Lumilda , era una bruja, que vivía sola en su castillo, Se enfadaba mucho, cuando contaban cuentos a los niños.
-No quiero que cuenten cuentos a los niños, porque aprenderán a escuchar, tendrán imaginación, fantasía, ilusión, y lo que es peor, buenos sentimientos en su corazón.
-¡ No dejaré que ocurra eso!, ¡Tengo que hacer algún hechizo!
Entró, en su castillo, y cogió su libro embrujado y con voz muy fuerte dijo:
-Brujos y brujas que queréis el mal, que mi voz podáis escuchar, nuestra magia, tenemos que unir, para que en el mundo de la realidad, cuentos no se vuelvan a contar.
Cuando dijo esto, en el cielo, se vieron relámpagos y se escucharon truenos, la magia de los brujos se había unido y el hechizo de Lumilda se había cumplido.
Y desde ese momento, en el mundo de la realidad, no se volvieron a contar cuentos.
El Hada Arco Iris, había visto lo que había hecho Lumilda y fue a contárselo al hada Naranja que era el Hada de los niños.
-Hada Naranja, Lumilda y los brujos del mal, han unido su magia, y han hecho que en el mundo de la realidad, cuentos no se vuelvan a contar.
-Eso no puede ser!, llamaré a las hadas de colores, para ver que podemos hacer.
Cogió su campanilla mágica y empezó a tocarla:
TILÍN TILÍN, TALÁN TALÁN
TILÍN TILÍN, TALÁN TALÁN
Cuando las hadas de colores escucharon la
campanilla mágica, fueron al palacio del hada Naranja, y allí se enteraron de lo que había hecho Lumilda.
-¡No dejaremos que se salga con la suya!
Dijeron enfadadas.
-¡Claro, que no la dejaremos!. Dijo el Hada Naranja.
-Nosotras, al mundo de la realidad iremos, y cuentos a los niños contaremos, de este modo, no perderán la fantasía, la ilusión, la imaginación y los buenos sentimientos en su corazón.
Todas las hadas, hicieron un corro, y con una voz muy dulce cantaron:
-Somos hadas de colores,
-que al mundo real iremos,
-y allí a los niños,
-muchos cuentos contaremos.
Mientras cantaban, iban colocando una piedra de color en el centro, de las piedras de colores salieron muchos caminos, y cada hada cogió uno distinto, que las llevaría al mundo de la realidad, para contar cuentos a los niños.
Gracias a las Hadas de colores, los niños pudieron seguir escuchando cuentos, jamás perdieron
la ilusión y siguieron viviendo ese mundo de fantasía que es la niñez y que todos recordamos con amor y añoranza cuando somos adultos.
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