domingo, 14 de julio de 2013

Recuerdos de niñez





Hoy domingo 14 de julio sentada ante el ordenador he recordado esos días hermosos de la niñez, cuando todos nuestros problemas eran , jugar y obedecer a nuestros padres.
Mi madre una mujer joven con dos carreras universitarias , se enamoró de un hombre humilde y trabajador y juntos formaron esa familia de la que tanto amor recibí.
Vivíamos en un pequeño pueblo pues mi madre era médico de los cinco pueblos que formaban el municipio, mi padre trabajaba en el ferrocarril y yo deseaba con todas mis fuerzas que llegara de su trabajo , pues tenía todo el tiempo para jugar conmigo y enseñarme cosas nuevas; solo cuando me hice mayor es cuando me he dado cuenta que ese tiempo se lo quitaba de su descanso para dármelo a mí.
Me hacía jaulas de madera y criaba canarios y me enseñaba a cuidarlos y a ser responsable , algo que a mi me encantaba, (sentir que era mayor.)
En los atardeceres de invierno me sentaba junto al fuego de la cocina y el me contaba historias y cuentos , que yo escuchaba con devoción , unas veces eran historias que contaban las gentes del lugar y otras veces simplemente se los inventaba, pero siempre con una moraleja para educarnos con amor, responsabilidad y tolerancia.
Nos contaba historias de la guerra española y nos decía que jamas deben enfrentarse los hermanos por política o religión , que debemos respetar sus creencias aunque no las compartamos.
El era una persona que no tenía estudios pues con 8 años empezó a trabajar de botones en un hotel en Madrid. Su sueño no conseguido por la situación y la vida tan distinta a la que tenemos ahora fueron las motos , soñaba con ser corredor , pero dedicó su vida a trabajar para darnos una vida mejor que la suya y con el amor de mi madre lo lograron tener esa familia unida y feliz.
Nos hacía caramelo derritiendo el azúcar en una cazuela y añadiendo avellanas o nueces que tanto abundaban por estas tierras de Cantabria.  
Me enseñó a montar a caballo y a disfrutar de una tarde en el campo con las cosas mas sencillas, un bocadillo y una cantimplora llena de agua y nuestro fiel perro de aguas llamado Trosky, se lo regalo para mí una artista de teatro que vino a Santander en el mes de agosto y ella la había llamado así.
En el verano me llevaba mi hermano mayor con el a pescar truchas a un pequeño riachuelo y me enseñó a cogerlas con un tenedor en las pequeñas pozas que quedaban .
Al cumplir los 10 años nos trasladamos a vivir a la capital Santander y ya mi vida cambió totalmente la vida en la ciudad es de casa al colegio y a casa o al parque con tus papás , esa libertad se terminó.
Yo he procurado dar a mis tres hijos ese amor que mis padres me dieron y a demostrarles que uno debe decir te quiero cuando lo sienta o lo necesite, pues a todos nos gusta que nos lo digan.
Bueno os contaré en otro momento mas historias de esas que guardo en mi cabeza pero sobre todo en mi corazón







jueves, 4 de julio de 2013

El zorro y el caballo



En un lugar muy lejano, un viejo caballo, vagabundeaba por el bosque tras ser arrojado de su hogar por su amo.

Tan triste era su expresión, que al verlo pasar, un zorro le pregunto:

-¿Por qué tienes esa cara tan triste amigo?

-Ay zorrillo-dijo el caballo- mi amo ha dejado de verme como un animal útil y me ha echado de su casa.

-Pero ¿lo ha hecho así sin más?

-No amigo. Me ha dicho que si quería volver a la comodidad de mi cuadra, debería llevarle un león a la puerta de su casa. Pero ya ves que en mi estado, me es imposible hacer tal hazaña.

-No te preocupes caballo, yo haré que vuelvas a tu hogar. Ahora mismo vas a tirarte al suelo y parecer que estás muerto.

Hecho esto, el zorro corrió a ver a un león que vivía en una cueva cercana y desde la distancia le hablo de esta manera:

-Oye león, he visto un caballo muerto cerca de aquí, sígueme si quieres llenar tu barriga.

Emocionado ante tal promesa, acompaño al zorro hasta el lugar en el que estaba el caballo.

-Uy león, creo que aquí pueden venir a molestarte otros animales. Mejor te lo ato en tu cola y te lo llevas a tu casa, para comerlo con tranquilidad.

Complacido el león con la idea del zorro, se dejó caer en el suelo para que pudiera atarle su comida al rabo. Tan confiado estaba, que no se dio cuenta de que el zorro le había atado sus patas a la cola del caballo.

Esta astuta maniobra, permitió al caballo llevarse al león hasta su antigua casa, convenciendo a su dueño del gran error que había cometido y permitiéndole vivir una apacible existencia hasta el fin de sus días.

Este relato nos demuestra que siempre es bueno  encontrarnos con otras personas que fuera de nuestra situación pueden ver al otro lado del bosque , eso que los árboles no nos dejan ver.