Achamán (dios del cielo, dios supremo).
Magec (dios del sol).
Achuguayo (dios de la luna).
Chaxiraxi (diosa madre).
Chijoraji (hijo de Chaxiraxi).
Achuhucanac (dios de la lluvia).
Guayota (demonio, dios del mal).
La religión guanche era politeísta y animista, los guanches tenían sus propios dioses, distintos en cada isla, pero ninguno común, aunque sí con conceptos comunes.
En El Hierro tenían dos divinidades importantes, Eraorahan (varón) y Moneiba (mujer) como dioses benignos y otro maligno al que rogaban en tiempos de desesperación, llamado Aranfaybo.
En La Gomera adoraban a un dios creador llamado Orahan y por el otro lado a Hirguan, el dios maléfico, con aspecto de hombre velludo.
En La Palma creían en un dios solar llamado Abora (luz superior), que habitaba en Tigot o Tigotán, el cielo. Los ritos en honor de Abora se celebraban con ofrendas animales en pirámides construidas por toda la isla1 Algunos accidentes geográficos se identificaban con Abora, el ejemplo más popular es el del Roque Idafe, en la Caldera de Taburiente. Los benahoaritas veían en este roque su Axis Mundi, una columna de piedra que sostiene el cielo, por ello en sus alrededores tenían lugar ceremonias rituales y ofrendas para que no se desplomase y, con ello, trajera el fin del mundo. También creían en un dios maligno con forma de enorme perro lanudo al que llamaban Iruene, parece que este ser emparenta con los Tibicenas de Tenerife y Gran Canaria. Mitos probablemente inspirados en una especie de perro de aguas gigante, del tamaño de un caballo según las crónicas, que habitaba las islas en la época prehispánica, el tamaño desmesurado de estos canes hace pensar en un proceso de especiación alopátrica. Los aborígenes veían en estos perros gigantes unos espíritus malignos que aprovechaban la noche para atacar los poblados y el ganado.
En Tenerife creían en Achamán (sinónimo de "los cielos"). Era el dios "bueno", el dios de la suerte, de lo benévolo y su dios principal. Por otro lado estaba Guayota, el demonio, que habitaba en el interior de Echeide (el infierno), identificado con el Teide. Magec (el sol) era uno de los dioses más importantes. El término mago, con el que los terratenientes castellanos denominaban despectivamente a los agricultores de origen guanche tras la conquista, tiene su origen en el culto que le rendían dichos agricultores a fin de obtener buenas cosechas. También los guanches de Tenerife adoraron a una imagen de la Virgen María bajo el nombre de diosa Chaxiraxi, que traducido al español significaría la "Madre del Sol" y/o "La que carga al Rey del Mundo". Actualmente los canarios siguen venerándola como Virgen de Candelaria (Patrona de Canarias).
En Tenerife, al igual que en otras islas, también existen indicios de un culto a los antepasados "espíritus ancestrales", culto conocido sobre todo por la momificación de los cadáveres. También creían en divinidades inferiores o domésticas guardianes de lugares específicos (genios), que podrían ser buenos (Dioses paredros) o malignos (Guacanchas o Tibicenas). Además creían en dioses de la luna (Achuguayo), y de la lluvía (Achuhucanac).
En Gran Canaria el dios superior y dios solar se denominaba Acoran pero existían muchos más dioses de menor importancia y elementos místicos tales como espíritus ancestrales, demonios y genios.
En Fuerteventura, adoraban a la montaña de Tindaya, donde se ofrecían presentes. También se han hallado en esta montaña una serie de grabados rupestres, los llamados "podomorfos".
En Lanzarote prácticamente se desconoce. Aunque se han encontrado figurillas de ídolos, al igual que en todas las demás islas.
Entre sus principales leyendas destacan la de la Creación del Mundo:
Según las creencias guanches, Guayota vivía en el interior del volcán Teide (Echeide, el infierno), Guayota era el demonio, el rey del mal. Según la leyenda, Guayota secuestró al dios Magec (dios de la luz y el sol), y lo llevó consigo al interior del Teide. Los guanches pidieron clemencia a Achamán, su dios supremo. Achamán consiguió derrotar a Guayota, sacar a Magec de las entrañas de Echeyde y taponar el cráter. Dicen que el tapón que puso Achamán es el llamado Pan de Azúcar, el último cono, de color blanquecino, que corona el Teide. Después según sus creencias un terremoto separó o fraccionó la isla de Echeide, hasta que se crearon las siete Islas Canarias. Tyterogaka (Lanzarote), Erbane (Fuerteventura), Tamarán (Gran Canaria), Achined (Tenerife), Gomera (La Gomera), Benahoare (La Palma) y Ezeró (El Hierro). Desde entonces Guayota permanece encerrado en el interior del Teide, cuándo el Teide entraba en erupción, era costumbre que los guanches encendieran hogueras con el fin de espantar a Guayota. Otra versión dice que esas hogueras servian para que si Guayota lograba salir de Echeyde, creyera que seguía en el infierno y pasase de largo.
La creación del Hombre:
En un principio era Achamán, dios poderoso y eterno que se bastaba a sí mismo. Antes de él sólo había la nada y el vacío, el mar no reflejaba el cielo y la luz aún carecía de colores. Achamán también se llamaba Abora y también Alcorac. A él debían su existencia las criaturas, pues creó la tierra y el agua, el fuego y el aire, y toda la vida que en ellos cabía. Achamán habitaba las alturas y a veces las cumbres de las montañas para regocijarse contemplando lo que ante su mirada se avivaba.
Un día se detuvo Achamán en la cima de Echeyde. Desde allí su obra le pareció más bella y perfecta, como si la descubriese por vez primera, y pensó que debía compartirla. Entonces decidió hacer a los seres humanos para que también ellos admirasen lo creado, para que de ellos hicieran uso y para que lo conservasen.
Chaxiraci (Diosa madre guanche) Hoy Virgen de la Candelaria (Patrona de Canarias)