Por otra parte, Ngangela, “El Listillo”, iba pensando en encontrar a un cazador que le vendiera o cambiara dos pieles de leopardo con las que vestirse él y su mujer por dos azadas que tenía.
Ambos, Landa y Ngangela, se encontraron e intercambiaron sus productos sin nada anormal en apariencia.
Sin embargo, cuando llegaron a sus casas, comprobaron lo que cada uno había obtenido: Landa, “El Listo”, se llevó a casa una sola azada pero con dos mangos, mientras que Ngangela, “El Listillo”, enseñaba a su mujer una única piel de leopardo partida en dos piezas exactamente iguales.