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viernes, 23 de agosto de 2024

Asesinato en la discoteca


 

El estruendo de la música vibraba en las paredes de la discoteca "Eclipse", un lugar conocido por sus luces cegadoras y ritmos que hacían temblar el suelo. Era una noche más en la ciudad, donde las almas jóvenes se reunían para escapar de la rutina diaria, buscando perderse en el frenesí del baile y las bebidas.

Eran las tres de la madrugada, y la pista de baile estaba llena de cuerpos moviéndose al unísono, apenas visibles bajo los destellos de luces estroboscópicas. En el centro, un grupo de amigos celebraba el cumpleaños de Sara, una joven que irradiaba alegría y energía, ajena al oscuro giro que la noche estaba a punto de dar.

Mientras todos reían y brindaban, un hombre de aspecto sombrío y mirada inquieta entró en la discoteca. Nadie lo conocía, y su presencia pasó desapercibida entre la multitud. Vestía de negro, con una gorra que le ocultaba el rostro y una chaqueta que parecía demasiado gruesa para la calurosa atmósfera del lugar.

Se dirigió con paso firme hacia la barra, pidiendo una bebida que apenas tocó. Sus ojos, sin embargo, no dejaban de escanear el lugar, buscando a alguien entre las sombras danzantes. Cuando finalmente los encontró, una sonrisa helada se dibujó en su rostro.

Sara, envuelta en risas y abrazos, se separó un momento del grupo para dirigirse al baño. El hombre la siguió con la mirada, y, asegurándose de no ser visto, se deslizó entre la multitud tras ella.

El baño de la discoteca estaba casi vacío, salvo por una pareja que discutía acaloradamente en una esquina. Sara entró en el cubículo y cerró la puerta, ajena al peligro que se cernía sobre ella. Fue entonces cuando el hombre sacó algo de su chaqueta, un objeto que brilló bajo la tenue luz del lugar. Con movimientos rápidos, se acercó a la puerta del cubículo, y en un abrir y cerrar de ojos, la empujó con fuerza.

Lo que sucedió después fue un caos de sonidos sordos, forcejeos y un grito ahogado que quedó perdido entre los bajos de la música que retumbaba en las paredes. La pareja que discutía salió corriendo, sin atreverse a mirar atrás.

Unos minutos después, el hombre salió del baño con la misma calma con la que había entrado. Se dirigió hacia la salida, perdiéndose en la multitud sin que nadie notara la sombra de muerte que había dejado tras de sí.

La música continuó, la gente siguió bailando y riendo, ajena a lo que acababa de ocurrir. No fue hasta que una chica entró al baño buscando a su amiga, que los gritos de horror rompieron el ambiente festivo.

El cuerpo de Sara yacía en el suelo, con una herida profunda en el pecho y la mirada perdida en la nada. Su cumpleaños había terminado en tragedia.

La discoteca se llenó de pánico. La policía llegó pronto, pero el asesino ya estaba lejos, mezclado con la noche que lo había engullido.

El caso quedó en manos de los detectives, quienes encontraron pocas pistas en el lugar. Solo un rastro de huellas que se desvanecían en la salida, y el recuerdo amargo de una joven cuya vida fue arrebatada en un instante.

La noticia del asesinato en "Eclipse" se esparció rápidamente por la ciudad, convirtiéndose en una historia que todos contarían, pero que pocos entenderían. Mientras tanto, en algún lugar, el asesino se regodeaba en su impunidad, esperando la próxima vez que la oscuridad le diera cobertura para actuar.