miércoles, 18 de junio de 2014

"El chico y los frailes"





Un día iban tres frailes paseando por un camino estrecho con el sosiego de costumbre, cuando a lo lejos vieron venir un chico, y uno de los frailes dice:

--Veréis cómo nos vamos a divertir con aquel pequeño: le marearemos a preguntas y veremos qué es lo que contesta, que no dejará de equivocarse lo suficiente para que nos haga pasar un buen rato.

--Además, si sabe latín...

--Cá, no tiene trazas.

--Pues a ver si nos divertimos.

Siguieron los tres paseando, poco a poco; el chico iba hacia ellos bastante más deprisa. Llegan ya a encontrarse, da sus buenas tardes el muchacho y uno de los frailes le pregunta:

--¿Adónde va este camino?

--Este camino no va a ninguna parte, que se está quieto.

--(Chúpate ésa) -le dijo un compañero por lo bajo.

El fraile aquel ya no se atrevió a hacer más preguntas; pero otro le dice, así como para entrar en conversación:

--Oye, ¿cómo te llamas?

--Yo no me llamo, que me llaman a mí.

--(Y vuelve por otra) -le dice entre dientes el compañero.

No escarmentado el fraile con la rápida contestación del rapaz, aún se atrevió a preguntarle:

--Y, ¿cómo te llaman?

--A gritos, cuando estoy lejos -dijo sin turbarse.

--(Vuelve, vuelve por uvas) -dijo asustado el primer fraile. (Y decías que no sabía latín, ¿eh?).

Ya no quiso preguntarle cómo le llamaban cuando estaba cerca; y el tercer fraile, viendo las buenas salidas del perillán y juzgando por ellas que era un tuno como una loma, quiso decirle pillo preguntándole:

--¿Qué hacen en tu pueblo con los chicos que son tan pillos como tú?

Y contestó el muchacho.

--¡Meterlos frailes


lunes, 26 de mayo de 2014

"El celemín de trigo"

Había en un pueblo un molinero que medía el trigo que compraba con una medida que cabía un celemín, pero que era un poco mayor de la medida justa, y con eso les robaba un poco de trigo a los vendedores en cada medida.

Y tenía en su casa dos graneros grandes llenos completamente de trigo. Llegó el tiempo de la Pascua y se fue a confesar. Hizo un buen examen de conciencia y vio que no tenía que acusarse más que de estar midiendo el trigo con un celemín un poquito grande.

Y cuando llegó en su confesión al punto en que le preguntó el señor cura:

_ ¿Has hurtado alguna vez?

Dijo el molinero.

--Yo, nunca. Lo único que hago es que tengo un celemín un poco grande y como compro trigo, pues en cada medida me queda un poco de ventaja.

--Pues eso es hurtar. Y como todo lo que es hurto hay que restituirlo, y no vas a saber ni cuánto ni a quién se lo has de devolver, te vas a hacer otro celemín que le falte para la medida justa tanto como le sobraba al grande, y con eso vendrás a restituir todo lo que has hurtado.

El molinero prometió hacerlo así, le absolvió el señor cura, y al día siguiente ya se había hecho un celemín más pequeño.

Conque le llevó trigo un vendedor, se lo midió con el celemín nuevo, y se lo tuvo que pagar un poco más caro, porque había subido el precio del trigo.

Vino otro vendedor, también se lo midió con el celemín nuevo y se lo tuvo que pagar más caro, porque había subido otro poco más.

Y al año siguiente, cuando se volvió a confesar, le dijo el señor cura:

--¿Te hiciste el celemín más pequeño?

--Sí, señor, al otro día de confesarme hice un celemín más pequeño.

--¿Y lo has empleado todo el año?

--Sí, señor: pero lo que pasa es que después de comprar el trigo a dos que me lo vinieron a vender, como el trigo estaba cada día más caro, pensé que me convenía vender todo el trigo, y lo he vendido todo con el celemín pequeño.


Usada sobre todo para cereales y semillas. En Castilla, equivalía a poco más de 4,6 dm³ (litros).