martes, 9 de octubre de 2012

Encuentro entre un pastor y una cobra






En Pardesoa, Tierra de Montes, en una aldea en la que sólo había cabras y ovejas contrataron a un pastor para que las guardase a todas juntas.

El pastor contratado salía para el monte con el día y regresaba con la noche.

Volvía con la noche y con todas las ovejas y las cabras que había llevado -y con alguna más si es que había parto en esa jornada, y el rebaño iba aumentando y las ovejas y las cabras se veían gordas y brillantes.
Llevaba en el morral un cantero de pan, queso y tocino y una bota de vino, y con unas pesetas que le pagaban por mes, se daba por satisfecho y se sentía feliz.

Pero sucedió que una jornada volvió con dos ovejas menos, y otra con una cabra menos, y otra echó en falta tres ovejas.

Cada día faltaba algo, y el rebaño disminuía a ojos vistas.

Decidieron vigilarlo. Al otro día salió el hombre más fuerte de la aldea detrás del pastor, a cierta distancia, para observar lo que hacía con el rebaño.


El fortachón llegó al monte, se escondió y aguardó.

Al cabo de un momento oyó un fuerte silbido y vio una cobra enorme, de muchos metros de largo y gruesa como un brazo, que se lanzaba sobre las ovejas y las agarraba por el pescuezo.

El pastor, que estaba atento, se resistió y se le opuso.

Iniciaron una larga disputa, cuerpo a cuerpo.

La cobra lo quería envolver en sus anillos y él aplastarle la cabeza, y ninguno de los dos podía.


Duró mucho la pelea, y ya los dos contendientes se mostraban cansados, y decía la cobra:

Si tuviese una fuente no salías del monte.
Respondía el pastor:
Pues si yo tuviese un vaso de leche a mano
y un pedazo de pan
y el beso de una doncella, te tumbaba, cobra vieja.

Y la lucha continuaba, ora con ventaja para la cobra, ora para el rapaz.

El fortachón, que lo veía todo, corrió espantado hacia la aldea, buscó pan y leche, se hizo acompañar de una hermosa moza de la vecindad y volvió al monte.

Seguían allí peleando los adversarios, y tan cansados estaban, que se apartaron para descansar un instante, cada uno por su lado.

La muchacha le dio al pastor pan y leche, que él comió y bebió, y un sonoro beso.

Con eso venció fácilmente a la cobra que, derrotada, se transformó en una hermosísisma dama, pues resultó que era una mora encantada con figura de serpiente y el pastor había roto el encantamiento.

Pasado un tiempo prudencial, se casaron y fueron muy ricos, que parece que la mora tenía ocultos muchos tesoros, o sabía de ellos, que viene siendo lo mismo.

Pero, a pesar de tener todo cuanto quería, el antiguo pastor siguió tomando cada día unas migas de pan y un vaso de leche.

En cuanto a los besos de la doncella, eso es otra cosa.

Pero si usted va a Pardesoa, quizá ella esté aún y usted pueda probarlos.
Saben a manzana con queso.


lunes, 8 de octubre de 2012

La Cueva del rey Cintuolo





La Cueva del Rey Cintuolo está situada en la parroquia de Argomoso, en el municipio lucense de Mondoñedo. Destaca por ser la cueva caliza más grande de Galicia pudiéndose observar en su interior interesantes formaciones de estalactitas y estalagmitas. La cueva está formada por tres pisos de galerías, la inferior con una vía de agua con circulación parcialmente sifonante, que forman un total de casi cuatro kilómetros de longitud, lo que la convierte en que sea la cueva con mayor recorrido horizontal que existe en Galicia.
Cabe destacar que esta cueva posee un importante interés histórico, ya que en las excavacioness realizadas en el verano de 2002 dirigidas por la arqueóloga Rosa Villar, se encontraron materiales de la Edad de Hierro, (cerámica y huesos de vaca, cerdo y ciervo) en su entrada.
En sus proximidades se encuentra el Castro de Zoñán.


En Supena, cerca de Mondoñedo está esta cueva.

Sus leyendas hablan de fadas, encantos, tesoros y mouros que los guardan.

Cintuolo gobernaba en tiempos por aquellos lares en una ciudad que se llamaba Bría.

Tenía grandes riquezas y una hija muy hermosa que se llamaba Manfada querida por nobles y plebeyos por sus bondades.

Muchos príncipes y grandes señores acudían a rendir visita al rey por ver si podían casarse con su hija pero Cintuolo no tenía prisa por casarla, ni la princesa por casarse.

Sus pretendientes eran hombres rudos que habían ganado su fama y posesiones por la guerra, sublevación o asesinato lo cual no aumentaba su valía a los ojos del rey.
Una mañana llegó a Bría un joven conde acompañado de unos pocos escuderos.

Entre éstos había jóvenes y viejos para los cuales tenía una palabra amable y todos hablaban bien de este conde. Se hizo simpático a los ojos de la princesa y de su padre.

Pero al poco llegó otro cortejo con gran acompañamiento de hombres de armas que acampó en la plaza como si fuera tierra conquistada.

El jefe, hombre cruel y ya mayor envió un mensaje perentorio a Cintuolo exigiendo la mano de su hija para el rey Tuba de Oretón añadiendo que si no era atendido asaltaría el castillo.

El joven conde se ofreció al rey para luchar contra este energúmeno por el amor de la princesa y confiado en que las "boas fadas" le ayudasen en su esfuerzo.

Pero Tuba era un vedoreiro, un brujo; sabía que no era rival en buena lid del joven conde y reunió a sus consejeros, también brujos, para lanzar un encanto para vengarse de Cintuolo.

Hubo un horrísono trueno, un gran estruendo y la ciudad se derrumbó sobre las buenas gentes de Bría.


Todos perecieron.

El conde, que estaba velando las armas, saltó sobre su caballo y atacó al rey brujo al que atravesó con su espada.

Al volver al castillo vio que en su lugar había una gran caverna. Entró en ella y sólo encontró grandes piedras y fantásticas columnas pero Brías había desaparecido.

Desde entonces, en la cueva hay un encanto, una princesa rubia que puede ser vista al amanecer por el mortal de corazón limpio que pase por allí. Si puede desencantarla quedará dueño de sus riquezas, pero si falla, será devorado por un monstruo que vive en la cueva.