viernes, 31 de agosto de 2012

La leyenda de Gara y Jonay



       Según la leyenda en la Gomera, existían entonces, siete lugares de los que emanaba agua mágica y cuyo origen nadie conocía. Estos siete chorros, aparte de regalar virtudes revelaban también, cuando te mirabas en sus aguas, si ibas o no a encontrar pareja. Si el agua era clara, el amor llegaría, pero si se enturbiaba, poco había que esperar. Se aproximaban las fiestas de Beñesmén y un grupo de jóvenes gomeras acudieron a Los Chorros de Epina para mirarse en él. Entre ellas se encontraba Gara, princesa de Agulo. Se asomó y al principio le devolvió una imagen tranquila y perfecta, pero luego surgieron sombras y comenzó a agitarse... Gerián, el sabio del lugar, le hizo una advertencia: "- Lo que ha de suceder ocurrirá. Huye del fuego, Gara, o el fuego habrá de consumirte". Gara calló, pero el triste presagio corrió de boca en boca.
      En las vísperas de las fiestas, llegaron de Tenerife los Menceyes y otros nobles. El Mencey de Adeje venía con su hijo Jonay, joven fuerte y apuesto. Gara no podía dejar de observarlo, y en cuanto sus miradas se encontraron, el amor los atrapó sin remedio. Poco después, aún en fiestas, su compromiso fue público. Pero he aquí que en cuanto se empezó a propagar la feliz noticia, El Teide, antes conocido como Echeyde (infierno), empezó a escupir lava y fuego, con tanta fuerza que desde la Gomera el espectáculo era aterrador. Recordaron el presagio dado a la inocente Gara: Gara, princesa de Agulo, el lugar del agua; Jonay, puro fuego, procedente de la Isla del Infierno... Aquel amor era entonces, imposible. Grandes males se avecinaban si no se separaban. Entonces sus padres ordenaron tajantemente que no volvieran a verse. Ya apaciguado el volcán, y concluidas las fiestas, regresaron a Tenerife todos los visitantes, más uno se fue con el alma vacía y el pecho quebrado.
     Cuentan que Jonay se lanzó al mar en medio de la noche, para nadar hasta su amada. Dos vejigas de animal infladas atadas en la cintura le ayudaban a flotar cuando las fuerzas se le agotaban. Larga fue la travesía y ya con las primeras luces del alba llegó a su destino. Furtivamente fue en busca de su amada, y al encontrarse, se abrazaron apasionadamente. Escaparon por los bosques gomeros y bajo un cedro se entregaron a la pasión y al amor. El padre de Gara, enterado de la huida de su hija, salió furioso en su busca. Los encontraron amándose, y cuando los jóvenes se percataron de su presencia, buscaron la única salida posible... Una implacable vara de cedro afilada, colocada entre ellos, uniendo sus corazones fue su aliado mortal. Mirándose a los ojos, se apretaron el uno contra el otro, traspasándose y dejándolos unidos para siempre". Gara, princesa del agua, y Jonay, príncipe del fuego, dan nombre hoy a la cumbre más alta de la Gomera y al Parque Nacional de Garajonay.



jueves, 30 de agosto de 2012

El Jardín de las Hespérides y el Drago Milenario


Hesíodo (poeta griego del s. VIII a.C.) escribe sobre el legendario Jardín de las Hespérides. Comenzaba su historia con Atlas.

Atlas era un gigante, hijo del Titán Japeto. Los titanes fueron vencidos por Zeus, rey de los dioses, que los arrojó al Tártaro -el infierno. Atlas había participado en la lucha junto a su padre, y según unos, Zeus lo condenó a sostener la bóveda celeste sobre sus hombros. Según otros, Perseo le enseñó la cabeza de la Medusa y lo convirtió en una alta montaña que sostuviera el cielo. Sea lo que fuere, Atlas debía sostener el cielo más allá de las Columnas de Hércules -el estrecho de Gibraltar.


Atlas tuvo tres hijas, las Hespérides: Egle, Eritia y Aretusa. Las tres vivían en la tierra más occidental del mundo, unas islas maravillosas en el Océano Atlántico, un paraíso terrenal donde el clima era benigno y donde los árboles producían manzanas de oro. La diosa Gea (la Madre Tierra) había hecho brotar esas manzanas como regalo de bodas para los reyes de los dioses, Zeus y Hera.

Las Hespérides cultivaban el Jardín, pero éste era custodiado por Ladon, un fiero dragón que arrojaba fuego por sus cien cabezas.

