Había una vez un pequeño ratón llamado Miguelito que vivía en un granero junto a su familia. Miguelito era muy curioso y siempre estaba en busca de nuevas aventuras. Un día, mientras exploraba el granero, encontró un delicioso pedazo de queso colocado sobre una trampa para ratones.
Atraído por el irresistible olor del queso, Miguelito decidió acercarse con cautela. Sin embargo, su sabio abuelo le había enseñado a ser precavido y a siempre analizar las situaciones antes de actuar. Miguelito se detuvo y pensó en las posibles consecuencias de su decisión.
Mientras observaba la trampa, se dio cuenta de que estaba diseñada para atrapar a cualquier ratón que intentara tomar el queso. Miguelito comprendió que el delicioso manjar no valía el riesgo de caer en la trampa. Decidió abandonar su deseo momentáneo y buscar una opción más segura para saciar su apetito.
A medida que avanzaba por el granero, encontró un montón de granos y semillas que habían caído de los sacos. Aunque no eran tan tentadores como el queso, Miguelito sabía que eran una opción mucho más segura y nutritiva. Se dio cuenta de que había hecho lo correcto al tomar una decisión consciente y responsable.
La moraleja de esta historia es que debemos ser cautelosos y pensar en las consecuencias antes de dejarnarnos llevar por los deseos momentáneos. A veces, lo que parece muy atractivo puede resultar peligroso o perjudicial para nosotros. Es importante tomar decisiones informadas y considerar tanto los beneficios como los riesgos antes de actuar.
Desde aquel día, Miguelito aprendió a pensar antes de actuar y a valorar su seguridad y bienestar por encima de los placeres fugaces. Su sabiduría y prudencia lo ayudaron a vivir una vida larga y feliz, evitando trampas y disfrutando de muchas aventuras sin ponerse en peligro innecesariamente.