domingo, 23 de diciembre de 2018

SI VAS LENTO, LLEGARÁS MUY TEMPRANO. SI VAS RÁPIDO, TARDARÁS TODO EL DÍA – CUENTO FILIPINO


En un pequeño pueblo al lado del mar, vivía un hombre en una cabaña. Una mañana, decidió ir a recolectar cocos. Así que se levantó temprano, cogió su caballo y se fue al lado de la playa, donde había muchas palmeras. Con algunas dificultades, subió a la que tenía más cerca y fue cogiendo los cocos que había en la copa. Los fue colocando sobre su montura, pero había tantos que casi no cabían y el pobre animal iba muy cargado.

Empezó a caminar hacia el pueblo, pero como no estaba muy seguro del camino que había tomado, decidió preguntar a un chico con el que se cruzó:
– Oye chico, ¿te puedo hacer una pregunta?

El joven, que parecía muy despierto, se paró y le contestó con una sonrisa:
– Claro.
– ¿Sabes cuánto tiempo tardaré en llegar al pueblo por este camino?

El chico miró al hombre y después a su caballo. Y, tras pensar un momento, respondió:
– Si vas lento, llegarás muy temprano. Pero si vas rápido, tardarás todo el día.

Y, sin decir nada más, siguió su camino.

El hombre se quedó muy extrañado con esa respuesta y no le hizo caso al chico. Por eso, decidió espolear a su caballo para ir más deprisa. Pero al cabo de pocos metros tuvo que parar. Con las prisas, los cocos que sobresalían se habían caído. Así que amarró al caballo y volvió a colocar los cocos en su sitio. Para recuperar el tiempo que había perdido, hizo que el caballo todavía fuese más rápido. Pero los cocos volvieron a caerse, aún más deprisa que antes. Y así siguió una y otra vez todo el camino. Recogía los cocos, hacía ir más deprisa al caballo para recuperar el tiempo perdido, y los cocos volvían a caerse. Así, cuando llegó al pueblo, ya era de noche. Ya en su casa, el hombre se lamentó de lo que le había costado volver y dio la razón al chico con el que se había cruzado. Si no hubiera ido con tantas prisas, los cocos no se le habrían caído y hubiera llegado mucho antes.

sábado, 22 de diciembre de 2018

LA BATALLA DE LAS TERMÓPILAS – GRECIA


Estatua de Leónidas en Grecia

El ambicioso emperador persa, Jerjes, reunió un ejército y una armada inmensos para conquistar la totalidad de Grecia. Como respuesta a la inminente invasión, el general ateniense Temístocles propuso que los aliados griegos bloquearan el avance del ejército persa en el estrecho desfiladero de las Termópilas, de necesario paso hacia el sur de Grecia (Beocia, Ática y el Peloponeso).

Un ejército aliado, formado por unos 7.000 hombres aproximadamente, marchó para bloquear el paso del ejército persa, que conforme a las estimaciones modernas estaría compuesto por unos 300.000 hombres.

Enormemente superados en número, los griegos detuvieron el avance persa durante siete días, antes de que la retaguardia fuera aniquilada. Durante dos días completos de batalla, una pequeña fuerza, comandada por el rey Leónidas de Esparta, bloqueó el único camino que el inmenso ejército persa podía utilizar para acceder a Grecia. Tras el segundo día de batalla, un residente local, llamado Efialtes, traicionó a los griegos mostrando a los invasores un pequeño camino que podían utilizar para acceder a la retaguardia de las líneas griegas.

Sabiendo que sus líneas iban a ser sobrepasadas, Leónidas despidió a la mayoría del ejército griego, permaneciendo en primera línea de batalla junto con 300 espartanos y algunos cientos de soldados más para proteger su retirada griega. Casi todos estos valientes murieron en una lucha tan heroica como suicida.

Tras la batalla, Jerjes tuvo curiosidad acerca de porqué los griegos habían enviado un número tan pequeño de fuerzas e hizo que unos supervivientes fueran interrogados en su presencia. La irónica respuesta que recibió fue que tan pocos fueron porque todos los demás hombres estaban participando en los Juegos Olímpicos. Cuando Jerjes preguntó cuál era el premio para el ganador, la respuesta fue “una rama de olivo”. Al escuchar esto, un general persa llamado Tigranes exclamó, “¡Por los dioses!  ¿qué tipo de gente son estos contra los que nos has traído a luchar? ¡No compiten por riquezas sino por honor!



¿SABÍAS QUÉ…?

Las Termópilas es un desfiladero de Grecia. Su nombre quiere decir: «fuentes calientes», debido a sus numerosos manantiales naturales de aguas termales. Según el mito, las aguas de las Termópilas se calentaron cuando Heracles se sumergió en ellas mientras moría abrasado.
La batalla de las Termópilas fue una confrontación de la Segunda Guerra Médica en la que se enfrentaron el Imperio persa de Jerjes I y una alianza de polis griegas lideradas por Esparta.
Entre las curiosidades y leyendas que Heródoto cuenta de la batalla, a propósito del gran tamaño del ejército persa, es famosa la anécdota según la cual, en palabras del autor, el más valiente de los griegos fue el espartano Dienekes, pues antes de entablarse el combate dijo a los suyos que le habían dado buenas noticias, que le habían dicho que los arqueros de los persas eran tantos que «sus flechas cubrían el sol» y «volvían el día en noche» y que de este modo, si los persas les tapaban el sol, en lugar de tener que combatir bajo él, podrían luchar a la sombra (εἰ ἀποκρυπτόντων τὣν Μήδων τὸν ἥλιον ὑπό σκιή ἔσοιτο πρὸς αυτούς ἡ μάχη καὶ οὐκ ἐν ἡλίω).
Dienekes, y los espartanos en general, consideraban el arco como un arma poco honorable, ya que evadía el enfrentamiento cuerpo a cuerpo.
Fuente: wikipedia