Hércules, también llamado Heracles, el héroe más grande de la Antigüedad, recibió la misión de realizar doce tareas consideradas muy difíciles o imposibles, los "Doce trabajos de Hércules". El trabajo número once consistió en robar las manzanas de oro del Jardín de las Hespérides.

Hércules encontró a Atlas sosteniendo el cielo al borde del Océano, en las montañas que hoy llamamos el Atlas (Marruecos). Puesto que el dragón del Jardín de las Hespérides conocía a Atlas, Hércules lo convenció para quedarse él en su lugar sosteniendo el cielo, mientras el gigante iba a las islas y robaba las manzanas. Atlas fue al Jardín, en el que pudo entrar ya que el dragón lo reconoció; mató al monstruo, robó las manzanas de oro, y regresó donde estaba Hércules. Atlas, cansado de sostener el cielo, pretendió dejar a Hércules en esa posición, pero el héroe logró engañarle, pasarle la carga de nuevo, y huir con las manzanas.

¿Y el Jardín de las Hespérides? ¿Acaso se quedó el Paraíso sin sus manzanas de oro? No. Las manzanas regresaron a las islas, pues fueron entregadas a la diosa Atenea... que las devolvió al Jardín y a sus jardineras, las Hespérides.

En cuanto a Ladon, el dragón guardián muerto por Atlas... sigue vivo en sus hijos los árboles llamados dragos. Según la leyenda, la sangre que manaba de las heridas mortales del dragón cayó sobre el Jardín de las Hespérides, y de cada gota creció un drago. Estos árboles, "dracaena drago", llamados "árbol dragón", tienen un grueso tronco del cual surge de pronto un racimo de ramas retorcidas que parecen las cien cabezas de Ladon. Cuando se rompe la corteza, brota una savia de color rojo oscuro llamada "sangre de drago" que tiene propiedades medicinales. Los dragos crecen lentamente, pero pueden vivir varios siglos, y hay algúu ejemplar, como el de Icod de los Vinos (Tenerife) al que se llama milenario. Los Guanches, aborígenes canarios, veneraban a los dragos como lugares de especial poder y significación. Algunas supersticiones y ritos populares canarios siguen teniendo hoy como centro un drago creciendo solitario al borde de un risco o acantilado.

Cuando el viajero se acerca a Canarias en barco, se puede ver, muchas millas antes de llegar a las islas, la silueta del gigantesco Teide "flotando" sobre las nubes. Si nos imaginamos al volcán en erupción, entenderemos cómo nació la leyenda de aquel fiero dragón que vomitaba fuego, custodiando un Jardín maravilloso donde crecían las manzanas de oro...




   Una tarde en la remota antigüedad, cierto navegante mercader llegaba de las costas mediterráneas en busca de sangre de Drago producto muy en boga y de gran importancia en la elaboración de ciertas preparaciones de la farmacopea, y desembarcó por la playa de San Marcos, de Icod de los Vinos para llevar a efecto su lucrativo propósito. Estando ya en la playa sorprendió allí a unas infantas o damas de esta tierra, que conforme al rito tradicional se bañaban solas en el mar aquella tarde veraniega. El intruso navegante las persiguió, logrando apoderarse de una de ellas. Esta trató astutamente de conquistar el corazón del extraño viajero para lograr huir, y con signos de consideración y amistad le ofreció algunos hermosos frutos de la tierra. Para aquel navegante que venía detrás de la sangre del Drago, y traía metido en la imaginación y en el alma el mito helénico de las Hespérides, los frutos que aquella dama de esta tierra le ofreciera, pudieron muy bien parecerle las manzanas del mítico jardín. Mientras él comía gustosamente desprevenido, la bella aborigen saltó ágil al otro lado del barranco, y velozmente huyó hacia el bosquecillo cercano escondiéndose tras la arboleda. El viajero sorprendido en principio trató de perseguirla de cerca, pero vio con sorpresa que algo se interponía en su camino, que un árbol extraño movía sus hojas como dagas infinitas, y que el tronco parecido al cuerpo de una serpiente se agitaba con el viento marino y entre sus tentáculos se ocultaba la bella doncella guanche. El navegante lanzó un dardo que llevaba en sus manos, contra lo que a él se le figuró un monstruo, con gran miedo y asombro y al quedarse clavado en el tronco, del extremo de la jabalina empezó a gotear sangre líquida del Drago. Confuso y atemorizado el hombre huyó laderas abajo, se metió en su pequeña barca y se alejó de la costa; porque iba pensando en su corazón, que había sorprendido en el jardín a una de las Hésperides a la que salió a defender el mítico Dragón...



