa a acompañar a los espectros.
A Santa Compaña
(poema celta)
Por veces recuerdo caminos perdidos
que sólo transitan personas heridas,
como almas en pena sin destino cierto,
largas procesiones que buscan la vida.
Marchan por la senda del silencio grave,
con la vista fija, sin decir palabra.
La gente del pueblo sabe de quien hablo,
sólo que la miran sin querer nombrarla.
Ambulan veredas de bosques cerrados
siempre acompañados de luna en menguante
y cruzan los surcos de trigales bajos,
viéndose a lo lejos como agonizantes.
Dicen que en las noches de niebla temprana
alumbran su paso con candiles tenues.
No se ven estrellas, los perros no ladran,
como por respeto a la santa compaña...
Cuenta la tradición popular que podrá librarse de ser capturada el alma del mortal que presencie la procesión si se sube a los escalones de un cruceiro o si porta una cruz y la exhibe a tiempo, también son protectores frente a la Santa Compaña hacer un círculo en el suelo y entrar en él, rezar y no escuchar el sonido que emite y sobre todo jamás aceptar la vela que nos tienda algún difunto de la procesión ya que de hacerlo formará parte de la Compaña.