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domingo, 9 de junio de 2024

El Coco enseña lecciones


 

El Coco, también conocido como "El Cuco", es una figura del folclore hispanoamericano y español que ha sido utilizada tradicionalmente para asustar a los niños y persuadirlos a comportarse bien. La leyenda del Coco tiene muchas variantes, pero generalmente se describe como una criatura que acecha a los niños desobedientes o aquellos que no se van a la cama a la hora debida.


Había una vez en un pequeño pueblo rodeado de montañas, donde los niños solían jugar hasta muy entrada la noche. Los padres, preocupados porque sus hijos no querían acostarse temprano, empezaron a contarles una vieja historia que había pasado de generación en generación.

"Cuando la luna llena brilla sobre el valle," decían los ancianos, "El Coco despierta de su largo sueño. Es una criatura sombría que se desliza entre las sombras, buscando a los niños que no están en sus camas. Sus ojos son como brasas ardientes y su aliento huele a hojas secas."

Una noche, mientras los niños jugaban en el bosque cercano, oyeron un crujido entre los arbustos. Recordando las historias, sus risas se transformaron en susurros nerviosos. El viento soplaba y las hojas secas parecían susurrar advertencias.

De repente, uno de los niños, Juanito, vio algo moverse en la oscuridad. "¡El Coco!" gritó, y todos los niños corrieron de vuelta al pueblo, dejando atrás sus juguetes.

Al llegar a sus casas, contaron a sus padres lo sucedido. Esa noche, ninguno de ellos necesitó que les recordaran la historia para irse a la cama temprano. Con el tiempo, todos los niños del pueblo comenzaron a obedecer más a sus padres y se aseguraban de estar siempre en casa antes de que el sol se pusiera.

Desde entonces, el Coco se convirtió en una leyenda que no solo infundía temor, sino que también enseñaba a los niños a respetar las reglas y a escuchar a sus padres. Y aunque nadie sabía si el Coco realmente existía, las historias sobre sus ojos ardientes y su aliento a hojas secas continuaron pasando de padres a hijos, manteniendo a los niños del pequeño pueblo siempre atentos y obedientes.


Este cuento refleja cómo las leyendas y mitos pueden ser utilizados para enseñar lecciones y valores a los niños, a través del miedo a lo desconocido.







domingo, 10 de febrero de 2019

EL GAFE ESTÁ GAFADO – CUENTO EGIPCIO



En la ciudad de El Cairo, el rey y su visir tenían por costumbre vestirse de campesinos para mezclarse con el pueblo y observar a sus gentes. Una noche, se detuvieron delante de la tienda de un pobre zapatero. El rey observaba la miseria con la que el hombre y sus hijos vivían, azuzados por el frío y el hambre. Un panorama desolador.  El rey se conmovió y mandó a su visir escoger el mejor pavo de palacio, cocinarlo, meter 100 piezas de oro dentro de él y a la mañana siguiente enviárselo al pobre zapatero. El visir entregó al día siguiente el pavo al zapatero, quién alababa y bendecía al rey: “¡Ojalá tenga un sitio en el paraíso!”.

Al lado del zapatero tenía su negocio un colchonero cara dura. Este, al oler el pavo y tras esperar que el emisario del rey se marchara, le propuso: “Te doy 50 piastras a cambio del pavo,y así podrás comprar pan para tus hijos durante toda esta semana”. El zapatero, sin saber el contenido del pavo, aceptó el cambio y el colchonero, por su parte, disfrutó del manjar y de la riqueza que, con sorpresa, descubrió dentro del pavo.

Tres días más tarde, el rey llamó a su visir y ambos volvieron a pasearse por las calles de la ciudad vestidos de campesinos. El rey decidió buscar la tienda del zapatero para ver cómo había cambiado su vida tras el regalo que le había hecho pero…desastre, nada había cambiado. El rey, descontento, ordenó al visir escoger esta vez una oca, cocinarla e introducir 200 monedas de oro en su interior para el zapatero. El visir entregó el regalo del parte del rey al zapatero, quien se deshizo en alabanzas hacia el gobernante. En cuanto el emisario se marchó,  el colchonero apareció de nuevo, ofreciendo esta vez una guinea con la que el zapatero podría alimentar a su familia durante dos semanas.

Una semana más tarde, el rey, vestido de hombre de campo, pasó de nuevo por delante de la tienda del zapatero, con la esperanza de verle transformado en un hombre próspero. Pero, de nuevo, todo seguía como siempre: el zapatero y sus hijos seguían tan delgados, hambrientos y sucios como al principio. El rey no comprendía qué pasaba y se enfadó. Esta vez ordenó enviar un carnero con 300 piezas de oro como regalo para el zapatero. Sin embargo, el regalo corrió la misma suerte que los anteriores. En cuanto el colchonero se percató, propuso al campesino comprárselo por una importante suma de dinero: 50 monedas de oro.

El rey, tranquilo y esperando merecer el paraíso por su generosidad, supuso que con 600 piezas de oro el zapatero habría podido renovar su vida y no le faltaría de nada ni a él ni a su familia. Sin embargo, por casualidad volvió a pasar, una vez más, por la tienda del zapatero…pero…¡Increíble! ¡La misma miseria, tristeza y suciedad de siempre! El rey montó en cólera y ordenó a sus soldados apresar al zapatero y llevarlo a palacio.

Allí el rey le dijo “Te he visto varias semanas con tus hijos en la tienda. Estabas en una situación de miseria absoluta. He querido ayudaros y os he enviado la primera vez un pavo asado con 100 monedas de oro dentro, después una oca con 200 monedas y por último un carnero con 300. Esperaba que de este modo tú y tu familia mejorarais vuestra situación, pero no ha sido así ¿qué has hecho con todo ese dinero?”. El zapatero confesó el destino de los tres regalos y el rey, cansado de todo el asunto, mandó llamar a su chambelán para que acompañara al zapatero a la cámara del tesoro y allí este se quedara con todo lo que quisiera, esperando que se volviera rico de una vez y mostrarse heroico y generoso ante sus súbditos.

El chambelán guió al zapatero por las inmensas escaleras que llevaban a la cámara del tesoro. Una vez en ella, el zapatero llenó su saco a espuertas con oro, joyas y gemas. Por fin sería rico. El chambelán cerró la puerta y los dos hombres se dispusieron a bajar las escaleras. El funcionario del rey iba primero y el zapatero detrás, pensando en todas las cosas que podría comprar con tanto dinero y arrastrando tras de sí su voluminosa carga.

Pero, de pronto, el zapatero tropezó y cayó arrastrando consigo el saco y al chambelán, con lo que los dos hombres murieron y el saco se rompió, dejando el suelo lleno de riquezas sin dueño. El rey, desesperado, vio que con su generosidad no había ganado ni un lugar en el paraíso ni una buena imagen en el reino, y exclamó:

Le malchanceux est malchanceux/ El que tiene mala suerte, tiene mala suerte

Même s’il a une lanterne/ Aunque tenga una linterna

Accrochée au derrière/ Enganchada al trasero

Quoi qu’il fasse, un jour il pétera/ Haga lo que haga, un día se peerá. (Se tirará un pedo)

Et la flamme s’éteindra!/ ¡Y la llama se apagará!



¿SABÍAS QUÉ…?

