viernes, 1 de febrero de 2019

LA HIJA DEL REY DEL MAR – CUENTO RUSO



Hace mucho tiempo, en la ciudad de Novgorod el Grande, vivía un joven músico llamado Sadko. Cada día, un comerciante rico o un noble enviaban un mensajero a la puerta de Sadko para que tocara en sus fiesta con su gusli de doce cuerdas. El anfitrión le invitaba a cenar y le pagaba unas pocas monedas y, con eso, el músico era feliz. A menudo, sus amigos le preguntaban cómo podía apañárselas para sobrevivir con tan poco.

“No es tan malo”, Sadko respondía, “y, de todas formas, ¿cuántos hombres pueden ir a una fiesta diferente cada día, tocar la música que les gusta y ver la sala entera llena de gente bailando?”

Sadko estaba orgulloso de su ciudad, la más rica y libre de toda Rusia, llena de comerciantes procedentes de lugares lejanos hablando sus exóticas lenguas. En los muelles, veía los veleros que luego cruzaban el gran puente sobre el río Volkhov. Contento, Sadko se preguntaba “¿Hay algún lugar mejor para vivir?”. Sin embargo, a veces Sadko se sentía solo. Las doncellas que bailaban con alegría su música en las fiestas a menudo le sonreían y coqueteaban con él, pero era pobre y, a la hora de la verdad, ninguna de ellas quería nada con él por mucho que les gustara.


Una noche solitaria, Sadko paseaba por la orilla del río Volkhov. Suaves olas rozaban la orilla y la luna brillaba en el agua.

“Mi precioso río Volkhov”, dijo con un suspiro, “hombre rico u hombre pobre, todo es lo mismo para ti. Si fueras una mujer, me casaría contigo y viviría contigo aquí, en la ciudad que amo “.

Sadko sacó su gusli y empezó a tocar una bella melodía. Las notas tintineantes del instrumento flotaban sobre el Volkhov cuando, de repente, una gigantesca figura salió del agua. Se presentó ante él un enorme hombre con una corona de perlas y una melena de algas.

“Músico”, dijo el hombre, “He aquí el rey del mar. He venido a este río a visitar a una de mis hijas, la princesa Volkhova. Tu dulce música nos llegó al fondo del río, lo que nos complació gratamente “.

“Gracias, Majestad,” tartamudeó Sadko.

“Pronto voy a volver a mi propio palacio”, dijo el rey, “y me gustaría que tocaras para mí en mi próxima fiesta.”

“Con mucho gusto”, dijo Sadko, “pero, ¿dónde está?, ¿cómo llego hasta allí?”.

“¡Bajo el mar, por supuesto!. Estoy seguro de que encontrarás el camino. Mientras tanto, te daré un adelanto por tus servicios”.

Algo saltó del río y cayó a los pies de Sadko. ¡Un pez con escamas de oro!

“Majestad, es usted demasiado generoso”

“¡No digas eso!” Dijo el rey. “La música tiene mucho más valor que el oro. Si el mundo fuera justo, tendrías enormes riquezas” El rey volvió a sumergirse en el río y desapareció.



A la mañana siguiente, Sadko vendió el pescado de oro y compró un billete de barco, dejando Novgorod aquel mismo día. Navegó a través del lago Ladoga, el Golfo de Finlandia y el Mar Báltico. “¿Cómo voy a encontrar el palacio?” murmuró Sadko.

En ese momento, el barco se detuvo como si una mano gigantesca lo hubiera agarrado. Los marineros y la tripulación se estremecieron de miedo.  “¡Tiene que ser el Rey del Mar!”, gritó el capitán, “tal vez busca un tributo…o a alguien de entre nosotros.”

“No se preocupe”, dijo Sadko, “sé a quién busca”. Y, agarrando su gusli, saltó del barco y se hundió bajo las olas. Bajo el agua apareció un palacio de piedra blanca.

