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miércoles, 27 de noviembre de 2024

Recuerdos de juventud


 

Recuerdo mi juventud como un collage de momentos intensos, cargados de emociones y aprendizajes. Era una época donde todo parecía nuevo y emocionante, como si el mundo estuviera lleno de posibilidades infinitas y cada decisión tuviera el peso de cambiarlo todo.

Las tardes parecían eternas. Había risas en los parques, el sonido de las bicicletas rodando sobre el asfalto caliente, y el murmullo de las conversaciones con amigos que soñaban a lo grande, sin límites ni miedos.

La música siempre estaba presente, bandas sonoras de días que parecían no acabar nunca. Un cassette, un disco o una lista improvisada marcaban los momentos: desde las primeras fiestas hasta las noches bajo las estrellas, hablando de amores, de sueños y de lo que queríamos ser.

También recuerdo los nervios. Las primeras veces: el primer amor, el primer rechazo, las primeras responsabilidades. Eran lecciones duras, pero necesarias, que nos iban moldeando sin que lo notáramos. Cada error era una página más en el libro de nuestra historia.

¿Y los olores? ¡Cómo olvidar el aroma de la tierra mojada después de la lluvia, o el café que marcaba las madrugadas de estudio antes de un examen! Los olores se vuelven cápsulas del tiempo, capaces de transportarnos a instantes específicos con solo percibirlos.

Ahora, al mirar atrás, sonrío. Pienso en esa persona que fui, con sus dudas, miedos y esperanzas, y me doy cuenta de cuánto aprendí en el camino. La juventud es una época irrepetible, llena de pequeños tesoros que, aunque a veces pasan desapercibidos en el momento, se vuelven joyas con el paso de los años.


¿Y tú? ¿Qué recuerdos te vienen a la mente cuando piensas en tu juventud?









domingo, 20 de octubre de 2024

Amigos de la infancia


 

El pasado fin de semana celebramos el encuentro anual en el pequeño pueblo donde nací, un lugar lleno de recuerdos y rincones que aún guardan la esencia de nuestra infancia. Como cada año, nos reunimos un grupo de amigos, todos ahora repartidos por diferentes partes de España, pero unidos por una historia compartida. Desde primeras horas del día, el ambiente estaba cargado de emoción y alegría, esa mezcla de nervios y expectativa por volver a ver caras conocidas, algunas que hacía años que no veía.

La jornada fue una auténtica convivencia. Nos encontramos en la plaza del pueblo, ese epicentro donde, de pequeños, solíamos correr y jugar. Compartimos una comida deliciosa que nos prepararon Marisol y Yolanda con todo su esfuerzo y cariño en el salón multiusos del pueblo. No faltaron risas, anécdotas y sobre todo el recordar a aquellos que ya no están o que no pudieron acompañarnos esta vez. Entre un bocado y otro, fuimos poniéndonos al día sobre nuestras vidas, nuestras familias, trabajos y los caminos que cada uno ha ido tomando.

Pero lo mejor de todo fue cuando, ya con el estómago lleno y la tarde cayendo, nos dejamos llevar por los recuerdos. Hablamos de las travesuras en la escuela, de las noches de verano jugando hasta que nos llamaban a casa y de aquellos maestros y vecinos que dejaron una huella imborrable en nuestra infancia. Es curioso cómo, a pesar del paso del tiempo y de los cambios que nos ha traído la vida, esa conexión sigue intacta, como si el tiempo se hubiese detenido por un día.

Al final, la despedida fue agridulce. Por un lado, nos quedamos con la satisfacción de haber compartido un día increíble, pero por otro, con la nostalgia de saber que el próximo reencuentro tardará en llegar. Aun así, nos fuimos con la promesa de volvernos a ver el año que viene, en el mismo lugar, para seguir celebrando la amistad y los recuerdos que, aunque vivamos lejos, siguen siendo el pegamento que nos mantiene unidos.

Para mí un día maravilloso y creo que para todos igual.

Nos vemos el año que viene amigos.


                                  Mirentxu