Un chambelán,  sinónimo de camarlengo, es un funcionario a cargo de un hogar. En muchos países este cargo está asociado a la residencia de los soberanos y es de carácter honorífico.

domingo, 3 de febrero de 2019

KANGADO Y EL REY – CUENTO PEUL (MALÍ)



Hace mucho tiempo, en un reino peul, vivía un rey al que le gustaba humillar a los intelectuales y maestros. El rey, llamado Soudain, tenía la costumbre de hacerles preguntas con el objetivo de mofarse de ellos si no encontraban una respuesta que le complaciera. Era tan irrespetuoso y vejatorio en su trato para con ellos, que muchos de estos sabios optaron por abandonar el reino. Estos preferían consagrar sus vidas a transmitir sus conocimientos en otro lugar que soportar las continuas ofensas del monarca.

Un día, el rey mandó llamar a una audiencia en palacio al viejo sabio Diouldé, uno de los más respetados del reino. Soudain, el rey, amparado por una multitud de consejeros y cortesanos le dijo a su llegada:

– Mis estimados vasallos, esta tarde tendré el placer de probar de nuevo que ningún hombre, sabio o maestro, puede descifrar mis enigmas.

Dicho esto, mandó a un sirviente traer un mortero con su correspondiente mazo y le preguntó a Diouldé:

– ¿De donde viene el ruido? ¿Del mazo o del mortero? ¿Y en qué proporción e intensidad?

El viejo sabio respondió:

– El ruido viene de ambos, pero sin estudiarlos no conozco, a priori, la intensidad.

El rey se echó a reír y empezó a mofarse del sabio, seguido por toda su corte. De repente, de entre la multitud surgió Kangado, el tonto del pueblo, y sin que a los guardias les diera tiempo a reaccionar, se acercó al rey y le abofeteó diciendo:

– ¡Majestad! ¿El ruido viene de mi mano o de vuestra cara? ¿Y en qué proporción e intensidad?

Sorprendido por este temerario gesto, el soberano y la corte se quedaron sin palabras y, tras un silencio interminable, Kangado exclamó:

– Hay que ser tonto para responder a ciertas preguntas absurdas.

Desde ese día, el rey dejó de humillar a los sabios.





¿SABÍAS QUÉ…?

Los fulani (también llamados fula, peul, fulbe) son el pueblo nómada más grande del mundo, cuyo origen es desconocido. Viven en África occidental. Son uno de los pueblos que más denominaciones recibe. Se autodenomina fulbe (en singular: pullo o foulah), aunque está difundido el nombre fulani con que le apelan los hausa y los pueblos del Sáhara, así como los exploradores y etnógrafos de habla inglesa. También es frecuente la denominación fulbe que les dan los mandé y la de peul que le han dado los wólof, la cual adoptaron los exploradores y etnógrafos de habla francesa.



viernes, 1 de febrero de 2019

LA HIJA DEL REY DEL MAR – CUENTO RUSO



Hace mucho tiempo, en la ciudad de Novgorod el Grande, vivía un joven músico llamado Sadko. Cada día, un comerciante rico o un noble enviaban un mensajero a la puerta de Sadko para que tocara en sus fiesta con su gusli de doce cuerdas. El anfitrión le invitaba a cenar y le pagaba unas pocas monedas y, con eso, el músico era feliz. A menudo, sus amigos le preguntaban cómo podía apañárselas para sobrevivir con tan poco.

“No es tan malo”, Sadko respondía, “y, de todas formas, ¿cuántos hombres pueden ir a una fiesta diferente cada día, tocar la música que les gusta y ver la sala entera llena de gente bailando?”

Sadko estaba orgulloso de su ciudad, la más rica y libre de toda Rusia, llena de comerciantes procedentes de lugares lejanos hablando sus exóticas lenguas. En los muelles, veía los veleros que luego cruzaban el gran puente sobre el río Volkhov. Contento, Sadko se preguntaba “¿Hay algún lugar mejor para vivir?”. Sin embargo, a veces Sadko se sentía solo. Las doncellas que bailaban con alegría su música en las fiestas a menudo le sonreían y coqueteaban con él, pero era pobre y, a la hora de la verdad, ninguna de ellas quería nada con él por mucho que les gustara.


Una noche solitaria, Sadko paseaba por la orilla del río Volkhov. Suaves olas rozaban la orilla y la luna brillaba en el agua.

“Mi precioso río Volkhov”, dijo con un suspiro, “hombre rico u hombre pobre, todo es lo mismo para ti. Si fueras una mujer, me casaría contigo y viviría contigo aquí, en la ciudad que amo “.

Sadko sacó su gusli y empezó a tocar una bella melodía. Las notas tintineantes del instrumento flotaban sobre el Volkhov cuando, de repente, una gigantesca figura salió del agua. Se presentó ante él un enorme hombre con una corona de perlas y una melena de algas.

“Músico”, dijo el hombre, “He aquí el rey del mar. He venido a este río a visitar a una de mis hijas, la princesa Volkhova. Tu dulce música nos llegó al fondo del río, lo que nos complació gratamente “.

“Gracias, Majestad,” tartamudeó Sadko.

“Pronto voy a volver a mi propio palacio”, dijo el rey, “y me gustaría que tocaras para mí en mi próxima fiesta.”

“Con mucho gusto”, dijo Sadko, “pero, ¿dónde está?, ¿cómo llego hasta allí?”.

“¡Bajo el mar, por supuesto!. Estoy seguro de que encontrarás el camino. Mientras tanto, te daré un adelanto por tus servicios”.

Algo saltó del río y cayó a los pies de Sadko. ¡Un pez con escamas de oro!

“Majestad, es usted demasiado generoso”

“¡No digas eso!” Dijo el rey. “La música tiene mucho más valor que el oro. Si el mundo fuera justo, tendrías enormes riquezas” El rey volvió a sumergirse en el río y desapareció.



A la mañana siguiente, Sadko vendió el pescado de oro y compró un billete de barco, dejando Novgorod aquel mismo día. Navegó a través del lago Ladoga, el Golfo de Finlandia y el Mar Báltico. “¿Cómo voy a encontrar el palacio?” murmuró Sadko.

En ese momento, el barco se detuvo como si una mano gigantesca lo hubiera agarrado. Los marineros y la tripulación se estremecieron de miedo.  “¡Tiene que ser el Rey del Mar!”, gritó el capitán, “tal vez busca un tributo…o a alguien de entre nosotros.”

“No se preocupe”, dijo Sadko, “sé a quién busca”. Y, agarrando su gusli, saltó del barco y se hundió bajo las olas. Bajo el agua apareció un palacio de piedra blanca.

“Llegas justo a tiempo”, dijo el rey,”Músico, ven a sentarte a mi lado y que empiece el baile”.

Sadko puso el gusli en su regazo y tocó una alegre melodía. Los invitados no paraban de bailar, todos estaban encantados con la música del humano, tanto que en un momento determinado el rey dijo:

“Músico, te casaré con una de mis hijas y viviréis aquí bajo el agua para siempre “.

“Majestad”, dijo Sadko, “bajo el mar vuestra palabra es la ley, pero esta no es mi casa. Me encanta mi ciudad, Novgorod, y quisiera pasar el resto de mis días en ella”.

“No aceptaré un no por respuesta”, rugió el rey, “prepárate para elegir a la novia. Hijas, venid aquí”.

Muchas ninfas y princesas marinas y fluviales desfilaron ante Sadko. Cada una era más hermosa que la anterior, pero Sadko, testarudo, no les prestaba atención.

“¿Qué pasa, músico?”, dijo el rey alegremente, “¿demasiado difícil elegir? ¡Entonces te casaré con la princesa Volkhova!”.