martes, 28 de agosto de 2012

La isla fantasma de San Borondón

borondon

Las Islas Canarias son siete... y sin embargo, se busca una octava isla. Se trata de la isla fantasma, la isla misteriosa, la isla de San Borondón. San Borondón es la forma canaria de Saint Brendan o Saint Brandan de Clonfert (480-576 d.C.), monje irlandés, protagonista de uno de las leyendas más famosas de la cultura celta: el viaje de San Brendano o Brandano a la Tierra Prometida de los Bienaventurados, las islas de la Felicidad y la Fortuna.

Según el poema irlandés, Brendan era un monje de Tralee, en el condado irlandés de Kerry. Ordenado sacerdote en el año 512 d.C., partió junto con otros 14 monjes en una frágil embarcación que se internó en el Atlántico. La leyenda recoge el relato de sus aventuras, cómo recogieron otros 3 monjes más a lo largo de su viaje, sus encuentros con demonios que vomitaban fuego, con columnas de cristal flotante, con monstruosas criaturas tan grandes como islas.

Brendan y sus compañeros llegaron a una isla, en la que desembarcaron. Estaba llena de árboles y otros tipos de vegetación. Celebraron misa, y de pronto la isla comenzó a moverse. Se trataba de una gigantesca criatura marina, sobre cuyo lomo se encontraban los monjes.

Después de muchas peripecias, Brendan consiguió regresar a Irlanda.

Muchos se basan en esta leyenda para afirmar que marinos irlandeses debieron alcanzar, posiblemente, las costas de Norteamérica o de Terranova, así como de Islandia y otras islas del Atlántico Norte, en la Alta Edad Media.

Lo cierto es que desde el siglo XV, a lo largo del cual las Islas Canarias son conquistadas, comienzan a oirse los relatos de una octava isla, que a veces se divisaba al oeste de La Palma, El Hierro y La Gomera. Cuando los navegantes intentaban aproximarse a ella, y se encontraban a la vista de sus costas, montañas y valles, la isla era envuelta por la bruma y desaparecía completamente. Evidentemente, la isla fue rápidamente identificada con la mítica isla-ballena de San Brendan, cuyo nombre se convirtió, en Canarias, en "San Borondón". Se creyó a pies juntillas en su existencia, y no faltaron relatos detallados de algún que otro navegante que juraba haber desembarcado en la isla y haberla explorado antes de que volviera a hundirse en el Océano. En algún tratado internacional firmado por el Reino de Castilla, haciendo referencia a Canarias, se hablaba de la soberanía castellana sobre *las islas de Canaria descubiertas y por descubrir*; como quien dice, por si acaso... La isla fue llamada "Aprositus", Inaccesible, y en otras versiones de la leyenda recibe el nombre de "Antilia" o "Isla de las Siete Ciudades", ciudades que se suponían fundadas por siete legendarios obispos.

En los archivos del siglo XVIII aparecen investigaciones oficiales realizadas por las autoridades de la Isla del Hierro, en la que declaran decenas de testigos que afirman haber visto la isla encantada desde las cumbres herreñas. A raíz de ello partió de Santa Cruz de Tenerife una expedición en busca de la isla.

Resulta asombrosa la tenacidad con la que la leyenda ha seguido viva en el folklore popular canario. San Borondón sigue siendo una presencia constante en la imaginación popular de las islas, y seguramente no hay isleño de Tenerife, La Palma, La Gomera o El Hierro que no haya oteado alguna vez desde las cumbres de su propia isla, buscando la isla perdida de San Borondón en el horizonte del oeste donde el sol se hunde en el azul cobalto del Atlántico.


"Resuenen tambores guanches
y canten las caracolas,
que la isla misteriosa
se divisa entre las olas;
que San Borondón ya viene
dibujándose en la bruma
como si fuera una reina
con su cortejo de espuma..."





