domingo, 2 de marzo de 2014

UN PORTERO EXACTO





Una señora dió orden un día a su portero:

—Di a todas las personas que no estoy en casa.

Por la noche, al referirle el portero los nombres de las personas que habían estado a la puerta, pronunció el de la hermana de la señora, y entonces la señora dijo:

—Ya te he dicho que para mi hermana siempre estoy en casa, hombre; debiste haberla dejado entrar.

Al día siguiente salió la señora a hacer unas visitas, y poco después llega su hermana.

—¿Está tu señora en casa?—le pregunta al portero.

—Sí, señora,—contesta éste.

Sube la señora, y busca en balde por todas partes a su hermana. Vuelve a bajar, y le dice al portero:

—Mi hermana debe de haber salido, porque no la he hallado.

—Sí, señora, ha salido, pero me dijo anoche que para Vd. siempre estaba en casa.




TRES PALABRAS





Un jornalero pobre llegó por la noche a una posada. Estaba muy cansado y tenía hambre y sed. Pero no tenía dinero. Sin dinero no pudo obtener nada. ¿Cómo obtener dinero para comer?

Se sentó a una mesa. A la mesa estaban sentados dos panaderos que comían y bebían. El jornalero les contaba de sus viajes. Su cuento era muy interesante y ellos lo escuchaban atentamente. Finalmente él les dijo:

—- Propongo una apuesta. Diré tres palabras que Vds. no pueden repetir.

—Es absurdo,—contestaron los panaderos.—Vd. no puede hacerlo.

—¿Cuánto apuestan Vds.?—dijo el jornalero.

—Un duro,—contestaron los panaderos.

El jornalero empezó:—Popocatepetl.—Los panaderos repitieron:—Popocatepetl.—El jornalero dijo:—mercader.—Los panaderos dijeron:—mercader.—Entonces dijo el jornalero con una sonrisa:—error.

Los panaderos meditaron mucho, pero no pudieron hallar su error. El jornalero dijo:

—Ensayemos de nuevo.

—Sí, cierto,—dijeron los panaderos.

El jornalero empezó otra vez y dijo:—hipopótamo.—Los panaderos:—hipopótamo.—El jornalero:—jirafa.—Los panaderos:—jirafa.

—Otra vez el jornalero dijo con una sonrisa:—error.

Intentáronlo tres o cuatro veces. Después de la cuarta vez los panaderos pagaron el duro, pero preguntaron:

—¿Cuál ha sido nuestro error?

El jornalero dijo:—Nunca han pronunciado Vds. la tercera palabra. La tercera palabra fue cada vez: error. Por eso Vds. han perdido la apuesta.