La princesa dio un paso adelante. “Querido Sadko, por fin podemos estar juntos. Durante años me has gustado en secreto y me he emocionado con la música que tocabas en mi orilla “.

“Volkhova”, Sadko dijo con asombro, “¡Eres tan hermosa como tu río!”.

La Reina del Mar, apiadándose del músico, se inclinó ante él y le dijo en voz baja: “Eres un buen hombre, Sadko, así que voy a contarte un secreto. Si alguna vez besas o abrazas a Volkhova, no volverás a la tierra de nuevo.”

Esa noche, Sadko yacía junto a su prometida en un lecho de algas. “Ella es tan hermosa”, pensó Sadko, “tan encantadora,… Es todo lo que soñaba. ¿Cómo podría no besarla o abrazarla?”. Pero una y otra vez el músico pensaba en las palabras de la Reina: nunca más volvería a tierra.

“Querido”, dijo la princesa, “¿por qué no me abrazas?”

“Es la costumbre de mi ciudad”, balbuceó Sadko, “Nunca nos abrazamos ni besamos la primera noche.”

“Entonces me temo que nunca lo harás”, dijo con tristeza Volkhova y se marchó.

Cuando Sadko se despertó a la mañana siguiente,  sentía la luz del sol sobre su rostro. Abrió los ojos y vio a su lado no a la princesa, sino la orilla del río Volkhov. Y, detrás de él, se alzaban los muros de Novgorod.

“Mi casa”, dijo Sadko y empezó a llorar, tal vez por la alegría de su regreso, tal vez por tristeza ante su pérdida o tal vez por ambas.

Los años fueron propicios para Sadko, quien se convirtió en un comerciante y, con el tiempo, en el hombre más rico Novgorod. Dicen que se casó con una guapa joven y tuvo familia. Sin embargo, a veces, en una noche tranquila, se sentaba solitario a la orilla del río y tocaba interminables canciones. Y también, a veces, una hermosa cabeza se elevaba desde el río para escuchar su música. O quizás fuera sólo el reflejo de la luna sobre el Volkhov.

FIN



¿SABÍAS QUÉ…?

Veliki Nóvgorod es el nombre oficial de la ciudad de este cuento.  Hasta el año 1478 la ciudad era llamada Señor Nóvgorod el Grande(Господин Великий Новгород).
El Gusli (en ruso:Гусли) es el instrumento de cuerdas múltiples más antiguo de Rusia. Su historia exacta y evolución son desconocidas pero puede que derivara de una forma bizantina de la kythare griega, que a su vez derivaba de la antigua lira.
Existen instrumentos similares al gusli por todo el mundo – el kantele en Finlandia, el kannel en Estonia, kankles ykokle en Lituania y Letonia. En los países árabes se encuentra el Kanun y la autoharpa en occidente. También es similar a instrumentos antiguos como el gu zheng de China y el koto de Japón.

jueves, 3 de enero de 2019

EL REY MIDAS TIENE OREJAS DE… – MITO GRIEGO



Cuenta la leyenda, que en la antigua Grecia había un rey, el rey Midas, y he aquí una de sus historias.

Una tarde de otoño, el rey Midas decidió salir a dar un paseo por un cercano monte de su reino, el monte Tmolo. Anduvo paseando por este, cuando se topó con una curiosa competición: Apolo, dios del sol, con su lira frente a un hombre, Marsias,  que soplaba una flauta. Ambos competían por saber quién era, de los dos, el mejor músico. El rey Midas, junto a las musas, sería el jurado.

Tras escuchar la música de Apolo y la de Marsias, las musas dieron por vencedor al dios, mientras que el rey Midas se decantó por Marsias. Enojado por semejante afrenta, el dios decidió castigar a ambos humanos: mató a Marsias por osar enfrentarse a un dios y transformó las orejas del rey en las de un asno. El rey avergonzado, corrió y corrió hasta cubrirse las orejas con un gorro frigio para que nadie más supiera de su castigo.

No obstante, pasado un tiempo, no pudo ocultar más su secreto, tenía que quitarse el gorro para… ¡¡cortarse el pelo!! Por lo que desde entonces, su peluquero también conocía su gran secreto. El rey Midas lo amenazó de muerte si le contaba a cualquier criatura viva que tenía orejas de burro.

El secreto del rey ardía en el interior del peluquero que ansiaba contarlo y gritarlo a todo el mundo. La amenaza, sin embargo, lo aterrorizaba. Incapaz de guardar el secreto por más tiempo, el peluquero tuvo una idea: viendo que no había nadie que pudiera escucharlo, cavó un hoyo en el suelo cercano a un río y susurró: “¡El rey Midas tiene orejas de burro! ¡El rey Midas tiene orejas de burro!” Tras lo que tapó bien el agujero con abundante arena y se marchó aliviado.

Meses más tarde, en el lugar dónde el peluquero había cavado y enterrado el vergonzante secreto de su rey, comenzó a brotar una caña, y luego otra y otra y otra. Estas cañas comenzaron a susurrar “¡El rey Midas tiene orejas de burro! ¡El rey Midas tiene orejas de burro!”. Con el viento, estas palabras volaron y volaron, hasta llegar a los oídos de los pájaros, que con sus cantos empezaron a difundirlo entre todos los pájaros de la región. Para desgracia del rey, escuchó los cánticos de los pájaros un adivino llamado Melampo, que ¡comprendía el idioma de los pájaros!

Melampo, conocedor del secreto del rey y su peluquero, se lo contó a sus amigos, a sus familiares, incluso a gente que no conocía. Animado por todos, Melampo se presentó un día frente al rey y, gritando, le reto: “¿Por qué no te quitas el gorro y nos muestras tus orejas?” Furioso, el rey ordenó cortar la cabeza de su peluquero, y avergonzado porque todo el mundo supiera que “¡el rey Midas tiene orejas de burro!”, acabó con su propia vida.



¿SABÍAS QUÉ?

En la mitología griega, Melampo (en griego Μέλαμπους, «el de los pies negros», de μέλας, mélas, «negro», y πούς, poús «pie») era un adivino griego. Hesíodo le dedicó un poema, la Melampodia, hoy desaparecido.
Midas (en griego Μίδας, llamado Mita en fuentes asirias) fue un rey de Frigia (Turquía) que gobernó en el período entre el 740 a. C. y el 696 a. C., aproximadamente.
En la mitología griega, Dioniso otorgó al rey Midas el poder de convertir en oro todo cuanto tocara. Viendo que no podía comer los alimentos que a su contacto quedaban transformados en dicho metal, pidió al dios que le liberara de su don, para lo cual tuvo que bañarse en el río Pactolo, que desde entonces contuvo arenas auríferas.
El monte Tmolo (en griego Τμώλος, en latín Tmolus), Tmolos, Tmolus o Timolus es una montaña de Lidia, en el límite de las provincias turcas actuales de Manisa y de Esmirna, que separa las cuencas fluviales del Caístro (Küçük Menderes) al sur y el Gediz (Hermo) al norte. Esta cadeña montañosa se llama actualmente Boz Dağlar en turco («montañas argénteas/grises»).
Según Plutarco (46-125), el monte Tmolo se llamaba Carmanorion (en griego: Καρμανόριον), del nombre de un hijo de Dioniso, que murió de la herida que le infligió un jabalí durante su caza.

lunes, 31 de diciembre de 2018

Cuento de Nochevieja

     Feliz Año Nuevo



Hace muchos años, cuando creía estar encerrada en una situación de la que no saldría, me contaron el cuentecillo que yo les dedico ahora, para que terminen el año y empiecen el que viene:

Vivía en Pomerania un campesino joven y pobre. Estaba enamorado de una chica rica de la ciudad, pero dudaba de que le aceptara y además era tímido, así que no hacía nada.
Cierto día se le apareció un elohim que andaba perdido entre el cielo y la tierra. El campesino le contó sus preocupaciones y el elohim le dijo: "Tengo la manera de que conozcas el futuro". El joven preguntó: "¿Puedo saber si la mujer que amo se casará conmigo?".