Ya hacía unos días que había llegado a mi destino. Sentado en un rincón del “Ace of Spades” me disponía a acabar con mi último ron de la noche cuando un hombrecillo se subió a una pequeña mesa del centro de la taberna y gritó: ‘A aquellos que no les asuste el viento ni la tempestad, la noche ni los espíritus les voy a brindar una historia que aconteció hace unos meses navegando por el oeste de la isla de La Palma’
Yo no tenia mucho que hacer, así que decidí permanecer en mi mesa escuchando la siguente historia y como no, bebiendo ron…
“Os quiero hablar a todos de la isla de San Borondón, la isla perdida, aquella que no se puede encontrar. Bien, ¡pues yo la encontré! Navegábamos con el ‘Endless’ en dirección a las islas Canarias cuando de repente el viento se calmó y una niebla cubrió el barco. Era tan espesa que no alcanzábamos a ver ni el agua que teníamos bajo nuestros pies. Despues de varios días sin poder movernos el nerviosismo comenzó a hacer mella en los marineros y las historias sobre los espíritus del mar que tenían hechizado el barco comenzaron a correr entre la tripulación. Teníamos víveres sobrantes y no corríamos peligro pero aún así esa niebla contagiaba a todo el mundo de una extraña mezcla de angustia y decaimiento nada normal entre unos marineros experimentados.


Al cuarto día el viento volvió a soplar levemente y la niebla se volvió menos espesa, desconocíamos nuestra posición exacta pero ahora teníamos la esperanza de poder retormar el rumbo a nuestro destino. Las horas pasaron hasta que de manera inesperada un marinero avistó una isla que nos había pasado inadvertida a unas pocas millas de distancia.
Todos conocíamos la leyenda de San Borondón y el capitán decidió desembarcar en tan misteriosa y escurridiza isla. Esa noche la pasamos en el barco y a la mañana siguiente nos preparamos para iniciar la expedición. Acampamos en un bosquecito cercano a la playa y yo me dediqué los siguientes días a dibujar con sumo detalle plantas y esbozos de la isla, mientras otros marineros se internaron en búsqueda de imaginarios tesoros escondidos. Sin embargo, al tercer día una extraña fiebre se apoderó de la mayoría de nosotros, muchos de los cuales comenzaron a tener inconexas alucinaciones sobre espíritus que habitaban la isla, el capitán no escapó a la fiebre y antes de que la locura se apoderase de él me encomendó la tarea de abandonar el campamento y marchar de una isla que para nosotros era ahora maldita.

Sin perder un instante volvimos al barco y pusimos rumbo a La Palma, teníamos la mitad de la tripulación enferma y no podíamos sino intentar llegar lo antes posible a nuestro destino. En los siguientes días la gente fue mejorando misteriosamente, como si al alejarnos de la isla la fiebre se desvaneciese en el agua y el 14 de abril llegamos al puerto de La Palma sin ningún otro contratiempo.
Después de descargar toda la mercancía y de un merecido descanso pusimos rumbo a casa, esta vez al pasar por la zona no había ni rastro de la isla, había desaparecido otra vez, y mejor que sea así para siempre”.

lamina2

lunes, 27 de agosto de 2012

Mitos y leyendas de Canarias (La Atlándida)




Durante siglos, incluso después de la conquista española, se creyó que las islas eran las cumbres de las montañas de la Atlántida, el gran continente sumergido del cual habló Platón en su diálogo "Timeo y Critias".

La Atlántida era una gran isla, "más grande que Libia y Asia juntas", situada al otro lado de las Columnas de Hércules (el Estrecho de Gibraltar). Era dominio de Poseidón, dios del Mar, y estaba habitada por los Atlantes, descendientes de Atlas, su primer rey, hijo del mismo dios y de una mujer mortal.

La Atlántida tenía toda clase de riquezas, su pueblo era el más avanzado del mundo, y en su centro estaba la gran capital con el Palacio y el Templo de Poseidón. Sus hombres de ciencia transmitían conocimientos y civilización a los demás pueblos, con los que mantenían la paz.

Los Atlantes fueron durante muchas generaciones fieles a sus leyes de justicia, generosidad y paz. Pero con el tiempo degeneraron y se hicieron avariciosos y belicosos. Otros añaden que descubrieron los secretos de los dioses, secretos de energías cósmicas y de fuerzas capaces de destruir el género humano.

Hace unos 11.500 años, Zeus, rey de los dioses, castigó a los Atlantes y, en el transcurso de una sola noche, erupciones volcánicas y maremotos destruyeron la gran isla en un cataclismo de proporciones cósmicas.

Según la leyenda, de la Atlántida quedan a la vista sólo las islas Azores, Madeira, Canarias y Cabo Verde: lo que fueron las cumbres de las altas montañas del continente perdido. Pero sus palacios y templos se encuentran en el fondo del océano que tomó de él su nombre: el Atlántico.

