jueves, 1 de diciembre de 2016

Leyenda del Soldado Encantado




Érase una vez un estudiante de Salamanca que en verano se dedicaba a ir cantando por toda España para conseguir dinero para poder pagarse sus estudios.

Llegó a Granada en la víspera de San Juan, y comenzó a tocar su guitarra, cuando de repente vió a un soldado paseando por las calles de Granada. Nadie reparaba en él y el estudiante viendo que  necesitaba ayuda le pregunto que quien era y que si necesitaba algo.

Un encantamiento cayó sobre el soldado
El soldado le contó que estaba hechizado desde hacía 300 años. Un alfaquí le condenó a vigilar el tesoro de Boabdil y le concedió solo un día cada 100 años de libertad.

Le pidió que lo ayudase y a cambio le ofreció la mitad del tesoro que custodiaba, para ello tenía que buscar a una joven damisela cristiana y a un sacerdote en ayunas.

El estudiante aceptó y encontró lo que le pedía, pero el cura tenía, un apetito insaciable y cuando estaban dentro  del escondite de la Alhambra se llevó al la boca un dulce manjar, y de repente la joven, el estudiante y el cura se encontraron fuera de la torre. El hechizo no se pudo llevar a caba  por culpa del cura, aunque al joven le dio tiempo a llenar sus bolsillos de monedas y ésto le permitió pagar sus estudio y vivir una buena vida con la joven cristiana de la que se enamoró.

Cuenta la leyenda que el soldado encantando  sigue saliendo cada 100 años esperando que alguien le ayude a liberarse de su encantamiento. Quien sabe quizás en una visita a la Alhambra tengas la suerte de ver al soldado y puedas ayudarle.

La leyenda de La Puerta de la Justicia



Existen dos leyendas particularmente bellas en torno a esta puerta. Tan grande era su magnificencia y tan ufanos se sentían de ella, que aseguraban que si existía un caballero en la Tierra que fuese capaz, estando montado en su caballo, de tocar con la punta de su lanza la mano esculpida en lo más alto de su arco exterior, conquistaría el trono de la ciudad.

Considerada por el mundo conocido como una fortaleza inexpugnable, sumamente recia en su construcción, aseveraban que no caería bajo el ataque de mil ejércitos. De este modo, el día que la mano de su arco exterior llegara a tocar la llave del arco interior de esta puerta, sería porque había llegado el fin del mundo, pues la Alhambra estaría en ruinas.



De las cuatro puertas exteriores del recinto amurallado de la Alhambra, la más monumental es la Puerta de la Justicia, edificada en 1348.
Junto a ella puede observarse un baluarte circular de artillería cristiana desde el que desciende un muro en piedra labrada, ante el que se talló una de las obras maestras del Renacimiento granadino, el Pilar de Carlos V.
A mitad de la Explanada existe otro pilar, mucho más modesto, dedicado al escritor Washington Irving por la ciudad de Granada, con motivo del centenario de su muerte (1859).
La Puerta de la Justicia es también conocida como Puerta de la Explanada por el amplio espacio que se extendía ante ella. Su majestuosa figura preside todo el espacio y se ha convertido en uno de los símbolos de la Alhambra.
De hecho, aparte de su función estructural, esta Puerta posee uno de los valores simbólicos más destacados de la Alhambra: la mano en la clave del gran arco de fachada y la llave en la clave del arco de entrada (símbolos islámicos), contrastan con la imagen gótica de la Virgen y el Niño, de Roberto Alemán, emplazada por orden de los Reyes Católicos sobre la inscripción árabe fundacional de la puerta.
Cuatro columnas adosadas en cuyos capiteles aparece la profesión de Fe musulmana, enmarcan el portón de la entrada que ha conservado sus hojas de madera chapadas en hierro y demás herrajes originales, recientemente restaurados.
El interior, como es característico de estas construcciones defensivas, se desarrolla en doble recodo, salvando un pronunciado desnivel, cubierto sucesivamente por bóvedas de aristas y una cúpula, pintadas con ladrillo rojo fingido, una de las características de la arquitectura nazarí.
A la salida se construyó, a petición de los vecinos de la Alhambra en 1588, un Retablo, obra de Diego de Navas el Joven, en el lugar en que se celebró la primera Misa tras la conquista. La cara interior de la Puerta conserva parte de la preciosa decoración original de rombos cerámicos en las albanegas del arco de herradura.
Frente a ella se desarrolla una amplia calle antemuro, al pie de la muralla, reforzada tras la  conquista, mediante restos de lajas sepulcrales. Continuando brevemente el ascenso de la calle se desemboca en el punto de inicio del itinerario oficial de visita, la fachada de la Puerta del Vino, ante la Plaza de los Aljibes.