El elohim le explicó entonces: "En todo lo que quieras conocer con antelación dejarás de vivir el camino hasta ello. En el momento en que lo conozcas ya estarás allí y todo lo anterior habrá pasado. ¿No te importa esta condición?". El campesino respondió que estaba de acuerdo con ella.

El espíritu le mostró un ovillo de lana. "Éste es el sendero de tu existencia", dijo a continuación. "Sólo tienes que tirar del hilo para llegar hasta donde quieres y saber lo que pasará. Pero recuerda: lo anterior ya lo habrás vivido".

El campesino tiró del hilo y vio que se casaría con la joven rica de la ciudad. Nada más verlo, ya estaba casado con ella. Quiso saber si tendrían hijos y en cuanto lo hubo averiguado ya estaba viviendo con un hijo tan hermoso como los mismísimos elohim. Pero el hijo se puso muy enfermo.

Quiso saber si viviría. Volvió a tirar del hilo y vio que el hijo sanaría, se casaría y tendría hijos que le harían abuelo. Se sintió muy feliz. Pero entonces su mujer murió.

Apenas había tenido tiempo de conocerla. Quiso saber si volvería a casarse. Tiró del hilo y descubrió que se casaría con una mujer que le haría infeliz: al momento ya estaba casado con ella. Luego, trató de averiguar si algún día volvería a vivir en paz. Pero eso le llevó hasta la vejez y al ovillo apenas le quedaban unas pulgadas. Toda su vida había pasado en un instante.

Al campesino aún le quedaban preguntas importantes como, por ejemplo, si existe algo después de la muerte. Pero también quedaba poco hilo. Debería elegir entre seguir preguntando o vivir el escaso tiempo que le restaba.

No era una elección fácil. Mejor dicho, no lo es: han pasado los años y los siglos y el campesino aún no ha terminado de decidirse. Tal vez continúe así por toda la eternidad.

De todas formas, dime: ¿Tú qué harías?

sábado, 29 de diciembre de 2018

EL JUICIO DE PARIS – MITOLOGÍA GRIEGA



Eris, la diosa de la Discordia, molesta por no haber sido invitada a las bodas de Peleo, a la que habían sido convidados todos los dioses, urdió un modo de vengarse sembrando la discordia entre los invitados: se presentó en el lugar donde estaba teniendo lugar el banquete y arrojó sobre la mesa una manzana de oro que habría de ser para la más hermosa de las damas presentes.

Tres diosas, Atenea, Afrodita y Hera, se disputaron la manzana. Entre ellas se produjo una gran disputa, por lo que tuvo de intervenir el padre de todos los dioses: Zeus. Zeus decidió encomendar la elección de la más bella diosa a un joven mortal llamado Paris, que era hijo del rey de Troya. El dios mensajero, Hermes, fue enviado a buscar a Paris con el encargo del Juicio que se le pedía; localizó al joven y le mostró la manzana de la que tendría que hacer entrega a la diosa que considerara más hermosa.

Cada una de ella pretendió convencer al improvisado juez, intentando incluso sobornarlo. La diosa Hera, esposa de Zeus, le ofreció todo el poder que pudiera desear o el título de Emperador de Asia, según la versión; Atenea, diosa de la inteligencia, le ofreció la sabiduría o, según otros, la posibilidad de vencer en todas las batallas; por último, Afrodita le ofreció el amor de la mujer más bella del mundo.

Paris se decidió finalmente por Afrodita y su decisión trajo graves consecuencias para su pueblo, ya que la hermosa mujer por la que Afrodita hizo crecer el amor en el pecho de Paris era Helena, la esposa del rey de Esparta, Menelao. Cuando Paris fue acogido en las tierras de este rey y, después de haber estado una noche en su palacio, Paris raptó a la bella Helena y se la llevó a Troya.

Esto enfureció a Menelao, quien convocó a los reyes aqueos como Agamenón, su hermano, que fue nombrado comandante en jefe; Odiseo, que, inspirado por Atenea, fue el que ideó el caballo de madera con el que la expedición aquea pudo por fin tomar Troya; y Aquiles, entre muchos otros, para ir a recuperar a Helena o, si fuese necesario, pelear por ella en Troya, hecho que glosa Homero en la Ilíada. Pero eso, ya es otra historia…



¿SABÍAS QUÉ?

Se distinguen varias versiones sobre la desnudez o no de las diosas: una primera versión indica que todas se desnudaron para mostrar así su belleza al mortal; una segunda cuenta que únicamente lo realizó Afrodita para demostrar así su belleza y por ello ganó; y una última versión niega la posibilidad del desnudo de las diosas.
Fuente: Wikipedia

jueves, 20 de diciembre de 2018

LA LEYENDA DEL ORIGEN DEL CAFÉ- ETIOPÍA


Nilo azul- Etiopía

Por el año seiscientos vivió en Etiopía un pastor llamado Kaldi. Cierto día, Kaldi cuidaba a su rebaño de cabras cuando notó que los animales empezaron a comportarse de manera extraña. Nerviosamente, las cabras iban y venían, subían y bajaban, en un estado de agitación que se extendió durante una noche, que se volvió interminable.

Sólo a la mañana siguiente, el rebaño pareció calmarse y siguió con mansedumbre a Kaldi hacia las zonas de pasto. Hasta que unas cerezas tentadoras detuvieron su paso y, después de mordisquearlas, las cabras retomaron su conducta nerviosa del día anterior.

Kaldi observó las plantas que aparentemente habían causado el cambio en su rebaño y probó con cautela una hojita y un fruto. Lo primero que percibió fue que no se trataba de un arbusto de cerezas y que el sabor no era tan agradable como esperaba. Pero también sintió que el cansancio producido por la larga noche de insomnio se había desvanecido y era remplazado por una energía que lo impulsaba a la acción.

Kaldi tomó consigo unas ramas florecidas y con su rebañó se dirigió hacia un santuario cercano. Al llegar allí, el pastor fue llevado ante su responsable, mientras sus animales quedaban al cuidado de unos abrumados monjes.

Informados del descubrimiento, llevaron a Kaldi a la cocina y, prudentemente, este hirvió una rama con algunos de los frutos. Pero cuando probó el brebaje, le pareció tan desagradable que en un impulso arrojó el atado entero al fuego. Entonces, la cocina se vio invadida por un aroma delicioso que indujo a uno de los monjes a hacer una nueva prueba. Tomó el fruto tostado y preparó una infusión que, con su perfume cálido, atrajo a todos los monjes a la cocina.

Así nació el café, de Etiopía al mundo; probado por unas cabras, descubierto por un pastor, tostado por accidente y celebrado por unos monjes, que nunca llegaron a imaginar que esa enérgica bebida perduraría durante siglos.


Fuente: doblecremacafe

¿SABÍAS QUÉ?