                  "Hoy sus recios palacios los habitan delfines
                    y las algas tapizan el prado y el vergel..."




domingo, 26 de agosto de 2012

Mitos y leyendas de Canarias


Los dioses principales en Tenerife son:
Achamán (dios del cielo, dios supremo).
Magec (dios del sol).
Achuguayo (dios de la luna).
Chaxiraxi (diosa madre).
Chijoraji (hijo de Chaxiraxi).
Achuhucanac (dios de la lluvia).
Guayota (demonio, dios del mal).
La religión guanche era politeísta y animista, los guanches tenían sus propios dioses, distintos en cada isla, pero ninguno común, aunque sí con conceptos comunes.
En El Hierro tenían dos divinidades importantes, Eraorahan (varón) y Moneiba (mujer) como dioses benignos y otro maligno al que rogaban en tiempos de desesperación, llamado Aranfaybo.
En La Gomera adoraban a un dios creador llamado Orahan y por el otro lado a Hirguan, el dios maléfico, con aspecto de hombre velludo.
En La Palma creían en un dios solar llamado Abora (luz superior), que habitaba en Tigot o Tigotán, el cielo. Los ritos en honor de Abora se celebraban con ofrendas animales en pirámides construidas por toda la isla1 Algunos accidentes geográficos se identificaban con Abora, el ejemplo más popular es el del Roque Idafe, en la Caldera de Taburiente. Los benahoaritas veían en este roque su Axis Mundi, una columna de piedra que sostiene el cielo, por ello en sus alrededores tenían lugar ceremonias rituales y ofrendas para que no se desplomase y, con ello, trajera el fin del mundo. También creían en un dios maligno con forma de enorme perro lanudo al que llamaban Iruene, parece que este ser emparenta con los Tibicenas de Tenerife y Gran Canaria. Mitos probablemente inspirados en una especie de perro de aguas gigante, del tamaño de un caballo según las crónicas, que habitaba las islas en la época prehispánica, el tamaño desmesurado de estos canes hace pensar en un proceso de especiación alopátrica. Los aborígenes veían en estos perros gigantes unos espíritus malignos que aprovechaban la noche para atacar los poblados y el ganado.
En Tenerife creían en Achamán (sinónimo de "los cielos"). Era el dios "bueno", el dios de la suerte, de lo benévolo y su dios principal. Por otro lado estaba Guayota, el demonio, que habitaba en el interior de Echeide (el infierno), identificado con el Teide. Magec (el sol) era uno de los dioses más importantes. El término mago, con el que los terratenientes castellanos denominaban despectivamente a los agricultores de origen guanche tras la conquista, tiene su origen en el culto que le rendían dichos agricultores a fin de obtener buenas cosechas. También los guanches de Tenerife adoraron a una imagen de la Virgen María bajo el nombre de diosa Chaxiraxi, que traducido al español significaría la "Madre del Sol" y/o "La que carga al Rey del Mundo". Actualmente los canarios siguen venerándola como Virgen de Candelaria (Patrona de Canarias).
En Tenerife, al igual que en otras islas, también existen indicios de un culto a los antepasados "espíritus ancestrales", culto conocido sobre todo por la momificación de los cadáveres. También creían en divinidades inferiores o domésticas guardianes de lugares específicos (genios), que podrían ser buenos (Dioses paredros) o malignos (Guacanchas o Tibicenas). Además creían en dioses de la luna (Achuguayo), y de la lluvía (Achuhucanac).
En Gran Canaria el dios superior y dios solar se denominaba Acoran pero existían muchos más dioses de menor importancia y elementos místicos tales como espíritus ancestrales, demonios y genios.
En Fuerteventura, adoraban a la montaña de Tindaya, donde se ofrecían presentes. También se han hallado en esta montaña una serie de grabados rupestres, los llamados "podomorfos".
En Lanzarote prácticamente se desconoce. Aunque se han encontrado figurillas de ídolos, al igual que en todas las demás islas.

