Es un animal fiero y desagradecido, hija del gato montés y de la garduña, animales genéticamente incompatibles, que reciben como castigo una prole sanguinaria. Al poco de nacer mata a su madre, le chupa la sangre y le saca los ojos. Cuando el gato montés descubre el matricidio de la monuca, enloquece y sale en su busca.
A los cinco años la encuentra. Gorda de tanto chupar la sangre a los niños y a los corderos, su padre le arranca los ojos de un zarpazo y la deja sufrir los inconvenientes de la ceguera.
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