El árbol de café tiene su origen en la lejana Abisinia (la actual Etiopía), en el oriente de África. El cafeto, la planta del café, es probablemente originario de la provincia de Kafa, en Etiopía, pero la cuestión no está resuelta completamente.
El café habría sido llevado desde Etiopía a Yemen—donde los sufíes lo usaban para permanecer despiertos durante sus oraciones—, para posteriormente extenderse a Arabia. Se le llamó entonces qahwa (قهوة), que significa vigorizante.
En La Meca, el 20 de junio de 1511, el emirKhair Bey observó a un grupo de hombres bebiendo café. Observó las características particulares y juntó a un grupo de doctores y juristas para decidir si la bebida se ajustaba al Corán, que prohíbe toda forma de intoxicación. Khair Bey hizo cerrar todas las cafeterías, cuando se enteró de que las críticas contra su poder provenían sobretodo de bebedores de café. El cierre de las cafeterías causó rebeliones, poco después se canceló la prohibición.
El café llegó a Europa alrededor del año 1600, gracias a los mercaderes venecianos.  Europa también el café fue prohibido una temporada y, curiosamente, por las mismas razones: se creía que la ingesta de café desarrollaba el espíritu crítico de sus consumidores.

miércoles, 12 de diciembre de 2018

EL PUENTE DE LOS SUSPIROS (IL PONTE DEI SOSPIRI) – LEYENDA ITALIANA



Uno de los lugares más emblemáticos de Venecia es el Ponte dei Sospiri (el Puente de los Suspiros), no sólo por su belleza sino también por la leyenda que esconde.

Este puente en arco fue elaborado en piedra caliza, aproximadamente en el año 1600, con el propósito de servir de conexión entre el Palacio Ducal y los calabozos de la temida prisión de la Inquisición (llamada Piombi). El puente se convirtió en el último trayecto por el que debían pasar los prisioneros antes de ser ajusticiados.

Debe su nombre a los suspiros de tristeza de los presos que eran conducidos a través de él hacia las mazmorras o el cadalso. Estos desdichados echaban una mirada furtiva por las estrechas ventanas del puente. Sabían que era la última vez que verían la ciudad de Venecia y suspiraban largamente al saber que no volverían a ver la bella ciudad.

martes, 27 de noviembre de 2018

LOS PIOJOS DE LA PRINCESA – CUENTO SUIZO



Las princesas son, en el fondo, infelices criaturas. Solamente pueden jugar con sus iguales, que son una minoría. Por ello, la pequeña princesa tenía que jugar sola cuando salía a jugar al jardín del palacio, pero esto la aburría soberanamente.

Un día, del otro lado del muro llegaban alegres risas. La princesita escuchó y luego miró hacia la camarera que la vigilaba. Ésta dormía profundamente. La pequeña princesa conocía la pequeña puerta que había en el muro, pero sabía también que un soldado la guardaba constantemente. Pero, ¡oh suerte!, también el soldado descansaba adormilado en su garita. Así pudo escaparse la princesita sin ser vista.

Con curiosidad miró calle arriba, calle abajo. Un niño y una niña estaban sentados en el bordillo de la acera, entretenidos en hacer carreras de barquitos de papel en una especie de arroyo formado por las recientes lluvias. Con las puntas de los pies descalzos o con bastoncitos de caña, desviaban los pequeños barcos que querían deslizarse por la alcantarilla. Nunca había visto la princesa un juego tan entretenido como aquel.

-¿Puedo jugar con vosotros? -les rogó la princesita.

-Por mí… -dijo el muchacho.

-Sí, con mucho gusto -dijo la muchacha.

Entonces abrazó la princesa a la muchacha y se sentó junto a ella en el bordillo de la acera. Parecía que ahora empezaba para ella una nueva vida, la princesa por fin podía jugar con otros niños. Esta maravilla duró casi media hora, hasta que de pronto se oyó gritar detrás del muro:

-¡Princesa! ¡Princesa!

Asustadas, se abrazaron las dos muchachas y la princesa dijo:

-¡Qué lástima que no pueda quedarme siempre a tu lado!

Acompañada por siete doncellas y varios soldados, regresó de nuevo la princesa a palacio. Una vez dentro, las doncellas se llevaban las manos a la cabeza y gruñían alborotadas:

-¡Ha jugado con niños de la calle! ¡Desnúdenla y arrojen todos los vestidos al fuego!.

Bañaron a la princesa cuidadosamente y, cuando comenzaron a peinar sus cabellos, una de las doncellas se puso a gritar.

-¿Qué te ocurre? -preguntó la princesa.

-¡Terror sobre terror! -lamentó la doncella y pidió a gritos una bandeja de oro.

Sobre ella colocó un pequeño puntito de color oscuro que se agitaba alegremente. Luego reunió a las demás doncellas. Todas se inclinaron sobre un diminuto animalillo y la más vieja de las doncellas, llena de espanto, sentenció:

-Es un piojo. Lo ha cogido de la andrajosa muchacha. ¡Al fuego con él!

Pero, entonces, exclamó la princesa:

-¡El piojo es mío y quiero conservarlo!

Se desmayaron las siete doncellas al oír semejante cosa. La princesa, sin embargo, se apresuró a ir con la bandeja de oro hacia la reina:

-Querida madre, ¡quieren quitarme el regalo de mi amiga!.

Entonces, se desmayó también la reina y llamó apresuradamente al rey. Este se echó a reír cuando supo de qué se trataba y dijo:

-Princesa, princesa, ¡ese pequeño animalito muerde!

El rey hizo una señal a un soldado y este se llevó la bandeja de oro en que estaba el piojito. La princesa comenzó a llorar amargamente y no había manera de consolarla. Como al tercer día aún seguía llorando, el rey hizo llamar a su orfebre, un hombre hábil y famoso en su oficio. El rey le ordenó que hiciera para la princesa un piojo de oro, el cual resultó maravilloso en extremo. Pero la princesita, al verlo, arrugó la nariz y dijo:

-Este no puede andar.

Entonces, el rey ordenó al orfebre que hiciera otro piojo de oro que pudiera caminar. El orfebre no dejó de trabajar día y noche y, tras siete días, pudo regalar el rey a su hija un magnífico piojillo que corría con sus seis ligeras patas. La princesita gritó de júbilo y puso el piojillo sobre sus rizos. ¡Oh! ¡Cómo cosquilleaba! La princesita reía y el rey exclamaba, lleno de alegría:

-¡Orfebre, has de hacer cien de estos piojitos para la princesa!

Así se hizo, como el rey mandaba, y nadie se sentía más feliz que la princesa. Pero esta felicidad sólo duró tres días. Al cuarto día, la princesa se lamentó:

-Mis piojos pueden caminar, pero no pueden morder. ¡Qué bien lo tienen los niños que viven fuera del palacio! Sus piojillos muerden de verdad.

En su terquedad, no quiso siquiera ver los cien dorados animalitos que traía el orfebre. Los encerró todos en una caja y los lanzó por encima del muro de palacio. Allí estaban jugando, como siempre, los niños de las barquitos de papel. ¡Cómo se asombraron estos del hallazgo! Los piojitos de oro no sólo podían caminar, sino también bailar cuando estaban juntos. El padre de los niños, un diestro afilador, se dio cuenta enseguida de que los piojillos eran muy valiosos, tanto por el oro con el que estaban hecho sino también por lo que podían hacer.