Entre sus principales leyendas destacan la de la Creación del Mundo:
Según las creencias guanches, Guayota vivía en el interior del volcán Teide (Echeide, el infierno), Guayota era el demonio, el rey del mal. Según la leyenda, Guayota secuestró al dios Magec (dios de la luz y el sol), y lo llevó consigo al interior del Teide. Los guanches pidieron clemencia a Achamán, su dios supremo. Achamán consiguió derrotar a Guayota, sacar a Magec de las entrañas de Echeyde y taponar el cráter. Dicen que el tapón que puso Achamán es el llamado Pan de Azúcar, el último cono, de color blanquecino, que corona el Teide. Después según sus creencias un terremoto separó o fraccionó la isla de Echeide, hasta que se crearon las siete Islas Canarias. Tyterogaka (Lanzarote), Erbane (Fuerteventura), Tamarán (Gran Canaria), Achined (Tenerife), Gomera (La Gomera), Benahoare (La Palma) y Ezeró (El Hierro). Desde entonces Guayota permanece encerrado en el interior del Teide, cuándo el Teide entraba en erupción, era costumbre que los guanches encendieran hogueras con el fin de espantar a Guayota. Otra versión dice que esas hogueras servian para que si Guayota lograba salir de Echeyde, creyera que seguía en el infierno y pasase de largo.
La creación del Hombre:
En un principio era Achamán, dios poderoso y eterno que se bastaba a sí mismo. Antes de él sólo había la nada y el vacío, el mar no reflejaba el cielo y la luz aún carecía de colores. Achamán también se llamaba Abora y también Alcorac. A él debían su existencia las criaturas, pues creó la tierra y el agua, el fuego y el aire, y toda la vida que en ellos cabía. Achamán habitaba las alturas y a veces las cumbres de las montañas para regocijarse contemplando lo que ante su mirada se avivaba.
Un día se detuvo Achamán en la cima de Echeyde. Desde allí su obra le pareció más bella y perfecta, como si la descubriese por vez primera, y pensó que debía compartirla. Entonces decidió hacer a los seres humanos para que también ellos admirasen lo creado, para que de ellos hicieran uso y para que lo conservasen.




Chaxiraci (Diosa madre guanche)  Hoy Virgen de la Candelaria (Patrona de Canarias)



viernes, 24 de agosto de 2012

Mitos y leyendas de Canarias



Las Islas Canarias son un conjunto de islas volcánicas del sector NE del Atlántico Central, separado por un estrecho brazo de mar del continente africano. El archipiélago cuenta con siete islas mayores (Tenerife, La Palma, La Gomera, El Hierro, Gran Canaria, Lanzarote y Fuerteventura) y seis islotes (La Graciosa, Alegranza, Montaña Clara, Lobos, Roque del Este y Roque del Oeste). Están orientadas en dirección E-O, situados , a sólo 100 km. de la costa del cabo Juby, del Sahara Occidental.

Por su origen y evolución íntimamente relacionados con la apertura y expansión del Atlántico Sur y el margen noroccidental africano, el archipiélago canario no guarda ninguna relación con la evolución geológica de la Península Ibérica. Se trata de las únicas islas volcánicas del territorio español de naturaleza oceánica, que presenta características similares a otras islas oceánicas (islas Madeira, islas de Cabo Verde). Son la única región con vulcanismo activo.


El vulcanismo se mantiene activo en el archipiélado, de forma que en las islas se contabilizan un total de 14 erupciones desde finales del s. XV. Los materiales emitidos en estas erupciones han cubierto amplias superficies, se han canalizado por algunos barrancos y en ocasiones, al alcanzar el mar, han modificado la línea de costa.


Algunos -parece que muy pocos- navegantes llegaron a Canarias en la Antigüedad. Las islas se hallan en el Océano Atlántico, llamado el "Océano Tenebroso", en el que muy pocos se arriesgaban. Por otra parte, la corriente de Canarias fluye en direccion suroeste y luego vira al oeste, arrastrando las embarcaciones hacia lo que durante siglos se creyó el fin del mundo.

Aquellos pocos fenicios, griegos y romanos que llegaron a las islas y que consiguieron regresar para contarlo, las rodearon de un halo de magia y de leyenda.

Según las historias de marinos que circulaban por el Meditérraneo, el Océano Atlántico estaba lleno de monstruos de todo tipo que destruían las naves que por él se aventuraban, y devoraban a sus tripulantes. En cualquier momento se podían encontrar gigantescos remolinos, tempestades provocadas por airados dioses o... el fin del mundo. Una vez llegado al borde del mundo, que se creía un disco plano, los imprudentes marinos caerían al abismo.Según algunos historiadores, en algunas de estas leyendas había una razón económica y militar. Los fenicios, hábiles marinos y comerciantes, conocían algunas rutas del Atlántico, bordeando Africa o Europa. Como no les interesaba que algún otro pueblo les hiciera la competencia, propagaban rumores y leyendas que mantuvieran a los visitantes alejados.

