Cecilia ha pasado el día con sus amigos por el bosque de excursión y se ha bañado en el río
pues la mañana amaneció radiante y con una temperatura muy agradable por lo que decidieron pasar la jornada por los hermosos bosques de Cantabria.
Al caer la tarde regresaron al pueblo cantando canciones y y entre bromas y risas se despidieron .
Cecilia fué en busca del anciano para que le contara una historia nueva.
El anciano le contará el relato del hada triste.
Su corazón añoraba esas cosas, aunque no las había visto nunca.
Añoraba el calor y el color, añoraba sentir la yerba bajo sus pies descalzos y añoraba el vuelo brillante de las mariposas.
Se sentía tan infeliz que no podía pensar en otra cosa y ni siquiera salía a ver sus dominios.
Una noche en el que el hada aún no dormía, un resplandor especial aparece en el cielo. Al principio era solo una pequeña mancha luminosa, que creció y creció y bien pronto todo el espacio se llenó de colores, verdes, violetas, azules, amarillos y rojos se entremezclaban armoniosamente, y su luz arrancaba destellos del suelo helado como un espejo, el hada miró al cielo y vió estrellas fugaces y luceros ardiendo, estelas de cometas y nubes transparentes.
Por primera vez en mucho tiempo, el hada se sintió feliz, y entendió que aquel era su lugar; que cada rincón del mundo contiene sorpresas maravillosas, y que le gustaba la aurora boreal y el cielo estrellado de su país de hielo.
Comprendió que muchas hadas jamás verán todo eso como ella no vería las flores, pero ya no le importaba. Ahora sabia que las estrellas fugaces son mariposas celestes y que los cometas se llevan muy lejos las añoranzas de las hadas tristes.
El anciano le explicó a Cecilia que podemos ser felices en el lugar del mundo donde nos ha tocado vivir si lo miramos con amor con ilusión y alegría