Dice la leyenda que en la orilla izquierda del Onyar, en el barrio del Mercadal, había un convento de monjas poco devotas y que llevaban una vida desordenada. Entre ellas había una novicia con verdadera vocación religiosa que les recriminaba la viada que llevaban.
Las otras monjas para no oír sus recriminaciones, la encerraron en una celda en el subterráneo del convento. Estuvo encerrada durante muchos años y debido a la mala alimentación, la oscuridad y la humedad le fueron saliendo por todo el cuerpo unas escamas hasta quedar convertida en una especie de cocodrilo. Pero debido a su santidad y pureza de alma también le salieron en la espalda, a pesar de su aspecto, unas maravillosas alas de mariposa de bonitos colores transformándose en Cocollona.
Cuando murió, su fantasma se veía nadando por el río Onyar muy cerca de donde había estado prisionera. Más o menos donde se empezó a ver, entre el puente de piedra y el puente de las pescaderías viejas. Se dice que solamente en las noches de luna llena, hacia el alba, los gerundenses sensibles, pueden ver la translúcida figura de la Cocollona nadando río arriba y abajo hasta que sale el primer rayo de luz…