viernes, 12 de octubre de 2012

La Santa Compaña





La Santa Compaña, un mito, que se pierde en la noche de los tiempos, pero que sigue muy arraigado en la cultura popular gallega, y vinculado a los cientos de cruceiros de Galicia. La leyenda también sigue viva en Asturias- La Güestia- y en el oeste de Castilla y León (provincias de Zamora y León) y Extremadura.

Existe la creencia en las ánimas y que éstas se manifiestan y tienen su vida después de la muerte.

En la oscuridad aparece una procesión de almas en pena, va encabezada siempre por un vivo, el primero que han visto esa noche, si desea librarse de ellos y abandonar tan tétrico cortejo debe entregar los atributos a otro mortal, o bien colgarlos al cuello de un perro y encerrarse en un arca llena de maiz.
La Santa Compaña está formada por ánimas que van en dos hileras, envueltas en sudarios, con las manos frías y los pies descalzos.

Cada fantasma lleva una luz, pero es invisible, sólo un olor a cera y un ligero viento son las señales de que está pasando la legión de espectros.

Al frente va un espectro de mayor tamaño, la Estadea. Algunas veces llevan un ataúd en el que va un familiar del que presencia el paso. Este no tarda en morir.
Puede suceder que el que encuentra el paso a altas horas de la noche se vea obligado a seguir al cortejo portando una cruz y un caldero.
El acompañante puede transmitir su "empleo" si en una de las excursiones de los difuntos se encuentra con otra persona.


 Le da la cruz y el caldero y él queda libre mientras que la persona a quien se los ha dado es la que pasa a acompañar a los espectros.


A Santa Compaña
(poema celta)

Por veces recuerdo caminos perdidos

que sólo transitan personas heridas,

como almas en pena sin destino cierto,

largas procesiones que buscan la vida.

Marchan por la senda del silencio grave,

con la vista fija, sin decir palabra.

La gente del pueblo sabe de quien hablo,

sólo que la miran sin querer nombrarla.

Ambulan veredas de bosques cerrados

siempre acompañados de luna en menguante

y cruzan los surcos de trigales bajos,

viéndose a lo lejos como agonizantes.

Dicen que en las noches de niebla temprana

alumbran su paso con candiles tenues.

No se ven estrellas, los perros no ladran,

como por respeto a la santa compaña...


Cuenta la tradición popular que podrá librarse de ser capturada el alma del mortal que presencie la procesión si se sube a los escalones de un cruceiro o si porta una cruz y la exhibe a tiempo, también son protectores frente a la Santa Compaña hacer un círculo en el suelo y entrar en él, rezar y no escuchar el sonido que emite y sobre todo jamás aceptar la vela que nos tienda algún difunto de la procesión ya que de hacerlo formará parte de la Compaña.
      

jueves, 11 de octubre de 2012

A Cova da Serpe




La denominada ruta de "A Cova da Serpe" discurre íntegramente dentro de la Reserva de la Biosfera Terras do Miño, en los términos de Guitiriz, Begonte y Friol. Comenzamos en Baamonde, típico asentamiento poblacional frecuentado por los amantes de la buena comida que como valor añadido ofrece una visita a la Casa Museo de Víctor Corral, artista local especializado en las tallas de madera y granito que ha convertido su propia morada en taller y exposición permanente de su fecunda y variopinta obra.

Accediendo a través de un magnífico puente gótico, utilizado por los peregrinos del camino Norte, llegamos a San Alberte, en la parroquia de San Breixo. Una fuente de dos caños y sillares de cantería nos incita a beber de sus aguas frescas y "milagrosas": dicen solucionar problemas del habla. En una amplia explanada, antaño, también asentamiento de hospital de romeros a Compostela, surge majestuosa la iglesia gótica (para unos del XIII, para A. del Castillo de finales del XIV) donde resaltan los canecillos de sus fachadas laterales y los ocho contrafuertes del ábside y presbiterio. En el interior, columnas con capiteles tallados con motivos vegetales y figuras humanas, y una ventana ojival con arco ajimezado de origen árabe. Entre sus muros aún palpita la leyenda del feligrés con su bastón sujeto a la imagen del Santo con el demonio encadenado.

Y siguiendo con los mitos y tradiciones, en el límite con el vecino municipio de Friol, corona la cumbre de un cordal montañoso una pequeña oquedad en medio de una formación granítica conocida por "A Cova da Serpe"
Cuenta la leyenda popular  que siempre que podía la hermosa doncella

llamada Berta cabalgaba por los bosques de Friol, en tierras gallegas.

Su padre, el Señor de San Paio de Narla, no lo veía con buenos ojos, pese a que sus continuas ausencias le impedían ofrecer a su hija compañía y mayor control paterno.


Por eso no fue de extrañar lo que sucedió un día.
En medio de una cabalgada desenfrenada, la montura de la doncella terminó por desbocarse.
Un hombre de la aldea vió lo que pasaba y, a riesgo de resultar pisoteado por los cascos de la bestia, consiguió aferrarse al animal y apaciguarlo.
Luego acompañó a la mujer un trecho, pero al conocer quién era y dónde vivía, el campesino se retiró rápidamente.
A pesar de ello, la muchacha quedó impresionada por la fortaleza y la valentía de aquel hombre.
Al día siguiente, salió en su búsqueda.
No le fué muy difícil dar con él.
A partir de entonces, todas las tardes se veían.
El trato llevó al enamoramiento mutuo.
Al principio, creían que su relación permanecía a salvo de dimes y diretes, pero en aquellos lugares la intimidad es algo raro.
Pronto llegó a oídos del Señor de San Paio la amistad de su hija con un plebeyo, y estalló en un ataque de furia que derivó en la orden de apresar al aldeano que se había atrevido a acercarse a su hija.
Pero los caballeros les siguen, pisándoles los talones.
Cerca de allí, el aldeano sabe que existe una cueva. Todos tratan de evitar esos parajes. En el pueblo dicen que se trata de la guarida de un dragón, al que llaman la Serpe.
No hay más remedio.
El hombre conduce a su amada hasta la cueva y se introducen en ella.
No tienen armas.
Pero cuando aparece la cabeza del enorme dragón, con las fauces abiertas, dispuesto a matarlos, con una furia inmensa el aldeano se arroja contra la bestia, y grita a su amada que se ponga a salvo.

Los caballeros se han quedado en la entrada de la Cova da Serpe, sin atreverse a ir más allá, aterrorizados por los rugidos y los gritos que llegan hasta sus oidos desde el interior.

La hija de su señor sale huyendo de la Serpe, enloquecida por el dolor de perder a su amado y la terrible escena que acaba de contemplar.

Es conducida a la torre de su padre, donde llora su tragedia y su soledad.

Desde entonces, la Serpe sale a menudo de su guarida.

La inmensa serpiente va acabando con los ganados, y ataca a cuantos encuentra a su paso, en la zona cercana al que ya llaman el Pozo da Serpe.

Allí, un grupo de valientes consiguió al fin darle muerte, envenenándola.