La mitología o religión aborigen guanche era un cuerpo de creencias que constituían la religión pre-cristiana del pueblo aborigen guanche (Islas Canarias, España). Como la mitología guanche fue transmitida y alterada por los conquistadores cristianos, las creencias, actitudes y prácticas religiosas originales no pueden definirse con certeza. Está claro, sin embargo, que la relativa importancia de los diferentes dioses y demonios varió según las épocas y los lugares.

La mayor parte de esta mitología fue transmitida oralmente, y mucha se perdió. Sin embargo, algo de ella fue capturada y escrita por los conquistadores y eruditos cristianos. En cuanto a las creencias, el culto astral estaba generalizado. Junto a él había una religiosidad animista que sacralizaba ciertos lugares, fundamentalmente roques y montañas (El Teide en Tenerife, Idafe en La Palma o Tindaya en Fuerteventura). Especialmente singular era el culto a los muertos, practicándose la momificación de cadáveres. Cabe destacar también la fabricación de ídolos de barro o piedra.






martes, 21 de agosto de 2012

Cuento de verano(Final de vacaciones)





Hoy Cecilia se ha levantado un poco tristona , las vacaciones tocan a su fin y ella siente que no desea marcharse de este lindo pueblo de montaña donde ha pasado el verano mas hermoso que recuerda.
Sus padres deberán viajar a Francia para trabajar en un nuevo trabajo y no pueden demorar mas la marcha.
Ante la imposibilidad de quedarse un poco mas ,salió a despedirse de sus amigos dando un paseo por el campo y  bañándose en el río. Comieron unos bocadillos después del baño y Cecilia les dijo por favor  llevarme un poco a la montaña para despedirme de  ella y sus amigos se rieron como pensando que estaba loca.
Al volver al pueblo, se dirigió a la plaza para ver al anciano y despedirse de él pero no lo encontró y pensó que él llegaría un poco mas tarde y se marchó.
Al atardecer volvió y tampoco estaba , entonces extrañada preguntó a un chico que pasaba por allí  si había visto al anciano que se sentaba todas las tardes en el banco de la plaza, el chico la miró con cara de extrañeza y le contestó que nunca había visto un anciano en aquel banco, ella insistía diciéndole  que era anciano de pelo blanco alto  y delgado , el chico le repitió que no ,que allí nunca se sentaba un hombre como ella describía.
Cecilia se marchó a su casa pero no estaba convencida con la contestación del chico  y volvió para preguntar a otras personas y todas le decían lo mismo, nunca habían visto al anciano.
Cecilia salía de viaje al día siguiente después de comer, preparó la maleta y se acostó temprano, pero seguía sin comprender que pasaba .
Apenas pudo conciliar el sueño ,su mente estaba en el anciano , y muy temprano se levantó y salió de casa camino de la montaña dispuesta a encontrarlo , pues ella sabía que no era un sueño que era una realidad y deseaba volver a verle para despedirse.
Se encaminó hacia la montaña y cuando empezaba a meterse en el bosque una linda mariposa de bellos colores, revoloteaba junto a ella y escuchó una vocecita que le decía :sígueme Cecilia  se quedó quieta y escuchó de nuevo: sígueme, entonces sin pensarlo fué  detrás de la mariposa internándose en el bosque, cuando llevaba un largo camino la mariposa se posó sobre las ramas de un roble centenario y desapareció.
En ese momento Cecilia pensó estoy loca , una mariposa que habla y la he seguido internándome en el bosque ahora estoy perdida y nadie sabe donde estoy, mis padres se asustaran por si me ha pasado algo malo.
Se sentó un poco en el suelo reposando su espalda en el árbol y se quedó dormida.
El anciano se acercó y le dijo : hola Cecilia yo soy el Musgoso que dejé la ciudad para vivir en estos montes y solo tú has podido verme. Se que vienes a despedirte  , pero tu familia estará muy asustada así que te acompañaré hasta la salida del bosque y después tu contarás las leyendas que yo te he contado, para que otras personas las conozcan. Si un día regresas a este pueblo me encontrarás en este roble pero debes venir sola. Llegaron al claro del bosque y Cecilia le preguntó anciano o debo llamarte Musgoso? Puedo darte un abrazo de adolescente humana que te quiere de todo corazón?. El anciano le contestó llámame  como tu quieras y claro que sí yo también deseo ese abrazo ,pues has alegrado la vida de este pobre musgoso ermitaño  que ayuda a los demás pero no le ven.
Cecilia empezó a caminar sin mirar atrás y en el recodo encontró a sus padres con mas personas del pueblo que habían salido a buscarla.
Ella abrazó a sus padres y les pidió perdón por el susto que os he dado pero necesitaba despedirme de alguien. Su madre preguntó de quien  mi niña? Y Cecilia muy discreta contestó de la montaña , mamá de la montaña, y con una sonrisa siguió caminando hacia el pueblo.
Por la tarde emprendió el viaje ,pensando en volver al verano siguiente al lugar donde había sido tan feliz.


