Había una vez una ciudad aparentemente normal, con calles iluminadas, edificios altos y gente ocupada que transitaba por sus aceras. Sin embargo, detrás de la fachada de la normalidad, había algo siniestro acechando en las sombras.
En medio de la ciudad se alzaba un antiguo edificio abandonado, conocido como la Mansión Tenebrosa. Los rumores decían que estaba encantada por los espíritus de aquellos que habían perdido la vida allí en circunstancias misteriosas. Nadie se atrevía a entrar, pero todos comentaban sobre los aterradores sucesos que ocurrían dentro de sus paredes.
Una noche, un grupo de jóvenes valientes decidió explorar la Mansión Tenebrosa. Armados con linternas y cámaras, se adentraron en el edificio. A medida que avanzaban por los pasillos oscuros y polvorientos, comenzaron a sentir una presencia ominosa y escalofriante.
De repente, escucharon un ruido proveniente del piso de arriba. Subieron las escaleras con cautela, sintiendo cómo el aire se volvía cada vez más espeso y frío. Al llegar al segundo piso, se encontraron con una puerta entreabierta. Sin pensarlo dos veces, decidieron entrar.
Dentro de la habitación, encontraron un cuadro antiguo colgado en la pared. Representaba a una mujer hermosa, pero su mirada era tan penetrante que parecía seguirte a donde quiera que fueras. Los jóvenes se miraron entre sí, sintiendo un escalofrío recorrer sus espaldas.
De repente, el cuadro cobró vida. La mujer salió de la pintura, con un vestido blanco y desgastado. Su rostro estaba desfigurado y su sonrisa era siniestra. Los jóvenes, petrificados de miedo, intentaron huir, pero la puerta se cerró de golpe, atrapándolos dentro.
La mujer comenzó a reírse, su risa retumbaba en la habitación. Los jóvenes se abrazaron unos a otros, tratando de encontrar consuelo en medio de la oscuridad y el terror. Intentaron romper la puerta, pero era como si estuviera hecha de acero.
La mujer se acercó lentamente a ellos, cada vez más cerca, con su risa estridente llenando sus oídos. Los jóvenes cerraron los ojos, esperando lo peor. Pero justo cuando pensaron que todo estaba perdido, un destello de luz atravesó la habitación.
Un rayo golpeó el cuadro de la mujer y esta desapareció instantáneamente. La puerta se abrió de golpe, permitiendo a los jóvenes escapar. Corrieron a toda prisa fuera de la Mansión Tenebrosa, sin mirar atrás.
Desde aquel día, la Mansión Tenebrosa permaneció en silencio, como si los espíritus malignos hubieran sido liberados. Los jóvenes nunca olvidaron esa noche de terror y prometieron no volver a adentrarse en lugares oscuros y desconocidos.
La ciudad siguió su curso, aparentemente normal, pero siempre con la sombra de la Mansión Tenebrosa recordándoles que el mal acecha en los lugares más inesperados. Y así, la historia de terror en la ciudad se convirtió en una advertencia para todos aquellos que se atrevieran a explorar los límites de lo desconocido.
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