Se dice que por las noches, en lo más profundo de la selva boliviana, se oye un sonido estremecedor, parecido a un llanto o un lamento. Este sonido es producido por un ave nocturna y solitaria, denominada guajojó.
La leyenda que gira en torno al guajojó comienza en un antiguo pueblo indígena boliviano, en el que vivía una joven, hija de un cacique y hechicero. Ésta se había enamorado perdidamente de un joven guerrero de su tribu y al poco, comenzaron una relación furtiva, ya que el cacique y no vería con buenos ojos esta unión.
Pero el cacique no tardó en enterarse, y furioso, decidió acabar con esta relación; pese a las súplicas de su hija, mandó a la guerra a sus hombres, entre los que se encontraba el joven amante, pensando que lo enviaba a una muerte segura. Así su hija tendría que olvidarse de él y podría casarla con alguien que estuviera a su altura.
Pero tras la guerra, los guerreros regresaron, y la sorpresa del cacique fue mayúscula cuando, entre ellos, regresaba el joven. Harto, el cacique decidió acabar con el problema con sus propias manos. Invitó a tres soldados a cazar con él y se separaron en parejas. Obviamente, la pareja del cacique era el amante de su hija. Cuando estuvieron lo suficientemente lejos, el joven fue apuñalado.
Esta escena fue presenciada por la joven, que no fiándose de las intenciones de su padre, los había seguido. Asustada, regresó velozmente a la tribu. Cuando llegó su padre, la encuentró llorando desconsoladamente y ésta le amenazó con contarle a todo el mundo lo que el cacique había hecho. El padre, atemorizado por las consecuencias, decidió convertir a su hija en un pájaro guajojó.
Por eso se dice que aquel lamento que se escucha por la noches en la selva, es la joven, que sigue lamentándose por la muerte de su amado.