Por temor a que el rey pudiera hacerlos buscar, se trasladó con su familia a otro país. En el extranjero los habilidosos animalitos causaban sensación. Tanto, que un noble oyó hablar de ellos como de algo maravilloso y se encaprichó de ellos. Entonces, el noble mandó llamar al afilador y le compró los dorados piojillos por una gran suma de dinero. ¿Y qué compró la familia con ese dinero? Una casa, ropas decentes y un peine muy fino. Con él peinó la madre los cabellos de sus hijos y sacó de ellos todos los piojos de verdad. Desde entonces los niños no tuvieron ya que rascarse más y pudieron dormir tranquilos. Sin embargo,la princesa lamentó durante toda su vida que el orfebre del rey no fuera capaz de fabricar piojos que no sólo caminaran y bailaran, sino que pudieran también morder. (Sí, así son las princesas…).

lunes, 26 de noviembre de 2018

SNEGÚROCHKA – CUENTO UCRANIANO/ RUSO

Monasterio en Kiev – Worldwidegifts

Snegúrochka era la hija de la Primavera y el Frío. Pese a su condición sobrenatural, Snegúrochka anhelaba la compañía de los humanos mortales. Creció junto a un pastor llamado Lel pero su corazón era incapaz de sentir amor. Su madre finalmente se apiadó de ella y le dio esa habilidad, pero cuando se enamoró, el corazón de Snegúrochka se calentó y ella desapareció entre la nieve, derretida.


¿SABÍAS QUÉ?

Snegúrochka (Снегурочка en ruso), o Doncella de la Nieve, es un personaje de los cuentos de hadas rusos y eslavos.
Su imagen atrajo a varios poetas, escritores, músicos y pintores rusos. Algunos de ellos crearon sus propias interpretaciones inspirados por la antigua leyenda. Esta versión de la historia en en la que se basa la obra de Aleksandr Ostrovski, con música Chaikovski, y la ópera de Rimsky-Korsakov.
En una versión diferente, una pareja de ancianos hacen una niña de nieve, quien se convierte en un ser vivo que finalmente desaparece al llegar la primavera o al acercarse sobre una hoguera.
En la época soviética apareció otra versión de la historia de esta chica de la nieve. Convirtiéndose así  en la nieta del Papá Noel ruso, llamado el Abuelo del Frío (Ded Moroz). Ded Moroz no va sólo, siempre viaja acompañado de su nieta Snegúrochka.
Snegúrochka es en ruso el diminutivo de «nieve»: Nievecita.
Fuente: Wikipedia


lunes, 12 de noviembre de 2018

LA PIEL DEL COCODRILO – NAMIBIA




En algunas aldeas de Namibia cuentan que hace mucho, mucho tiempo, el cocodrilo tenía la piel lisa y dorada como si fuera de oro. Dicen que se pasaba todo el día debajo del agua, en las aguas embarradas, y que sólo salía de ellas durante la noche para que la luna se reflejara en su brillante y lisa piel. Todos los otros animales iban a esas horas a beber agua y se quedaban fascinados contemplando la hermosa piel dorada del cocodrilo.

El cocodrilo, orgulloso de la admiración que causaba, empezó a salir del agua durante el día para presumir de su piel. Entonces, los demás animales no sólo iban a beber agua por la noche sino que se acercaban también cuando brillaba el sol para contemplar la piel dorada del cocodrilo.

Pero sucedió que el sol brillante poco a poco fue secando la piel del cocodrilo y cada día se iba poniendo más fea. Al ver este cambio en su piel, los otros animales iban perdiendo su admiración. Cada día, el cocodrilo tenía su piel más cuarteada hasta que se le quedo como ahora la tiene, cubierta de grandes y duras escamas parduzcas. Finalmente, ante esta transformación, los otros animales no volvieron a beber durante el día y contemplar la otrora hermosa piel dorada del cocodrilo.

El cocodrilo, antes tan orgulloso de su piel dorada, nunca se recuperó de la vergüenza y humillación. Desde entonces, cuando otros animales se le acercan, se sumerge rápidamente en el agua con sólo sus ojos y orificios nasales sobre la superficie del agua.

sábado, 10 de noviembre de 2018

PALABRAS DE SANKHAMBI DULCES COMO LA MIEL – SUDÁFRICA

Montaña de la Mesa en Ciudad del Cabo (Sudáfrica), por Dietmar Temps (CC)



Hace mucho, mucho tiempo, los monos no eran los ágiles animales que son hoy en día sino que eran rechonchos seres de movimientos lentos. El tunante de Sankhambi se divertía sorprendiéndoles por la espalda y tirándoles de su larga cola, lo que hacía que los monos se enfurecieran y desde lo alto de los árboles dejaran caer una lluvia de semillas y ramas cuando Sankhambi se disponía a dormir la siesta.

Cansado del juego, Sankhambi, decidió dirigirse así a los primates:

– “Amigos míos, quiero contaros un gran secreto” – dijo Sankhambi con una vocecita zalamera.

Pese a la desconfianza inicial, los monos, de naturaleza curiosa, empezaron a bajar de los árboles y a reunirse alrededor de Sankhambi.

– “En lo alto de la montaña hay una cueva en cuyas profundidades se esconde una colmena con la más pura y dulce miel con la que podáis soñar. Y yo soy el único que conoce el camino. ¡Seguidme, pues!”

Sankhambi guió a los monos hasta la entrada de la cueva y, una vez allí, les dijo que entraran.  Cuando todos los monos estuvieron dentro, empezó a dar fuertes golpes en el suelo que hacía que el sonido retumbara en toda la cueva.

-“Ay, amigos, el techo está a punto de derrumbarse”- chilló Sankhambi haciéndose el asustado – “Estirad los brazos y sujetadlo mientras yo voy a buscar unos postes. ¡No os mováis pase lo que pase!”.

Los monos, aterrorizaros, no osaban mover ni un solo músculo, no fuera a desplomarse el techo sobre sus cabezas. Y así pasaron varios días y noches. Mientras tanto, Sankhambi campaba a sus anchas por el territorio de los monos.

De repente, la sospecha empezó a apoderarse del más anciano de los simios. Cautelosamente retiró un dedo del techo de la cueva y luego otro, y otro,… Contempló las sudorosas y aterrorizaras caras de sus parientes y comprendió que Sankhambi se había burlado de ellos. Uno a uno los monos fueron bajando sus entumecidos brazos. Cuando fuera de la cueva se miraron los unos a los otros, con sorpresa vieron que sus cuerpos se habían transformado por completo: sus brazos y piernas se habían hecho largos y delgados y, tras el esfuerzo por sujetar el techo de la cueva, se habían convertido en unos fuertes y flexibles animales. Y por eso hoy en día los monos son tan ágiles y pueden saltar de árbol en árbol con tanta destreza.

jueves, 8 de noviembre de 2018

EL REY Y SUS DOS HIJAS – BANGLADESH



“Érase una vez un reino muy rico. El rey, Omar, tenía dos hijas a las que quería muchísimo y de las que se sentía muy orgulloso. La mayor era muy inteligente y la menor era muy sincera. Un día, mientras cenaba,  el rey decidió preguntar a sus hijas cómo le querían. La mayor, acordándose de que su padre adoraba los dulces le dijo:

– Padre mío, yo os quiero como a los dulces.

Cuando el rey oyó su respuesta se puso muy contento. Satisfecho, preguntó a continuación a su hija pequeña:

-Y tú, Nuijahan, dime, ¿cuánto me quieres?

-Padre mío, yo os quiero como a la sal.

