domingo, 21 de junio de 2015

Un cuento de hadas para una princesa



Había una vez un pequeño país que se formo en el mundo de la imaginación, por el poder y el saber de una anciana hada, que se sentía muy sola en su pequeña casa del bosque. Estaba rodeada de grandes arboledas, y a pesar de la magia que había en aquel lugar, aquellos árboles no tenían ni boca, ni voz para hablar. Pero eran tan hermosos, sus hojas variaban de color según las tocaba el sol, a veces eran verdes, otras rojas y algún árbol más especial las tenía de color rosa.

El hada del bosque que contaba con más de doscientos años, se aburría la pobre si no hacía nada, un día mirando al cielo pensaba, que cuando ella era niña había pájaros que volaban a su alrededor jugando con ella. Luego entre las ramas de los árboles formaban sus nidos y ella era feliz, escuchando las bellas melodías de sus trinos.
Nunca supo porque era la única hada niña que existía, el misterio de su vida la rodeaba. Pero en aquél momento la anciana hada cuyo nombre era Ladian, estaba harta, enfadada y muy cansada.
Tenía que hacer algo para cambiar la soledad de su vida, a ella le gustaba hablar reír y cantar, pero se sentía apartada de todo aquello que más deseaba, miro con tristeza como el sol se escondía sin decirle ni siquiera adiós, porque no tenía voz. La noche ocupo su lugar.
Con mirada triste, el hada solitaria contemplaba a las estrellas cómo jugaban con la luna, entonces se acordó que ella tenía grandes alas para volar, pero era tan mayor y como siempre estaba sola, había olvidado como hacerlo.
La luna desde lo alto del cielo la miraba y sentía una gran pena por la longeva hada. 
Los ojos de la luna lloraban con lágrimas  plateadas, que mojaban su redonda cara, cayendo como fina lluvia encima de la cabeza del hada del bosque. Sus  largos cabellos se convirtieron en hebras de plata que le dieron fuerza y volvió a ella la memoria y su gran magia.
Ladian extendió sus grandes alas y voló alto, muy alto, tanto que llego a tiempo de hablar y jugar con la luna y las estrellas.
Les pudo contar el deseo que tenía dentro de su mente, y nunca  pudo llevarlo a cabo; después se sintió alegre y satisfecha, porque aquella noche sería la última que pasaría en soledad.

Al día siguiente nada más salir el sol, la anciana hada da forma con la fuerza de su mente a un pequeño y hermoso país de las hadas. El agua de la montaña descendía formando pequeñas ondulaciones que se movían como expertas bailarinas, se convirtieron en un gran río de agua clara y transparente, que dejaba ver peces de distintos colores y formas que saltaban felices. Luego aparecieron los pájaros buscando refugio entre el gran arbolado de colores, mientras sus trinos llenaban de alegría al viejo bosque.
La imaginación del hada Ladián dio vida a pequeños gnomos y gnomidas que vivían debajo de los grandes  árboles con sus hijos. Pero.. Faltaban hados y hadas, y un palacio de cristal tan brillante como piedras preciosas.  De repente la tierra se abrió como una hermosa flor, dando paso al deseado palacio y a la vida de aquellos hados y hadas que vivían en él, muy cercano al lugar donde ella se encontraba. Sus cabellos de plata formaron una corona de pequeños corazones que se entrelazaban entre flores, aquél regalo de la luna y la madre naturaleza, convirtió a Ladian en la primera reina del bosque.
Feliz se acerca al palacio, los guardianes de la puerta la dejaron entrar e inclinaron la cabeza en señal de respeto.
Entro radiante de felicidad, ella sabía que aquél  palacete estaba lleno de vida, emocionada pregunta a la primera hada que pasa por su lado ¿Puedo ver a los reyes? –Si majestad la están esperando para hablar con usted. Sígame, si vamos volando llegaremos antes.
La reina del bosque abrió sus grandes alas, y voló con seguridad detrás de Dina que era la consejera de sus majestades. Llegaron hasta una sala en la cual había una puerta que la separaba del dormitorio de los reyes, que hacía solo unas pocas horas que acababan de ser padres de una hermosa princesa.
El rey coge la mano de Ladian la longeva hada y –dice-gracias  reina y señora del bosque, el mundo de vuestra fantasía nos ha salvado de vivir siempre en la oscuridad y nuestra pequeña princesa de las hadas ha podido nacer dentro la luz de la imaginación. Con todo respeto mi corazón quiere pediros de rey a reina que nuestra pequeña hija lleve vuestro nombre.
-Majestad, rey de este pequeño país, vosotros sois los primeros seres vivientes que veo en doscientos años, para mí es un honor que esta niña la princesa de las hadas se llame Ladian, y hablando de nombres ¿cómo os llamáis vos y vuestra esposa?.
-Mi nombre es Verdín y la reina se llama  Cristel-.
-Estoy encantada de conoceros y hablar con vos, pero os tengo que pedir un gran favor, deseo ser la guardiana de la vida de vuestra hija y aunque sea la reina del bosque quisiera vivir en vuestro palacio, siempre he vivido en soledad pero ello me ha dado fuerza y sabiduría, también muchas veces un gran aburrimiento.
Parece que escucho llorar a la princesa ¿puedo conocerla?
-Pasar noble anciana y conoceréis a vuestra protegida-
La pequeña estaba en su cuna, moviendo sus brazos y piernas, la reina del bosque se acerca a ella, y se da cuenta que es una  niña hada  especial, su sonrisa penetra directamente  en su corazón.
Mirando a los reyes que están a su lado –dice-  es preciosa, con su cabello negro y sus grandes ojos que brillan como estrellas. Sé que la gran mayoría de las hadas tienen el cabello rubio y los ojos azules, vosotros sus padres sois así y yo cuando era niña también.
Ella  forma parte de la noche por su pelo azabache y de la luna por su carita blanca, será una gran princesa  porque su corazón estará siempre lleno de amor. Me esta observando con sus hermosos ojos, no me extrañaría que su sonrisa tan bonita se convirtiera en llanto, de momento sólo soy una desconocida para ella.
De pronto la pequeña empieza a llorar, su protectora pone su arrugada mano encima de su pequeña cabeza, y empieza a cantar dulcemente una antigua nana de protección,  se  la enseño cuando era muy niña (antes de quedarse sola en el bosque) una de las viejas hadas.
La princesa se calma y sonríe moviendo sus pequeñas alas azules como si quisiera volar.
Emocionada su protectora la mira a los ojos directamente, sabe que sus almas están unidas para siempre, nunca nadie le hará daño a su hermosa princesa de las hadas.


jueves, 18 de junio de 2015

El Aciano



La reina Luisa de Prusia fué una hermosa dama, de gran valor El emperador Napoleón el Grande invadió su país y se apoderó de él, oprimiendo al pueblo, pero la reina luchó valientemente contra el invasor.

Sin embargo, al fin, el enemigo tomó la capital (Berlín), y la reina, que tras muchas penalidades, pudo escapar con sus hijos, fue a esconderse en un campo cubierto de acianos. Los niños, asustados, empezaron a llorar, Entonces la reina Luisa, temiendo que alguien les oyera y les descubriera, cogió algunas de aquellas florecitas azules y haciendo con ellas coronas y ramas para los pequeños príncipes, logró distraerles de su pena.

Uno de ellos se llamaba Guillermo, y algunos años después derrotó al sobrino de Napoleón. Proclamado primer emperador de Alemania, tomó como símbolo el aciano.