miércoles, 1 de agosto de 2012

Cuento de verano(El amor de un hada)





No hace mucho tiempo un hada llamada Anfimia fue destinada por Titania (la Reina de las Hadas) a cuidar el Jardín de un viejo hombrecillo que tenia de sobrino a un muchacho guapo, de negros cabellos y muy nostálgico. Su nombre era Damián, y salía todas las tardes con su libro bajo el brazo, hasta avanzadas horas en las noches. 

En unos de esos momentos el joven alzó la vista para observar los colores que le entregaba el ocaso y al mirar hacia el rosal viò a una bella joven que resplandecía extrañamente por una luz alrededor de su cuerpo, èsta trataba de ocultarse entre las ramas para no ser vista. 


- ¿Quién eres? – Preguntó el joven … 

Ella sorprendida de que la pudiera ver le contestó: 

- Mi nombre es Anfimia … 

- Y dime Anfimia ¿Qué estabas haciendo escondida en el jardín de mi tío? 

Anfimia no sabía que decir, no podía creer que un simple mortal como aquel pudiera tener tan singular belleza. 

- Soy un hada y he sido destinada a proteger el jardín de tu tío … 

Damián sonrió incrédulo, le parecía extraño que ella se escondiese entre los rosales, y con lo que ella le decía màs le costaba creer. De pronto en un giro que hizo la joven, vio unas luces que nacían de sus espaldas. Ella sonriente le dijo: 

- Ahora ves que no te miento. 

- ¿Me puedes leer la mente? -dijo el joven sorprendido 

- Tan solo percibirlo –le dijo sonriendo. 

Así pasaban todas las tardes riendo y conversando, caminando y jugando. Hasta que de pronto Anfimia fue llamada por Titania (la reina de las hadas), tenía algo muy serio que hablarle… 

“Elfos, Gnomos y Duendes te han visto compartiendo con un humano, sobrino del dueño del Jardín del cual te destiné a cuidar, pero hay otra cosa que me preocupa: ¿estás enamorada de este mortal?” 

Anfimia, consciente de que no podía mentir, le dijo: 

- Sí madre mía, es cierto, más cuando me di cuenta de mis sentimientos fue demasiado tarde, y ahora ya no los puedo cambiar. 

“Hija mía por más que yo te quiera, esto no lo puedo permitir, tú sabes que nosotras no nos podemos enamorar de algún mortal y si esto llegase a suceder el castigo ya está escrito…” 

Así Anfimia fue destinada a ser un rayo de luna que tan solo podía acariciar a su amor cuando éste salía llamándola: 

- Mi hermosa Anfimia, qué te ha pasado, solo me has dejado. Algo extraño me sucede, que durante el día todo está desolado, pero al llegar la noche con la luz de la luna te siento a mi lado. 

Y así buscándola entre los rosales de su tío y clavándose en el pecho cada una de las espinas de las rosas repetía su llamado. 

Titania viendo el sufrimiento de su hija Anfimia y el gran amor que este joven le tenía, solo pudo permitirles una cosa: 

Los enamorados sólo se podrían ver con el primer rayo de luna que alumbrase aquel mismo lugar donde por vez primera se inició el amor de estos dos jóvenes amantes. 

Y así cada noche se le ve a este amante en el mismo lugar del jardín, junto al rosal esperando el primer rayo de luna. Para poder llenar su corazón de amor con la primera mirada que ella a lo lejos le entrega.
Nosotros nada podemos más que velar por este amor a través de los años, 
hasta la eternidad …

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