En el año 2147, la humanidad había logrado lo impensable: viajar en el tiempo. Los viajes temporales no eran un lujo accesible para todos, sino un privilegio reservado para científicos y agentes especiales encargados de preservar la línea temporal. Entre ellos, destacaba Elia Serkan, una agente temporal con un historial impecable y una determinación inquebrantable.
Elia se encontraba en la sala de control de ChronoCorp, la corporación encargada de regular y supervisar los viajes en el tiempo. Las paredes de la sala estaban cubiertas de monitores que mostraban líneas temporales entrelazadas y fluctuantes. En el centro de la sala, una esfera de cristal brillante, conocida como el Nexus, pulsaba con energía temporal.
Ese día, Elia había recibido una misión urgente: había surgido una anomalía temporal en el año 2023. Alguien había alterado un evento crucial, lo que podía desencadenar una serie de catástrofes en el futuro. Su misión era clara: viajar al pasado, identificar al responsable y corregir la anomalía sin alterar la línea temporal más de lo necesario.
Con un último vistazo al Nexus, Elia se preparó para el salto temporal. Ajustó su dispositivo crononave en la muñeca y, tras una serie de cálculos precisos, activó el mecanismo. Una luz cegadora la envolvió y, en un instante, el familiar zumbido de la sala de control desapareció, reemplazado por el bullicio de una concurrida calle en 2023.
Elia miró a su alrededor, observando la ciudad a su alrededor. Era un mundo antiguo y lleno de vida, tan diferente a su propio tiempo. Sin embargo, no había tiempo para asombrarse. Sabía que cada segundo contaba.
Vestida con ropa contemporánea para no llamar la atención, se dirigió al punto exacto donde la anomalía había sido detectada: una pequeña librería en el centro de la ciudad. Según los registros, allí debía encontrarse el origen de la alteración temporal.
Al entrar en la librería, el suave aroma a papel antiguo y tinta fresca la envolvió. Tras el mostrador, un anciano de mirada astuta y manos arrugadas la observó con curiosidad. Elia se acercó con cautela, consciente de que cualquier paso en falso podría poner en peligro su misión.
—Buenos días —saludó Elia con una sonrisa amigable—. Estoy buscando un libro específico, uno que podría no estar en el catálogo habitual.
El anciano asintió lentamente, sus ojos brillando con una sabiduría que parecía trascender el tiempo.
—¿Y cuál sería ese libro, señorita?
Elia dudó por un momento, pero decidió que la verdad parcial era la mejor estrategia.
—Es un libro sobre teoría temporal. Es raro y antiguo. Necesito encontrarlo por razones muy importantes.
El anciano la miró fijamente, como si pudiera ver más allá de sus palabras. Finalmente, asintió y señaló una puerta al fondo de la librería.
—Puede que lo encuentre en la sección privada. Sígame.
Elia siguió al anciano a través de la puerta, su corazón latiendo con fuerza. Sabía que estaba a punto de descubrir algo crucial, algo que podría determinar el destino de la humanidad.
En la sección privada, los estantes estaban llenos de libros polvorientos y objetos antiguos. El anciano se detuvo frente a un estante específico y sacó un libro encuadernado en cuero con símbolos extraños grabados en la portada.
—Este es el libro que busca. Pero hay algo que debe saber. No es solo un libro de teoría temporal; es una guía escrita por viajeros del tiempo como usted.
Elia frunció el ceño, intrigada y preocupada.
—¿Cómo sabe quién soy?
El anciano sonrió enigmáticamente.
—Porque yo también fui un viajero del tiempo, hace mucho tiempo. Mi nombre es Drayken, y he estado esperando tu llegada.
Antes de que Elia pudiera responder, un ruido sordo resonó en la librería. Al volverse, vio a un hombre alto y delgado, vestido con una gabardina negra, que se acercaba rápidamente. Su rostro mostraba una expresión de determinación fría.
—Drayken, has roto las reglas —dijo el hombre con voz severa—. Sabes que interferir con otros viajeros está prohibido.