Pero al rey no le gustó esa respuesta y se puso ciego de ira. Tal fue su enfado que mandó abandonar a su hija menor en el bosque como castigo por su respuesta. Nuijahan se puso muy triste pero logró sobrevivir en el bosque.

Una noche, el príncipe Mahamud, heredero del reino vecino, pasó por ahí y quedó intrigado por una luz brillante que salía de una cueva. Mahamud, que era muy intrépido, quiso saber qué era esa extraña luz y se acercó a la cueva. Extrañado, comprobó que la luz era el reflejo de la luna sobre el vestido y las joyas que alguien había dejado colgadas en la entrada. Así que entró dentro para saber de quién eran y, al traspasar el umbral, descubrió durmiendo a la muchacha más bella que jamás habían contemplado sus ojos. Tan extasiado estaba por la belleza de la muchacha que al príncipe se le escapó un suspiro de admiración y ella se despertó de golpe. El príncipe Mahamud le explicó quién era y le preguntó sobre ella. Nuijahan le contó su historia pero sin decir que su padre era el rey Omar. Conmovido, el príncipe decidió llevarla a su reino y durante el viaje de regreso se enamoraron. Allí en el reino se casaron y fueron muy felices.

Un día, el rey Omar salió a cazar. Durante el transcurso de la cacería se perdió y llego al reino del principe Mahamud donde le acogieron como invitado. El suegro de Nujahan, el rey Shajan, pidió que fuera ella quien cocinara para el rey Omar. Nujahan decidió preparar comidas muy dulces, como le gustaba a su padre. Pasaron dos días, tres. Y los platos eran siempre dulces, muy dulces. Entonces, el cuarto día, al ver que la comida volvía a ser dulce, muy dulce, el rey Omar dijo que ya estaba cansado de comer tanto dulce, que ya no podía más, y deseó marcharse a su país. Le comunicó sus deseos al rey Shajan pero éste le pidió que no lo hiciera ya que iba en contra de la tradición de ese reino puesto que los invitados debían pasar al menos una semana siendo agasajados. Así, el rey Omar accedió a los deseos del rey Shajan.

El séptimo día, el que por fin iba a ser el último, la princesa Nurjahan hizo otro tipo de comida para la velada de despedida del rey Omar. Esta vez preparó una normal, de diferentes sabores, todos exquisitos y variados, abundantes y deliciosos. El rey Omar, que llevaba tres días sin comer, comió de todo con mucho apetito y descubrió una gama de sabores que hasta ese momento desconocía y lo buenos que podían resultar.

Así que felicitó al rey Shajan por los excelentes platos. Éste quiso presentarle a Nurjahan y la mandó llamar. La princesa salió de detrás de la puerta y entró en la sala. Fue hasta la mesa donde estaban sentados los dos reyes e inclinó la cabeza. Luego, con serena cortesía, saludó a su padre.

-Mis saludos, rey Omar – dijo ella.
-¿Así que eres tú la gran cocinera?- dijo su padre sin reconocerla: había pasado mucho tiempo y la princesa estaba muy cambiada-. Pues la comida ha sido excelente, la más rica que he probado.
-Gracias, ya he visto cómo la habéis disfrutado con gran apetito.
-Sí, sí -murmuró el rey Omar deseando que nadie hubiera notado el hambre con el que había comido-. Me lo ha despertado tu talento para combinar los sabores. Jamás había probado nada igual.
Entonces, la princesa Nurjahan dijo:
-Padre, todavía os quiero como a la sal.

De pronto, el rey Omar reconoció a Nurjahan y, levantándose de un salto, corrió a estrecharla entre sus brazos, pues durante todo ese tiempo no había pasado ni un solo día sin echarla de menos. Arrepentido de su acción, la abrazó emocionado mientras se daba cuenta del error cometido: que el secreto de la felicidad no reside en una sola cosa sino en el equilibrio de varias diferentes.”

miércoles, 7 de noviembre de 2018

EL CASTIGO DE ZIMBA – BENIN


Voodoo market near Abomey (Benin) por jbdodane (CC)

Había una vez, hace mucho tiempo, en un bonito pueblo de nombre Zékièzou situado al oeste de Benin, en el País Yorouba, una muchacha llamada Zimba que tenía una hermana llamada Flora.

En este pueblo, todos los hombres y mujeres trabajaban excepto Zimba, que se pasaba el día jugando en el bosque y no volvía a casa hasta el anochecer. Después de cenar, sin hacer caso a la madre, Zimba cogía jabón y una esponja y se iba, ya de noche, a lavarse al río. La madre siempre le decía que no había que ir de noche a bañarse pero ella no hacía caso.

Un día, Zimba llegó a casa cuando ya oscurecía y vio que su hermana volvía de lavarse en el río y le dijo:

– Flora, tú ya te has lavado. ¿Puedes acompañarme al río para lavarme?

Flora, a pesar del miedo que le daba la oscuridad de la noche, aceptó. Flora se fue a la casa a coger el jabón mientras Zimba llegaba al río. Pensando que su hermana estaba con ella, le dijo:

– Flora, frótame la espalda.

Y le pasó la esponja. Entonces, por detrás, alguien tomó la esponja y comenzó a frotar su espalda. Pero cuando Zimba se dio la vuelta se llevó una gran sorpresa al ver que detrás de ella no esta su hermana sino un diablo, negro como la noche, que sonreía con desprecio y al que sólo sus ojos rojos le hacían visible.

Aterrada, Zimba comenzó a correr entre los árboles, golpeándose con ellos, cayéndose y golpeándose con las piedras, levantándose de nuevo y rompiendo ramas mientras corría, que se le clavaban en los ojos, hasta que agotada cayó al suelo sin sentido. Después de permanecer inconsciente durante cinco días y cinco noches, Zimba abrió los ojos pero … sus ojos estaban vacíos. Zimba se quedó ciega para siempre.

Desde aquel día, los habitantes del País Yorouba saben que es muy peligroso andar solos por la noche ya que la noche pertenece a los diablos y demonios.

sábado, 3 de noviembre de 2018

LEYENDAS DEL POGOST DE KIZHI – RUSIA




En la región rusa de Karelia, una maravilla arquitectónica de hace casi 3 siglos destaca sobre la isla de Kizhi, en el Lago Onega. Se trata del Pogost de Kizhi, un conjunto compuesto por dos iglesias de madera (La iglesia de la Transfiguración, con 22 cúpulas, y la Iglesia de la Intercesión, con 9) y una torre octogonal, de estilo inconfundible, que desde 1990 son Patrimonio de la Humanidad.

Este sorprendente lugar está rodeado de historias y leyendas. La más conocida trata sobre la construcción de la Iglesia de la Transfiguración. El jefe de carpinteros, Néstor, realizó toda la construcción utilizando un sólo hacha de propiedades excepcionales, tanto que algunos creían que contenía algún embrujo. Para acallar los rumores (o quizá para poner fin al embrujo), al final de la obra Néstor lanzó la herramienta al lago Onega, en cuyo fondo descansa. Una inscripción en el hacha dice “no hay ni habrá otro igual que él”, sin revelar si se trata del propio hacha o del monumento.

