En un lugar muy lejano, un viejo caballo, vagabundeaba por el bosque tras ser arrojado de su hogar por su amo.
Tan triste era su expresión, que al verlo pasar, un zorro le pregunto:
-¿Por qué tienes esa cara tan triste amigo?
-Ay zorrillo-dijo el caballo- mi amo ha dejado de verme como un animal útil y me ha echado de su casa.
-Pero ¿lo ha hecho así sin más?
-No amigo. Me ha dicho que si quería volver a la comodidad de mi cuadra, debería llevarle un león a la puerta de su casa. Pero ya ves que en mi estado, me es imposible hacer tal hazaña.
-No te preocupes caballo, yo haré que vuelvas a tu hogar. Ahora mismo vas a tirarte al suelo y parecer que estás muerto.
Hecho esto, el zorro corrió a ver a un león que vivía en una cueva cercana y desde la distancia le hablo de esta manera:
-Oye león, he visto un caballo muerto cerca de aquí, sígueme si quieres llenar tu barriga.
Emocionado ante tal promesa, acompaño al zorro hasta el lugar en el que estaba el caballo.
-Uy león, creo que aquí pueden venir a molestarte otros animales. Mejor te lo ato en tu cola y te lo llevas a tu casa, para comerlo con tranquilidad.
Complacido el león con la idea del zorro, se dejó caer en el suelo para que pudiera atarle su comida al rabo. Tan confiado estaba, que no se dio cuenta de que el zorro le había atado sus patas a la cola del caballo.
Esta astuta maniobra, permitió al caballo llevarse al león hasta su antigua casa, convenciendo a su dueño del gran error que había cometido y permitiéndole vivir una apacible existencia hasta el fin de sus días.
Este relato nos demuestra que siempre es bueno encontrarnos con otras personas que fuera de nuestra situación pueden ver al otro lado del bosque , eso que los árboles no nos dejan ver.