jueves, 22 de junio de 2023

Meigas Gallegas


 

Había una vez, en las místicas tierras de Galicia, un pequeño y encantador pueblo rodeado de bosques frondosos y acantilados escarpados. Era un lugar donde la magia y la tradición se entrelazaban en cada rincón, y las leyendas de las meigas, las brujas gallegas, cobraban vida.

En este pequeño pueblo vivía una joven llamada Ana, cuya abuela, doña Rosalía, era conocida en toda la región por ser una meiga poderosa y sabia. Desde que era una niña, Ana había sido criada con historias de meigas y había aprendido los secretos de la magia ancestral.

Una noche, mientras Ana paseaba por el bosque, escuchó un canto suave y misterioso. Siguiendo el sonido, llegó a un claro donde había un grupo de meigas danzando alrededor de una hoguera. Sus vestidos oscuros y sus sombreros puntiagudos les conferían un aire misterioso y fascinante.

Intrigada, Ana se acercó tímidamente al círculo de meigas. Al verla, una de ellas, la meiga más anciana y respetada, se acercó y le dijo: "Joven Ana, has sido elegida por la magia que fluye en tus venas. Es hora de que aprendas los secretos de las meigas y continúes nuestra tradición".

A partir de ese momento, Ana se convirtió en aprendiz de las meigas y pasó los días sumergida en un mundo de hechizos, pociones y rituales. Aprendió a utilizar las hierbas del bosque para sanar y a invocar el poder de la luna para sus encantamientos.

Pero Ana también descubrió que el verdadero poder de las meigas no radicaba solo en sus habilidades mágicas, sino en su conexión con la naturaleza y su sabiduría ancestral. Aprendió a respetar y cuidar el equilibrio del mundo natural, convirtiéndose en una defensora de la tierra y sus criaturas.

Con el paso del tiempo, Ana se convirtió en una meiga poderosa y respetada en su comunidad. Ayudaba a los lugareños con sus problemas y protegía el pueblo de las energías malignas que acechaban en la oscuridad.

Pero lo más importante, Ana mantuvo viva la tradición de las meigas gallegas, transmitiendo su sabiduría a las generaciones futuras. A medida que pasaban los años, más y más jóvenes se unían al linaje de las meigas, manteniendo viva la magia y el legado de Galicia.

Así, las meigas gallegas continuaron siendo un símbolo de poder y sabiduría en la región, y su influencia mágica perduró a lo largo del tiempo. Los bosques de Galicia siempre estarían llenos de su energía y encanto, y aquellos que se adentraran en ellos podrían sentir la presencia de las meigas, custodias de los secretos más profundos de la tierra gallega.

miércoles, 21 de junio de 2023

Día Internacional ELA



Había una vez una mujer llamada Luisa. Era una mujer fuerte y enérgica, llena de vida y entusiasmo. Disfrutaba de su carrera como maestra de escuela y siempre se encontraba rodeada de amigos y familiares. Sin embargo, un día su vida dio un giro inesperado.

Luisa comenzó a notar debilidad en sus manos y dificultades para realizar tareas cotidianas como escribir o sostener objetos. También experimentaba fatiga constante y tropezaba con frecuencia. Preocupada, decidió buscar ayuda médica.

Después de varios exámenes y consultas, Luisa recibió un diagnóstico devastador: ELA, esclerosis lateral amiotrófica. La noticia la dejó atónita y se sintió abrumada por la incertidumbre que la enfermedad traía consigo.

A medida que la ELA avanzaba, Luisa tuvo que enfrentar una serie de desafíos. La debilidad muscular se extendió por todo su cuerpo, lo que dificultaba su capacidad para moverse y realizar las actividades diarias. Se vio obligada a dejar su trabajo y a adaptar su estilo de vida a medida que la enfermedad progresaba.

A pesar de las dificultades, Luisa se mantuvo valiente y decidida. En lugar de dejarse vencer por la ELA, decidió convertirse en una defensora de la concienciación sobre esta enfermedad. Se unió a organizaciones de ELA y compartió su historia para ayudar a otros a comprender los desafíos que enfrentan las personas con esta enfermedad.

Con el tiempo, Luisa se convirtió en una inspiración para muchas personas. A través de sus esfuerzos, logró crear conciencia sobre la ELA y recaudar fondos para la investigación. Organizó eventos locales para conmemorar el Día Internacional de la ELA, donde las personas se reunían para mostrar su apoyo y solidaridad hacia aquellos afectados por la enfermedad.

En cada Día Internacional de la ELA, Luisa recordaba la importancia de la investigación y la necesidad de encontrar una cura para esta enfermedad devastadora. Se esforzó por recordar a todos que, aunque la ELA puede ser una batalla difícil, es importante mantenerse unidos y apoyarse mutuamente.

A medida que pasaban los años, la voz de Luisa se hizo más fuerte y resonante. Sus esfuerzos no solo ayudaron a recaudar fondos para la investigación de la ELA, sino que también brindaron esperanza y consuelo a las personas afectadas. A través de su lucha incansable, Luisa demostró que la ELA no definía quién era, sino que solo era un obstáculo en su camino hacia la superación y la inspiración.

En cada Día Internacional de la ELA, su historia se recordaba y se celebraba. Luisa se convirtió en un símbolo de fortaleza y perseverancia, y su legado continuó inspirando a las generaciones futuras a seguir luchando por una cura para la ELA y a brindar apoyo a quienes viven con esta enfermedad.

Así, hoy 21 de junio Día Internacional de la ELA, las personas de todo el mundo recordamos la historia de Luisa y nos unimos en solidaridad para crear conciencia y encontrar una solución a esta enfermedad. (RARA).


En agradecimiento a Juan Carlos Unzué gran luchador contra la ELA