“Llegas justo a tiempo”, dijo el rey,”Músico, ven a sentarte a mi lado y que empiece el baile”.

Sadko puso el gusli en su regazo y tocó una alegre melodía. Los invitados no paraban de bailar, todos estaban encantados con la música del humano, tanto que en un momento determinado el rey dijo:

“Músico, te casaré con una de mis hijas y viviréis aquí bajo el agua para siempre “.

“Majestad”, dijo Sadko, “bajo el mar vuestra palabra es la ley, pero esta no es mi casa. Me encanta mi ciudad, Novgorod, y quisiera pasar el resto de mis días en ella”.

“No aceptaré un no por respuesta”, rugió el rey, “prepárate para elegir a la novia. Hijas, venid aquí”.

Muchas ninfas y princesas marinas y fluviales desfilaron ante Sadko. Cada una era más hermosa que la anterior, pero Sadko, testarudo, no les prestaba atención.

“¿Qué pasa, músico?”, dijo el rey alegremente, “¿demasiado difícil elegir? ¡Entonces te casaré con la princesa Volkhova!”.

La princesa dio un paso adelante. “Querido Sadko, por fin podemos estar juntos. Durante años me has gustado en secreto y me he emocionado con la música que tocabas en mi orilla “.

“Volkhova”, Sadko dijo con asombro, “¡Eres tan hermosa como tu río!”.

La Reina del Mar, apiadándose del músico, se inclinó ante él y le dijo en voz baja: “Eres un buen hombre, Sadko, así que voy a contarte un secreto. Si alguna vez besas o abrazas a Volkhova, no volverás a la tierra de nuevo.”

Esa noche, Sadko yacía junto a su prometida en un lecho de algas. “Ella es tan hermosa”, pensó Sadko, “tan encantadora,… Es todo lo que soñaba. ¿Cómo podría no besarla o abrazarla?”. Pero una y otra vez el músico pensaba en las palabras de la Reina: nunca más volvería a tierra.

“Querido”, dijo la princesa, “¿por qué no me abrazas?”

“Es la costumbre de mi ciudad”, balbuceó Sadko, “Nunca nos abrazamos ni besamos la primera noche.”

“Entonces me temo que nunca lo harás”, dijo con tristeza Volkhova y se marchó.

Cuando Sadko se despertó a la mañana siguiente,  sentía la luz del sol sobre su rostro. Abrió los ojos y vio a su lado no a la princesa, sino la orilla del río Volkhov. Y, detrás de él, se alzaban los muros de Novgorod.

“Mi casa”, dijo Sadko y empezó a llorar, tal vez por la alegría de su regreso, tal vez por tristeza ante su pérdida o tal vez por ambas.

Los años fueron propicios para Sadko, quien se convirtió en un comerciante y, con el tiempo, en el hombre más rico Novgorod. Dicen que se casó con una guapa joven y tuvo familia. Sin embargo, a veces, en una noche tranquila, se sentaba solitario a la orilla del río y tocaba interminables canciones. Y también, a veces, una hermosa cabeza se elevaba desde el río para escuchar su música. O quizás fuera sólo el reflejo de la luna sobre el Volkhov.

FIN



¿SABÍAS QUÉ…?

Veliki Nóvgorod es el nombre oficial de la ciudad de este cuento.  Hasta el año 1478 la ciudad era llamada Señor Nóvgorod el Grande(Господин Великий Новгород).
El Gusli (en ruso:Гусли) es el instrumento de cuerdas múltiples más antiguo de Rusia. Su historia exacta y evolución son desconocidas pero puede que derivara de una forma bizantina de la kythare griega, que a su vez derivaba de la antigua lira.
Existen instrumentos similares al gusli por todo el mundo – el kantele en Finlandia, el kannel en Estonia, kankles ykokle en Lituania y Letonia. En los países árabes se encuentra el Kanun y la autoharpa en occidente. También es similar a instrumentos antiguos como el gu zheng de China y el koto de Japón.

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