El ambicioso emperador persa, Jerjes, reunió un ejército y una armada inmensos para conquistar la totalidad de Grecia. Como respuesta a la inminente invasión, el general ateniense Temístocles propuso que los aliados griegos bloquearan el avance del ejército persa en el estrecho desfiladero de las Termópilas, de necesario paso hacia el sur de Grecia (Beocia, Ática y el Peloponeso).
Un ejército aliado, formado por unos 7.000 hombres aproximadamente, marchó para bloquear el paso del ejército persa, que conforme a las estimaciones modernas estaría compuesto por unos 300.000 hombres.
Enormemente superados en número, los griegos detuvieron el avance persa durante siete días, antes de que la retaguardia fuera aniquilada. Durante dos días completos de batalla, una pequeña fuerza, comandada por el rey Leónidas de Esparta, bloqueó el único camino que el inmenso ejército persa podía utilizar para acceder a Grecia. Tras el segundo día de batalla, un residente local, llamado Efialtes, traicionó a los griegos mostrando a los invasores un pequeño camino que podían utilizar para acceder a la retaguardia de las líneas griegas.
Sabiendo que sus líneas iban a ser sobrepasadas, Leónidas despidió a la mayoría del ejército griego, permaneciendo en primera línea de batalla junto con 300 espartanos y algunos cientos de soldados más para proteger su retirada griega. Casi todos estos valientes murieron en una lucha tan heroica como suicida.
Tras la batalla, Jerjes tuvo curiosidad acerca de porqué los griegos habían enviado un número tan pequeño de fuerzas e hizo que unos supervivientes fueran interrogados en su presencia. La irónica respuesta que recibió fue que tan pocos fueron porque todos los demás hombres estaban participando en los Juegos Olímpicos. Cuando Jerjes preguntó cuál era el premio para el ganador, la respuesta fue “una rama de olivo”. Al escuchar esto, un general persa llamado Tigranes exclamó, “¡Por los dioses! ¿qué tipo de gente son estos contra los que nos has traído a luchar? ¡No compiten por riquezas sino por honor!
¿SABÍAS QUÉ…?
Las Termópilas es un desfiladero de Grecia. Su nombre quiere decir: «fuentes calientes», debido a sus numerosos manantiales naturales de aguas termales. Según el mito, las aguas de las Termópilas se calentaron cuando Heracles se sumergió en ellas mientras moría abrasado.
La batalla de las Termópilas fue una confrontación de la Segunda Guerra Médica en la que se enfrentaron el Imperio persa de Jerjes I y una alianza de polis griegas lideradas por Esparta.
Entre las curiosidades y leyendas que Heródoto cuenta de la batalla, a propósito del gran tamaño del ejército persa, es famosa la anécdota según la cual, en palabras del autor, el más valiente de los griegos fue el espartano Dienekes, pues antes de entablarse el combate dijo a los suyos que le habían dado buenas noticias, que le habían dicho que los arqueros de los persas eran tantos que «sus flechas cubrían el sol» y «volvían el día en noche» y que de este modo, si los persas les tapaban el sol, en lugar de tener que combatir bajo él, podrían luchar a la sombra (εἰ ἀποκρυπτόντων τὣν Μήδων τὸν ἥλιον ὑπό σκιή ἔσοιτο πρὸς αυτούς ἡ μάχη καὶ οὐκ ἐν ἡλίω).
Dienekes, y los espartanos en general, consideraban el arco como un arma poco honorable, ya que evadía el enfrentamiento cuerpo a cuerpo.
Fuente: wikipedia
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