domingo, 10 de febrero de 2019

EL GAFE ESTÁ GAFADO – CUENTO EGIPCIO



En la ciudad de El Cairo, el rey y su visir tenían por costumbre vestirse de campesinos para mezclarse con el pueblo y observar a sus gentes. Una noche, se detuvieron delante de la tienda de un pobre zapatero. El rey observaba la miseria con la que el hombre y sus hijos vivían, azuzados por el frío y el hambre. Un panorama desolador.  El rey se conmovió y mandó a su visir escoger el mejor pavo de palacio, cocinarlo, meter 100 piezas de oro dentro de él y a la mañana siguiente enviárselo al pobre zapatero. El visir entregó al día siguiente el pavo al zapatero, quién alababa y bendecía al rey: “¡Ojalá tenga un sitio en el paraíso!”.

Al lado del zapatero tenía su negocio un colchonero cara dura. Este, al oler el pavo y tras esperar que el emisario del rey se marchara, le propuso: “Te doy 50 piastras a cambio del pavo,y así podrás comprar pan para tus hijos durante toda esta semana”. El zapatero, sin saber el contenido del pavo, aceptó el cambio y el colchonero, por su parte, disfrutó del manjar y de la riqueza que, con sorpresa, descubrió dentro del pavo.

Tres días más tarde, el rey llamó a su visir y ambos volvieron a pasearse por las calles de la ciudad vestidos de campesinos. El rey decidió buscar la tienda del zapatero para ver cómo había cambiado su vida tras el regalo que le había hecho pero…desastre, nada había cambiado. El rey, descontento, ordenó al visir escoger esta vez una oca, cocinarla e introducir 200 monedas de oro en su interior para el zapatero. El visir entregó el regalo del parte del rey al zapatero, quien se deshizo en alabanzas hacia el gobernante. En cuanto el emisario se marchó,  el colchonero apareció de nuevo, ofreciendo esta vez una guinea con la que el zapatero podría alimentar a su familia durante dos semanas.

Una semana más tarde, el rey, vestido de hombre de campo, pasó de nuevo por delante de la tienda del zapatero, con la esperanza de verle transformado en un hombre próspero. Pero, de nuevo, todo seguía como siempre: el zapatero y sus hijos seguían tan delgados, hambrientos y sucios como al principio. El rey no comprendía qué pasaba y se enfadó. Esta vez ordenó enviar un carnero con 300 piezas de oro como regalo para el zapatero. Sin embargo, el regalo corrió la misma suerte que los anteriores. En cuanto el colchonero se percató, propuso al campesino comprárselo por una importante suma de dinero: 50 monedas de oro.

El rey, tranquilo y esperando merecer el paraíso por su generosidad, supuso que con 600 piezas de oro el zapatero habría podido renovar su vida y no le faltaría de nada ni a él ni a su familia. Sin embargo, por casualidad volvió a pasar, una vez más, por la tienda del zapatero…pero…¡Increíble! ¡La misma miseria, tristeza y suciedad de siempre! El rey montó en cólera y ordenó a sus soldados apresar al zapatero y llevarlo a palacio.

Allí el rey le dijo “Te he visto varias semanas con tus hijos en la tienda. Estabas en una situación de miseria absoluta. He querido ayudaros y os he enviado la primera vez un pavo asado con 100 monedas de oro dentro, después una oca con 200 monedas y por último un carnero con 300. Esperaba que de este modo tú y tu familia mejorarais vuestra situación, pero no ha sido así ¿qué has hecho con todo ese dinero?”. El zapatero confesó el destino de los tres regalos y el rey, cansado de todo el asunto, mandó llamar a su chambelán para que acompañara al zapatero a la cámara del tesoro y allí este se quedara con todo lo que quisiera, esperando que se volviera rico de una vez y mostrarse heroico y generoso ante sus súbditos.

El chambelán guió al zapatero por las inmensas escaleras que llevaban a la cámara del tesoro. Una vez en ella, el zapatero llenó su saco a espuertas con oro, joyas y gemas. Por fin sería rico. El chambelán cerró la puerta y los dos hombres se dispusieron a bajar las escaleras. El funcionario del rey iba primero y el zapatero detrás, pensando en todas las cosas que podría comprar con tanto dinero y arrastrando tras de sí su voluminosa carga.

Pero, de pronto, el zapatero tropezó y cayó arrastrando consigo el saco y al chambelán, con lo que los dos hombres murieron y el saco se rompió, dejando el suelo lleno de riquezas sin dueño. El rey, desesperado, vio que con su generosidad no había ganado ni un lugar en el paraíso ni una buena imagen en el reino, y exclamó:

Le malchanceux est malchanceux/ El que tiene mala suerte, tiene mala suerte

Même s’il a une lanterne/ Aunque tenga una linterna

Accrochée au derrière/ Enganchada al trasero

Quoi qu’il fasse, un jour il pétera/ Haga lo que haga, un día se peerá. (Se tirará un pedo)

Et la flamme s’éteindra!/ ¡Y la llama se apagará!



¿SABÍAS QUÉ…?

