sábado, 25 de junio de 2016

EL TAJO DE ROLDÁN





Frente a la costa de Benidorm se sitúa una pequeña isla. Da la casualidad de que justo en frente, en la península, se encuentra la montaña Puig Campana, a la cual le falta un pedazo de roca en su cima. Este hecho ha dado lugar a diversas leyendas.


Una de esas leyendas cuenta que hace muchos siglos vivía en aquellos solitarios parajes un gigante llamado Roldán. Éste era el dueño y señor del lugar; si los animales le atacaban, en dos zancadas Roldán se había puesto a salvo, y cuando el calor era sofocante, llegaba rápidamente al mar. A pesar de todo, el gigante no era feliz. Había algo que faltaba en su vida, algo que diera sentido a su existencia.

Un día, cuando se dirigía al mar para bañarse, cuando vio a una joven jugando despreocupada con el agua. Cuando percibió la presencia de Roldán, se volvió y en vez de asustarse y salir huyendo, ésta le ofreció un cuenco de agua. La joven rió y el gigante hizo lo mismo, sintiéndose por primera vez feliz. Desde ese momento no se separaron.

Los dos vivieron en la cabaña que el gigante había adecuado para que la joven estuviera cómoda y dormían juntos bajo las estrellas. Pero la dicha no duró mucho. Un día, cuando Roldán volvía a la cabaña, se cruzó con un ser extraño, parecido a una sombra. El gigante le preguntó por su identidad, pero el ser no respondió. Lo único que dijo fue:

Corre si quieres encontrar viva a tu compañera pues cuando muera el día acabará también su vida. Cuando el último rayo de sol abandone tu cabaña, morirá.

Roldán partió veloz hacia su cabaña y efectivamente encontró a la joven moribunda. El gigante se quedó petrificado, sin saber como reaccionar. Tenía miedo de que un pequeño movimiento pudiera romper el frágil hilo que la unía a la vida. Lo único que se atrevió a hacer fue amenazar al astro rey para que frenara su carrera. El gigante se repetía una y otra vez la profecía:

"Cuando se oculte el sol, cuando su último rayo desaparezca de la faz de la tierra, morirá, morirá, MORIRÁ..."

El sol seguía su camino, ocultándose cada vez más tras el Puig Campana. Enloquecido, Roldán corrió a la montaña y de un puntapié arrancó un enorme pedazo de piedra, que fue a parar al mar. Por el hueco creado, el sol continuó iluminando la cabaña, lo que concedió unos instantes más de vida a su amada. Pero el sol despareció por completo, sin que el gigante pudiera hacer nada, y la joven murió.
Roldán la cogió en brazos y caminó guiado por el plateado resplandor de la luna. Atravesó la playa y se adentró en el mar. Así fue como llegó al islote recién creado y depositó allí a la joven, de la que nunca se separó.

lunes, 13 de junio de 2016

LA LEYENDA DE LA MATRIOSKA





Existió en Rusia un carpintero llamado Serguei, quien poseía un gran talento tallando todo tipo de objetos, pues era algo que le venía de familia. Cada semana, Serguei desafiaba al frío dominante en la región del Cáucaso, para ir en busca de madera con la que trabajar. Sin embargo, una mañana, la nieve había cubierto por completo el paisaje, pese a lo cual el carpintero no se desanimó y esperando que la fortuna estuviera de su lado, salió a recoger madera. Por desgracia, toda la madera que encontraba estaba húmeda y no serviría más que para azuzar la estufa.

Apesadumbrado, Serguei emprendía el camino de regreso a casa, cuando divisó un bulto que sobresalía de un árbol. Al acercarse comprobó que se trataba de un espléndido trozo de madera, adecuado para su talla. Lo recogió y regresó a su casa agradecido por la suerte que había tenido.

Serguei se pasó días decidiendo que tallar, pues sin duda debía ser algo muy especial. Al fin, una mañana, el carpintero decidió que tallaría una muñeca, así que dispuso el tronco sobre su mesa de trabajo y comenzó su obra con esfuerzo y dedicación. Tardó una semana en acabarla y al admirarla se dio cuenta de que era su mejor obra. Decidió entonces que no la vendería, sino que la conservaría y así le haría compañía en su soledad.

"Te llamaré Matrioska" dijo el carpintero.

Todas las mañanas Serguei se dirigía a Matrioska para desearle unos buenos días, hasta que un día, y para sorpresa del carpintero, la muñeca le respondió:

"Buenos días Serguei"

Pasaron los días, y Serguei se dio cuenta de que Matrioska cada vez estaba más triste. Al preguntarle por el motivo de su tristeza, la muñeca le confesó que le haría muy feliz tener un hijo.

"Tendré que abrirte y sacar madera de ti, lo cual será muy doloroso" contestó Serguei.

"En la vida, las cosas importantes requieren de pequeños sacrificios" replicó Matrioska.

Así fue como se cumplió el deseo de la muñeca. Con la madera de su interior, el carpintero realizó otra muñeca más pequeña a la que llamó Trioska. Sin embargo, el instinto maternal se apoderó también de Trioska, y Serguei, cediendo a sus deseos, talló otra réplica más pequeña aún, llamándola Oska. Y otra vez, el carpintero se vio en la misma situación; Oska quería descendencia. Pero ya casi no quedaba madera, por lo que Serguei talló un muñeco diminuto, al que bautizó con el nombre de Ka, y le pintó unos bigotes.

"Eres un hombre, no puedes tener hijos" le dijo Serguei para poner fin al problema.

Entonces el carpintero metió a Ka dentro de Oska y a ésta en el interior de Trioska y a Trioska dentro de Matrioska.

Esta es la historia de Serguei y Matrioska, quien un día desapareció con toda su familia dejando al carpintero desolado.