lunes, 13 de junio de 2016

LA LEYENDA DE LA MATRIOSKA





Existió en Rusia un carpintero llamado Serguei, quien poseía un gran talento tallando todo tipo de objetos, pues era algo que le venía de familia. Cada semana, Serguei desafiaba al frío dominante en la región del Cáucaso, para ir en busca de madera con la que trabajar. Sin embargo, una mañana, la nieve había cubierto por completo el paisaje, pese a lo cual el carpintero no se desanimó y esperando que la fortuna estuviera de su lado, salió a recoger madera. Por desgracia, toda la madera que encontraba estaba húmeda y no serviría más que para azuzar la estufa.

Apesadumbrado, Serguei emprendía el camino de regreso a casa, cuando divisó un bulto que sobresalía de un árbol. Al acercarse comprobó que se trataba de un espléndido trozo de madera, adecuado para su talla. Lo recogió y regresó a su casa agradecido por la suerte que había tenido.

Serguei se pasó días decidiendo que tallar, pues sin duda debía ser algo muy especial. Al fin, una mañana, el carpintero decidió que tallaría una muñeca, así que dispuso el tronco sobre su mesa de trabajo y comenzó su obra con esfuerzo y dedicación. Tardó una semana en acabarla y al admirarla se dio cuenta de que era su mejor obra. Decidió entonces que no la vendería, sino que la conservaría y así le haría compañía en su soledad.

"Te llamaré Matrioska" dijo el carpintero.

Todas las mañanas Serguei se dirigía a Matrioska para desearle unos buenos días, hasta que un día, y para sorpresa del carpintero, la muñeca le respondió:

"Buenos días Serguei"

Pasaron los días, y Serguei se dio cuenta de que Matrioska cada vez estaba más triste. Al preguntarle por el motivo de su tristeza, la muñeca le confesó que le haría muy feliz tener un hijo.

"Tendré que abrirte y sacar madera de ti, lo cual será muy doloroso" contestó Serguei.

"En la vida, las cosas importantes requieren de pequeños sacrificios" replicó Matrioska.

Así fue como se cumplió el deseo de la muñeca. Con la madera de su interior, el carpintero realizó otra muñeca más pequeña a la que llamó Trioska. Sin embargo, el instinto maternal se apoderó también de Trioska, y Serguei, cediendo a sus deseos, talló otra réplica más pequeña aún, llamándola Oska. Y otra vez, el carpintero se vio en la misma situación; Oska quería descendencia. Pero ya casi no quedaba madera, por lo que Serguei talló un muñeco diminuto, al que bautizó con el nombre de Ka, y le pintó unos bigotes.

"Eres un hombre, no puedes tener hijos" le dijo Serguei para poner fin al problema.

Entonces el carpintero metió a Ka dentro de Oska y a ésta en el interior de Trioska y a Trioska dentro de Matrioska.

Esta es la historia de Serguei y Matrioska, quien un día desapareció con toda su familia dejando al carpintero desolado.






viernes, 10 de junio de 2016

LOS CUENTOS DE LA ARAÑA




Según la leyenda ashanti (tribu ghanesa), la araña Anansi se presentó delante de Nyankonpon, dios del cielo, para comprarle las historias que lo habían hecho famoso. El dios la miró indiferente y dijo:

"¿Qué te hace pensar que te vaya a dar mis historias? Son muchos los poderosos y pueblos ricos los que lo han intentado y ninguno lo ha conseguido."


Pero Anansi no se dejó desanimar y le preguntó que cuál era el precio de las historias, pues estaba dispuesto a asumirlo, a lo que Nyankonpon contestó:

"Si quieres mis historias deberás traerme a Onini, la pitón; a Osebo, el leopardo; a Mmoboro, el avispón y a Mmoatia el espíritu."

Anansi volvió a su casa convencido de que podría cumplir el encargo y hacerse así con las preciadas historias. La araña pidió ayuda a su madre Nsia y a su esposa Aso y juntos idearon el plan que iban a seguir.    

Así, Anansi y Aso fueron a la orilla del río con una rama de un cocotero y comenzaron a discutir sobre si aquella rama sería más larga que Onini. La pitón, que lo estaba escuchando, no pudo resistirse y decidió medirse con la rama pues estaba convencida de que ella sería más grande. Al subirse a la rama, Anansi la amarró a ella con unas enredaderas.


Para atrapar a Mmoboro, Anansi vació una calabaza y la llenó de agua. Después fue en busca del enjambre y una vez allí simuló que llovía y ofreció al avispón guarecerse dentro de la calabaza. Cuando Mmoboro estuvo dentro, la araña cerró la tapa de la calabaza.

Tocaba apresar a Osebo, y para ello Aso le recomendó cavar un hoyo en el suelo y esperar a que el leopardo cayera dentro. Situó el hoyo entre el arroyo y la guarida de Osebo y luego lo cubrió con hojas. A la mañana siguiente el leopardo se encontraba atrapado e indefenso.

Quedaba atrapar a Mmoatia. Aso y Anansi tallaron una muñeca y la recubrieron con la goma de un árbol. Cuando estuvo terminada, la dejaron debajo de un árbol donde solían ir los espíritus a jugar junto con un plato de pure de ñame. Cuando el espíritu llegó, preguntó a la muñeca si podía comer un poco de ñame, pero esta no contestó. Airada, Mmoatia le propinó una bofetada en la mejilla, quedándosele la mano pegada. Lo intentó con la otra mano, pero el resultado fue el mismo. El espíritu se había quedado pegado a la muñeca.

Entones Anansi acudió de nuevo junto al dios del cielo acompañado de Onini, Mmoboro, Osebo, Mmoatiar y de su madre. El dios, sorprendido llamó a todos los dioses y exclamó:

"¡Mirad! Grandes reyes han venido en busca de mis historias pero ninguno ha sido capaz de pagar su precio. Sin embargo Anansi lo ha logrado e incluso a incluido a su madre. Así que desde hoy y para siempre entrego mis historias a Anansi y a partir de ahora se conocerán como los Cuentos de la Araña."