Otra leyenda trata sobre la isla de Kizhi, donde una vez hubo una casa en la cual sus habitantes desafiaban todas las reglas de convivencia de la zona. Un día, la casa empezó a hundirse y los que allí vivían desaparecieron bajo la tierra, al igual que la casa, como castigo por sus actos. Sin embargo, poco antes de que esto sucediera, una aparición instó a dos niñas que allí vivían a salir para ponerse a salvo. La única condición era que no miraran atrás. Las niñas corrieron fuera de la casa pero su curiosidad fue más fuerte que ellas y no pudieron evitar girarse para ver el destino de su hogar y su familia. De inmediato se convirtieron en dos grandes abetos que aún hoy siguen creciendo en la isla.

jueves, 1 de noviembre de 2018

LAS VACAS DE TÍO CONEJO – CUENTO POPULAR VENEZOLANO



Andes venezolanos entre Canaguá y Guaimaral. Paolo Costa. 



Tío Conejo estaba muy tranquilo recostado en una piedra. Sin darse cuenta, llegó silenciosamente Tío Tigre por detrás y…

-¡Hola Tío Conejo! -le dijo¦. ¡Al fin te he atrapado! ¡Voy a devorarte!

Tío Conejo abrió sus grandes ojos cuando vio que era Tío Tigre:

– Pues usted sabrá. Yo tengo muy poca carne y soy muy flaquito.

Y viendo unas enormes piedras que sobresalían en lo más alto de la colina, le dijo:

– Allá arriba tengo unas vacas muy gordas y le puedo regalar una.

Tío Tigre se quedó pensativo y le dijo a Tío Conejo:

– Está bien. Si me da una vaca gordita le perdono la vida.

Tío Conejo se puso muy contento y le dijo:

– Cómo no, Tío Tigre.

Y se fue corriendo cerro arriba. Cuando llegó, le gritó:

– ¡Abra bien los brazos, Tío Tigre, que estoy arreando una novilla muy gorda para que baje!

Tío Tigre abrió los brazos y se puso a esperar a su novilla. Tío Conejo se armó de todas sus fuerzas y empujó la piedra más grande de la cima, que cayó cerro abajo rodando a toda velocidad.

Tío Tigre, que sólo pensaba en el banquete que se iba a dar, no se fijó en la piedra y se dispuso a cogerla creyendo que era la novilla. En segundos, la piedra cayó encima al pobre Tío Tigre y lo dejó aplastado como una cachapa de jojoto (tortita de maíz).

Tío Conejo aprovechó el momento para huir nuevamente de su feroz enemigo y se perdió dando saltitos alegremente.


martes, 30 de octubre de 2018

SHERTAT Y EL TROZO DE CARNE – CUENTO SAHARAUI



Desierto del Sáhara.  Wonker (Flickr) [CC-BY-2.0]

“Shertat iba caminando de noche por el desierto en busca de algo de comer. Unos cazadores habían dejado un solo trozo de carne tirado en el suelo junto a unas cuantas piedras del mismo tamaño que la carne.  Se paró Shertat al llegarle el sabroso olor y exclamó ” Al-hamdu lillāh”. Contó todas las piedras y el trozo de carne, pensando que todos eran chicha. Shertat se relamió. “Con tanta carne ¡esta noche estaré repleto!”.  Sin pensarlo, se abalanzó sobre la primera piedra y la tragó creyendo que era un trozo de la carne; la segunda, la tragó; la tercera, la tragó; así hasta se quedó sólo el pedazo de carne. Shertat lo miraba diciendo, “Al-hamdu lillāh, me he llenado y todavía ha sobrado un buen trozo de carne”.

lunes, 29 de octubre de 2018

KURT DE ALTENAAR – SUIZA



El viejo castillo de Altenaar se alzaba en la montaña que recoge las aguas provenientes de los glaciales de Jungfrau. Era un castillo edificado en las rocas, sobre el río Aar, residencia del antiguo linaje de los Altenaar durante generaciones y generaciones.

El último representante de aquella ilustre familia era el caballero Kurt de Altenaar, un hombre de edad ya avanzada que no había tenido descendencia. Todo hacía prever que aquel linaje estaba a punto de extinguirse pero Kurt de Altenaar quería mantener hasta el último momento el prestigio y el orgullo de su casta.

Y he aquí que los poderosos señores de Berna, que querían dominar toda la región de Oberlan, impusieron a las demás familias nobles, entre ellas la Altenaar, unos tributos muy fuertes. El caballero se negó a apagar y los berneses enviaron a su ejército con la misión de apoderarse del castillo. El caballero Kurt se encerró con sus fieles  y empezó con ello  un asedio muy duro que se  alargó semanas y semanas.

El señor de Altenaar no estaba dispuesto a rendirse de ninguna de las maneras. Dentro del castillo, sin embargo, las dificultades eran cada día mayores: los víveres se estaban agotando, muchos de los defensores habían muerto combatidos en las murallas y, todo hay que decirlo, algunos de los supervivientes habían desertado. Pero el caballero Kurt aguantaba,  firme como la roca sobre la que se alzaba su castillo.

Llegó un momento  en que el caballero era ya el único defensor del castillo, no quedaba vivo nadie más. Y el pobre señor Altenaar comprendió dolorosamente que la suerte de su castillo ya  no estaba en sus manos. Entonces, se colocó  su armadura, cogió  las mejores armas  e hizo  subir a su caballo  sobre una de las torres de la muralla.  Montado en él, se acercó a las almenas de la torre. Todos los guerreros enemigos, al verlo con aquel aspecto, se quedaron aterrados y no se atrevía a moverse ni decir nada. La voz de Kurt de Atenaar resonó severa y orgullosa:

– Soy el último defensor del castillo. Todos los demás han muerto. Nos ha vencido el hambre, no la fuerza de las armas. Pero yo moriré libre, tal como han muerto siempre todos los de mi linaje.

Y, diciendo esto, Kurt de Altenaar espoleó al caballo y saltó con él por encima de las almenas, lanzándose al vacío. Fueron a estrellarse  sobre las rocas, por las que corrían, tumultuosas, las aguas del río Aar.

Los asediadores, escuchando aún el eco de las últimas palabras de Kurt de Altenaar,  se quedaron tan impresionados que levantaron el campamento sin osar entrar en un castillo defendido con tan extremo coraje.

domingo, 28 de octubre de 2018

EL HILO ROJO DEL DESTINO – JAPÓN



Hace mucho tiempo, un emperador se enteró de que en una de las provincias de su reino vivía una bruja con grandes poderes. Esta bruja tenía la capacidad de poder ver el hilo rojo del destino y la mandó traer ante su presencia. Cuando la bruja llegó, el emperador le ordenó que buscara el otro extremo del hilo que llevaba atado al meñique y lo llevara ante la que sería su esposa.

La bruja accedió a esta petición y comenzó a seguir y seguir el hilo. Esta búsqueda los llevó hasta un mercado, donde una pobre campesina con un bebé en los brazos ofrecía sus productos. Al llegar hasta donde estaba esta campesina, se detuvo frente a ella y la invitó a ponerse de pie. Hizo que el joven emperador se acercara y le dijo: «Aquí termina tu hilo», pero al escuchar esto el emperador enfureció. Creyendo que era una burla de la bruja, empujó a la campesina que aún llevaba a su bebé en brazos y la hizo caer, con lo que el bebé se hizo una gran herida en la frente.

Muchos años después, llegó el momento en el que el emperador debía casarse y su corte le recomendó que eligiera a la hija de un heroico general. El emperador aceptó y llegó el día de la boda.  La novia entró en el templo con un hermoso vestido y un velo que la cubría totalmente.  Al levantárselo, el emperador vio que tenía una peculiar cicatriz en la frente…