Un chambelán,  sinónimo de camarlengo, es un funcionario a cargo de un hogar. En muchos países este cargo está asociado a la residencia de los soberanos y es de carácter honorífico.

sábado, 9 de febrero de 2019

EL ENIGMA – CUENTO WOLOF Y MANDINGA



Babacar era un comerciante de cacahuetes que vivía en Thiès, una ciudad de interior en el Oeste de Senegal. Tenía los mejores cacahuetes tostados del lugar, unos cacahuetes deliciosos y crujientes que vendía envasados en botellas, como es típico en el país.

Un día, cuando Babacar estaba vendiendo cacahuetes en el mercado, un brujo se acercó a él atraído por la calidad de la mercancía. El comerciante, experimentado en el arte del waxaale (regatear en los mercados), negoció y negoció duramente hasta que vendió al brujo, quien no llevaba dinero encima (amul xaalis), un kilo de sus mejores cacahuetes a cambio de cuatro burros.

¡Qué buen negocio!, pensaba Babacar. ¡Gracias a estos burros podría transportar los cacahuetes fácilmente y venderlos en los mercados de otras ciudades! Tras cerrar el trato, el brujo llevó a los burros a casa de Babacar, se despidió con una media sonrisa y desapareció.

Al día siguiente, nuestro comerciante se dispuso a cargar a cada burro con grandes sacos de cacahuetes para iniciar su travesía por las ciudades de la zona. Le acompañaría su perro, que le era de utilidad en los viajes tan lejos de casa y podría defenderle. ¡Llegaría hasta Sandaga, el gran mercado de Dakar, la capital del país, y así vendería más cacahuetes que nunca! ¡In šāʾ Allāh!

Sin embargo, al empezar con la tarea ¡los burros se volvieron locos! Uno de ellos se abalanzó sobre los cacahuetes, otro se puso a rasgar los sacos y un tercero empezó a atacar al perro de Babacar mientras que el último burro empezó a morder la oreja del primero. ¡Qué caos!

Tras intentar sin éxito poner orden, Babacar se dio cuenta de que los burros que le había vendido el brujo eran un tanto peculiares: uno devoraba cacahuetes, otro se alimentaba de sacos, el siguiente comía perros y otro era caníbal. El trato con el brujo no había sido tan bueno al fin y al cabo. Resignado, Babacar comenzó su viaje teniendo que parar cada pocos pasos: temía por su perro, sus burros, sus sacos o sus cacahuetes la mayor parte del tiempo. ¡Qué gran inconveniente!¡Tardaría una eternidad en llegar a su destino!

Ya llevaba un día entero caminando y apenas había salido de Thiès cuando se encontró en su camino a un hombre con una jaula llena de pájaros de todos los tamaños, colores y plumajes. Babacar, conocedor de la costumbre senegalesa de comprar pájaros enjaulados para liberarlos y con ello atraer la buena suerte, decidió pagar por el más vistoso de ellos. Eligió a un precioso pájaro de color celeste con marcas rojas en las mejillas, como si estuviera ruborizado, que destacaba sobre el resto. Aquello le costó más francos CFA de lo que esperaba pero pensó que haber escogido un pájaro tan fascinante merecería la pena. ¡Y vaya si lo hizo! Se trataba de un cordon bleu, que tras ser liberado se posó sobre el hombro de Babacar y le dijo al oído:

– ¡Jërë-jëf! ¡Muchas gracias, amigo! Te estoy muy agradecido por haberme liberado de mi cautiverio. Como veo que estás en apuros, te daré la solución al problema que tienes. Para avanzar has de situar a tus burros en fila india: primero pondrás al burro que se come a sus semejantes, luego al que ataca a los canes, en tercer lugar a aquel que adora los cacahuetes y por último al que devora sacos. A los dos primeros los cargarás con los sacos y a los dos últimos con las botellas. Tú irás primero y tu perro seguirá a la comitiva. Pero, sobre todo, no te olvides de almacenar los cacahuetes en un granero cuando llegues, ¡se acerca la estación de lluvias!

Y dicho esto el cordon bleu alzó el vuelo y Babacar pudo seguir su camino sin más percances, alegrándose de haber devuelto la libertad a un pájaro tan inteligente.



¿SABÍAS QUÉ?



El wolof es la lengua más hablada en Senegal y se habla de forma nativa por la etnia wolof (40 % de la población), sino también por la mayoría de los senegaleses como segunda lengua ( el francés es el idioma oficial ). Palabras en wolof: waxaale (regatear), amul xaalis (sin dinero), jërë-jëf (gracias).
In šāʾ Allāh(Si Alá así lo quiere) es un término árabe para indicar la esperanza en que un acontecimiento ocurra en el futuro, si tal es la voluntad de Dios. Senegal es un país musulmán en el que se utilizan algunas expresiones populares en árabe.
El franco CFA del África Occidental es la moneda de curso legal de ocho países: Benín, Burkina Faso, Costa de Marfil, Guinea-Bissau, Malí, Níger, Senegal y Togo.
El cordon bleu o azulito de Senegal (Uraeginthus bengalus) es un pájaro muy reconocible por su hermoso plumaje de color azul y mancha roja en la cara.
Senegal, como muchos países de África, tiene dos estaciones o “épocas”: la estación seca, desde noviembre hasta febrero, y la estación de lluvias, desde marzo hasta octubre. Durante la estación de lluvias hay que tener cuidado con los mosquitos, que pueden transmitir graves enfermedades.