El anciano levantó una mano en señal de paz.
—La anomalía en el tiempo es más grave de lo que parece. Necesitamos la ayuda de todos para corregirla.
Elia, sintiendo la tensión en el aire, sostuvo el libro firmemente.
—Si hay algo que pueda hacer para ayudar, díganmelo.
El hombre de la gabardina negra suspiró y asintió.
—Muy bien, pero debemos actuar rápido. La anomalía está centrada en un evento que ocurre mañana. Si no lo corregimos, el futuro cambiará de manera irreversible.
Con el libro en sus manos y el conocimiento de dos viajeros experimentados a su lado, Elia se preparó para enfrentar el desafío más grande de su carrera. Sabía que el destino de la humanidad dependía de sus acciones en las próximas horas.
El trío se adentró más en la librería hasta llegar a una sala secreta, oculta tras una estantería móvil. En su interior, una mesa estaba cubierta con mapas temporales y dispositivos que Elia reconoció como rastreadores de anomalías. Drayken señaló un punto en uno de los mapas.
—Este es el lugar donde ocurrirá el evento clave. Una conferencia científica donde se anunciará un descubrimiento crucial para la humanidad. La anomalía implica que alguien saboteará el evento, provocando un colapso en la línea temporal.
El hombre de la gabardina, que se presentó como Rael, añadió:
—Sabemos que el responsable usará un dispositivo de disrupción temporal. Es pequeño pero potente. Necesitamos infiltrarnos en la conferencia, identificar al saboteador y neutralizar el dispositivo antes de que cause daño.
Elia asintió, comprendiendo la urgencia de la situación. La conferencia se llevaría a cabo en el auditorio principal de la ciudad, un lugar abarrotado y vigilado. Llegar allí y actuar sin ser detectados sería un desafío.
Al día siguiente, Elia, Drayken y Rael se infiltraron en la conferencia, mezclándose con los asistentes. Elia llevaba el libro consigo, sabiendo que podría contener información vital para identificar al saboteador. Mientras los científicos presentaban sus descubrimientos, Elia mantenía los ojos abiertos, buscando cualquier señal de peligro.
Finalmente, vio a un hombre sospechoso en una esquina del auditorio, manipulando un pequeño dispositivo. Sus movimientos eran rápidos y precisos, indicando una familiaridad peligrosa con la tecnología temporal. Elia hizo una señal a sus compañeros y se acercaron al hombre con cautela.
Cuando estaban a punto de detenerlo, el hombre activó el dispositivo, creando una distorsión en el aire a su alrededor. La sala empezó a temblar y el tiempo mismo parecía fragmentarse. Elia, sin dudarlo, se lanzó sobre el hombre, tratando de arrancarle el dispositivo de las manos.
En la lucha, el dispositivo cayó al suelo y comenzó a emitir un zumbido agudo. Drayken y Rael se apresuraron a desactivarlo mientras Elia mantenía al saboteador bajo control. Finalmente, Rael logró desactivar el dispositivo justo a tiempo, y la distorsión en el tiempo se disipó.
El saboteador, ahora inmovilizado, fue llevado ante las autoridades temporales. Elia, exhausta pero aliviada, miró a sus compañeros con una sonrisa.
—Lo logramos. El futuro está a salvo.
Drayken asintió, sus ojos brillando con gratitud.
—Gracias a ti, Elia. Tu valentía y determinación han salvado incontables vidas.
De regreso en el año 2147, Elia fue recibida como una heroína. La línea temporal había sido restaurada y la humanidad continuaba su camino hacia el futuro. Pero para Elia, la misión no había terminado. Sabía que mientras existiera la capacidad de viajar en el tiempo, siempre habría amenazas que enfrentar y anomalías que corregir.
Y así, con el libro de viajeros del tiempo como su guía, Elia se preparó para futuras misiones, dispuesta a proteger la integridad del tiempo y asegurar el destino de la humanidad.
Dedicado a Elia mi niña bonita.
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