jueves, 1 de diciembre de 2016

La leyenda de La Puerta de la Justicia



Existen dos leyendas particularmente bellas en torno a esta puerta. Tan grande era su magnificencia y tan ufanos se sentían de ella, que aseguraban que si existía un caballero en la Tierra que fuese capaz, estando montado en su caballo, de tocar con la punta de su lanza la mano esculpida en lo más alto de su arco exterior, conquistaría el trono de la ciudad.

Considerada por el mundo conocido como una fortaleza inexpugnable, sumamente recia en su construcción, aseveraban que no caería bajo el ataque de mil ejércitos. De este modo, el día que la mano de su arco exterior llegara a tocar la llave del arco interior de esta puerta, sería porque había llegado el fin del mundo, pues la Alhambra estaría en ruinas.



De las cuatro puertas exteriores del recinto amurallado de la Alhambra, la más monumental es la Puerta de la Justicia, edificada en 1348.
Junto a ella puede observarse un baluarte circular de artillería cristiana desde el que desciende un muro en piedra labrada, ante el que se talló una de las obras maestras del Renacimiento granadino, el Pilar de Carlos V.
A mitad de la Explanada existe otro pilar, mucho más modesto, dedicado al escritor Washington Irving por la ciudad de Granada, con motivo del centenario de su muerte (1859).
La Puerta de la Justicia es también conocida como Puerta de la Explanada por el amplio espacio que se extendía ante ella. Su majestuosa figura preside todo el espacio y se ha convertido en uno de los símbolos de la Alhambra.
De hecho, aparte de su función estructural, esta Puerta posee uno de los valores simbólicos más destacados de la Alhambra: la mano en la clave del gran arco de fachada y la llave en la clave del arco de entrada (símbolos islámicos), contrastan con la imagen gótica de la Virgen y el Niño, de Roberto Alemán, emplazada por orden de los Reyes Católicos sobre la inscripción árabe fundacional de la puerta.
Cuatro columnas adosadas en cuyos capiteles aparece la profesión de Fe musulmana, enmarcan el portón de la entrada que ha conservado sus hojas de madera chapadas en hierro y demás herrajes originales, recientemente restaurados.
El interior, como es característico de estas construcciones defensivas, se desarrolla en doble recodo, salvando un pronunciado desnivel, cubierto sucesivamente por bóvedas de aristas y una cúpula, pintadas con ladrillo rojo fingido, una de las características de la arquitectura nazarí.
A la salida se construyó, a petición de los vecinos de la Alhambra en 1588, un Retablo, obra de Diego de Navas el Joven, en el lugar en que se celebró la primera Misa tras la conquista. La cara interior de la Puerta conserva parte de la preciosa decoración original de rombos cerámicos en las albanegas del arco de herradura.
Frente a ella se desarrolla una amplia calle antemuro, al pie de la muralla, reforzada tras la  conquista, mediante restos de lajas sepulcrales. Continuando brevemente el ascenso de la calle se desemboca en el punto de inicio del itinerario oficial de visita, la fachada de la Puerta del Vino, ante la Plaza de los Aljibes.

martes, 29 de noviembre de 2016

Leyenda del Suspiro del Moro


Encumbrada en lo más alto del cerro de La Sabika, y ocupándolo en su mayor parte, se yergue soberana y monumental sobre Granada, y bajo el lema nazarí: “Sólo Alá es vencedor”, La Fortaleza Roja, la ciudad real amurallada de Alhambra.


La Alhambra, ciudad palatina andalusí, fue declarada Patrimonio Cultural de la Humanidad, junto al Generalife, por el comité de la UNESCO, el 2 de noviembre de 1984. Cinco años más tarde, se añadió a esta denominación el Albaicín, que constituye uno de los barrios antiguos de Granada. Recientemente, la Alhambra ha sido propuesta para ser nombrada una de las 7 Maravillas del Mundo, pero quedó a las puertas. Sin embargo, por su extraordinaria belleza y su estado de conservación, bien pudiera crearse, para ella, la categoría de octava maravilla.


Voy a contaros varias leyendas sobre esa maravilla.


Cuenta la leyenda que Boabdil (Mohamed Abu Abdalahyah), un pacifista y el último rey de los moros, se rindió en Granada sin luchar contra el Rey Fernando y la Reina Isabel de España en 1492. Tras arrebatar los Reyes Católicos el último reducto de la dominación musulmana a Boabdil ; el rey moro y su séquito fueron desterrados de Granada. Los monarcas Católicos exiliaron a Boabdil e inmediatamente izaron la bandera de la España cristiana sobre la Alhambra, señalando el fin del último reino musulmán de la Península. Se les cedió un pequeño territorio en las áridas Alpujarras, donde aguantarían aún unos años.

Camino a su destierro, Boabdil no se atrevía a girar la mirada hacia Granada, y sólo cuando estuvo lejos, hizo una pausa en su camino, sobre la colina conocida por El Suspiro del Moro, y observando por última vez su palacio y la bella ciudad que había perdido, suspiró, y rompió a llorar. Su propia madre, Ayesha, llena de sorpresa y furia, le reprochó sus lágrimas exclamando: "Llora como mujer lo que no has sabido defender como hombre".


No es difícil entender el porqué del llanto de Boabdil. Las lágrimas que derramó eran la constatación de que iba a abandonar un paraíso en la Tierra.