En lo profundo de las montañas, donde el frío cortante y la nieve perpetua dominan el paisaje, se encuentra un pequeño pueblo llamado Valle Helado. En este remoto lugar, una historia de terror acecha en medio del invierno implacable.
Un grupo de amigos decidieron aventurarse en una excursión de esquí a las montañas de Valle Helado. Empacaron sus equipos, abrigos gruesos y partieron hacia las cumbres nevadas. Sin embargo, la emoción pronto se convertiría en un escalofrío de miedo.
Mientras descendían por las empinadas pendientes, una tormenta inesperada surgió del cielo, cubriendo todo el valle con una neblina espesa y helada. La visibilidad se redujo a casi nada, y el grupo se separó en la confusión.
Uno a uno, los esquiadores comenzaron a desaparecer. Gritos ahogados y susurros terroríficos se escuchaban en la distancia, pero no se podía distinguir de dónde provenían. La sensación de ser observados se hizo insoportable.
Lucía, una de las integrantes del grupo, logró encontrar refugio en una vieja cabaña abandonada en medio del bosque cubierto de nieve. El interior estaba helado y oscuro, y parecía que nunca nadie la había habitado antes. Sin embargo, era la única opción para protegerse de lo desconocido.
Mientras se acurrucaba junto a la chimenea, tratando de mantener el calor, comenzó a escuchar pasos sigilosos en el exterior. Cada crujido de la nieve congelada la hacía temblar de miedo. El sonido se acercaba cada vez más, y la sensación de terror invadió su cuerpo.
De repente, la puerta se abrió violentamente y una figura oscura y desfigurada se paró en el umbral. La mirada vacía de sus ojos la petrificó de terror. Era una presencia malévola que parecía haber salido directamente de sus peores pesadillas.
Lucía intentó escapar, pero sus piernas no respondían. La figura avanzó lentamente hacia ella, cada paso lleno de una amenaza indescriptible. En un último acto de desesperación, Lucía encontró una vela y la encendió, iluminando la habitación con una tenue luz titilante.
Para su sorpresa, la figura se desvaneció en la oscuridad, como si nunca hubiera estado allí. La cabaña volvió a quedar en silencio, pero la sensación de que algo siniestro seguía presente permaneció en el aire.
A la mañana siguiente, cuando los rescatistas finalmente llegaron al Valle Helado, encontraron la cabaña vacía y abandonada. No había señales de Lucía ni del resto del grupo. Solo quedaba la nieve inmaculada y un misterio sin resolver.
Desde entonces, cuentan que en las noches más frías de invierno, se pueden escuchar los gritos lejanos y los susurros de aquellos que se perdieron en las montañas de Valle Helado. El terror en la nieve continúa persiguiendo a todos aquellos que se aventuran demasiado cerca.