sábado, 5 de enero de 2019

Regalo de Aniversario





El día 5 de enero de 1995 era el aniversario de la boda de Miren pero su esposo había fallecido el mes de febrero del año anterior y ella sentía la tristeza y recordaba el hermoso ramo de rosas rojas que él todos los años la enviaba con una nota que decía : Cada año que pasa te amo más.
Este año las rosas no llegarán pensó y lanzando un suspiro de tristeza encendió una vela blanca en recuerdo de su esposo Fernando.
Siguió haciendo cosas por la casa para tratar de evitar pensamientos tristes, cuando sonó el timbre de la puerta, cual no sería su asombro cuando delante de ella estaba el chico de la floristería con un gran ramo de rosas rojas como todos los años.
Lo recogió emocionada y pensó que alguno de sus hijos se lo había enviado para seguir con la tradición de su padre,las colocó en un búcaro de cristal y abrió el sobre nerviosa por saber que contenía.
Dentro había una nota que decía: Te amo y siempre te amaré, las rosas te llegaran todos los años hasta que tu te reencuentres conmigo para estar juntos para siempre , y a partir de ese día te las llevaran al lugar donde tu estés.
Recuerda que debes ser feliz y vivir intensamente .
Mi amor te acompañará eternamente.

Fernando.


viernes, 4 de enero de 2019

LA MALDICIÓN DEL PARAÍSO – FÁBULA OCCIDENTAL



Hay una mano sobre la mesa, la otra cuelga del respaldo de la silla. Sentado junto a una chimenea sostiene entre sus dientes una pipa de ébano. Su respiración es pesada, su cuerpo grueso, la barba cae hasta tocar su pecho. Está pensando, reflexionando, su mente está trabada en algo que lo tiene preocupado. ¿Por qué la humanidad está condenada a sufrir oprimida por necesidades ajenas a su naturaleza? ¿Qué nos ha llevado a condenar nuestras vidas por el ansia de poseer?

Fuma de la pipa, una pausa que detiene su pensamiento mientras el humo sube rozando su cabellera. ¿Cuál es el origen del pecado? ¿Dónde se halla la raíz de todas nuestras miserables preocupaciones? ¿Dónde comenzó todo? Nuestra cultura, nuestros deseos, nuestra imagen.

Imagina una pareja de seres humanos, están completamente desnudos, son libres y viven en completa paz y armonía con la naturaleza. Con su mente dibuja un paraíso en el que no hay dolor, no hay sufrimiento. Enseguida aparece entre sus pensamientos el relato del Génesis, Adán y Eva, los primeros seres humanos de la cristiandad, lo tenían todo, la creación era para ellos, pero ¿Qué pasó?, ¿Por qué fueron expulsados? Comieron la fruta del árbol prohibido, ya habían sido advertidos por el creador, ese árbol era sagrado, no podía tocarse ni comer su fruto. Era la inquebrantable propiedad de Dios, su propiedad privada.

Ellos, guiados por la seducción y el apetito violaron la ley de Dios, y tras invadir su propiedad, la única dentro del jardín, fueron expulsados, desterrados para no volver jamás. Un destierro acompañado por la idea de posesión, algo que desconocían hasta ese momento.

Enciende una cerilla, el tabaco húmedo por la saliva se ha apagado, vuelve a prender la pipa y aspira. La propiedad privada, se dice a sí mismo, impuesta por el creador poco después de diseñar al hombre. He aquí el pecado original, la idea de que se puede cercar la tierra bajo el signo de la pertenencia. Dios ha muerto, pensó, pero su semilla está más viva que nunca.