Érase una vez, en un pequeño pueblo llamado Armonía, donde vivían animales de todas las especies. Aunque todos eran diferentes, convivían en paz y se respetaban unos a otros. Entre estos animales, había un conejo llamado Bruno, una ardilla llamada Sofía, y un mapache llamado Tomás. Ellos eran los mejores amigos y pasaban todo el tiempo juntos.
Un día, llegó un nuevo habitante al pueblo: un pequeño erizo llamado Esteban. Esteban era tímido y, debido a sus espinas, muchos animales no sabían cómo acercarse a él. Bruno, Sofía y Tomás observaron cómo Esteban se sentaba solo, alejado de los demás.
—Parece que nadie quiere jugar con él —dijo Bruno, con las orejas caídas.
—Tal vez le tenemos miedo por sus espinas —sugirió Sofía.
—Pero todos merecen tener amigos —afirmó Tomás con determinación.
Decidieron ir a hablar con Esteban. Se acercaron lentamente y, con una sonrisa amigable, Bruno dijo:
—Hola, soy Bruno, y estos son Sofía y Tomás. ¿Te gustaría jugar con nosotros?
Esteban levantó la mirada y sonrió tímidamente.
—Me encantaría, pero... ¿no les preocupan mis espinas? Podrían pincharse.
Tomás, siempre el más ingenioso, tuvo una idea.
—Podríamos encontrar una forma de jugar juntos sin lastimarnos. ¿Qué tal si intentamos algo diferente?
Así que decidieron jugar a lanzar y atrapar una pelota hecha de hojas suaves. De esta manera, las espinas de Esteban no serían un problema. Jugaron durante horas, riendo y disfrutando de la compañía.
Pronto, otros animales del pueblo vieron lo divertido que era jugar con Esteban y se unieron al grupo. Todos encontraron formas creativas de incluir al erizo en sus juegos. Al ver esto, Esteban se sintió aceptado y feliz.
Con el tiempo, el pequeño pueblo de Armonía se convirtió en un lugar aún más unido y tolerante. Aprendieron que, aunque todos eran diferentes, esas diferencias los hacían especiales y únicos. Esteban ya no se sentía solo, y Bruno, Sofía y Tomás habían ganado un nuevo amigo.
Desde entonces, en Armonía, siempre recordaban que la tolerancia y la amistad podían superar cualquier obstáculo. Y así, vivieron felices para siempre, disfrutando de sus diferencias y celebrando la diversidad que los hacía tan especiales.
Fin.
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