                                       FIN                                                      

lunes, 20 de agosto de 2012

Cuento de verano(El tesoro )





 La moza acabó de llenar el cántaro en el chorro de la fuente, y empezó a caminar hacia su casa.

A los pocos pasos el cántaro empezó a moverse de un lado a otro. La moza asustada posó el cántaro, y el cántaro se movía en el suelo para arriba y para abajo y de un lado a otro como una peonza.

Al mismu tiempo que se movía oyó una voz que salía del cántaro y que decía así:

Debajo de la fuente
hay un gran tesoro
hecho de plata y de oro...

La muchacha ya sabía que metidos entre el agua hay unos duendes chiquitines que a veces salen con el chorro  y golpean  los cántaros y los rompen por travesura; y otras veces avisan a la gente cuando averiguan que debajo de la tierra por donde viene el agua hay alguna mina o algún tesoro de los que dejaron los moros escondidos.

El duende de las fuentes y de los ríos, que es más chico que la cabeza de una cerilla, no paraba de cantar en el cántaro:

Debajo de la fuente
hay un gran tesoro
hecho de plata y de oro...

Asombrada la muchacha de lo que decía el duende, volvió a la fuente y vació el cántaro, que es lo que hay que hacer cuando un duende se mete en un cántaro, porque si no al beber se le traga y las personas se vuelven locas y traviesas y no pueden parar quietas un momento.

Cuando volvió a  su casa se lo contó a su padre, y al hacerse de noche, cuando ya no había ninguna luz en el pueblo y la gente estaba dormida, la muchacha y  su padre fueron a la fuente con unos picachones para cavar  debajo y encontrar el tesoro enterrado.

Dale que te dale con los picachones y venga a sacar tierra  encontraron una piedra muy ancha.

 Sus fuerzas no podían levantar la piedra y se volvieron a casa desconsolados.

A la noche siguiente volvieron  y tampoco pudieron levantar la piedrona.

Así fueron unas cuantas noches y la piedra sin menearse de allí.

Entonces el padre de la moza se fue al monte y llamó a un ojáncano y le dijo que le daría a su hija si levantaba la piedra para  sacar el tesoro.

El ojáncano bajó con el hombre a la media noche y levantó la piedra.

En unas arcas de hierro había miles y miles de sortijas, de gargantillas y de barras de oro.

Poco a poco el hombre fue sacando aquellas riquezas y el ojáncano se las llevó a casa.

Después el padre, avaricioso y villano, llamo a  su hija y la dijo para engañarla que ya había levantado la piedra y que se fuera con él para traer el tesoro.

La moza se levantó muy contenta y cuando estaban cerca de la fuente encontraron a un crio que iba llorando. El ojáncano estaba  escondido a la parte de allá de un matorral para llevarse a la moza en cuanto el padre le silbara avisándole.

La muchacha compadecida del crío que iba llorando muy desconsolado, le preguntó con mucho cariño y con mucha lástima  por qué lloraba.

Y el crío le respondió que lloraba porque se le había perdido un cordero del rebaño y que venía de un pueblo que estaba a dos leguas buscándole.

En esto se sintió balar a un cordero y la moza y el crío echaron a correr muy contentos hacia donde salían los balidos. Al llegar donde estaba el cordero, el crío le dijo a la moza:

- Corre, corre sin parar
porque  tu padre te quiere engañar.

El cordero se convirtió en un caballo y en el caballo se montaron la moza y el crío.

El ojáncano echó a correr detras del caballo, pero no le alcanzó.

Cuando ya estuvieron muy lejos de la fuente, el crío paró al caballo y dijo a la moza:

- Soy un duende del monte y vi a tu padre con el ojáncano y oí que le decía que le daría la hija si le sacaba el tesoro.

Después de decir estas palabras, el duende se convirtió en una viejecito bajo y gordo, con unas barbas largas, muy blancas; y el caballo se convirtió en cordero y después al darle el duende con el bastón en la frente se convirtió en un lobo muy grande.

Porque todos los duendes del monte van acompañados de un lobo que se puede convertir en pájaro grande, en caballo y en otros animales.

La moza agradeció al duende  su salvación y se quedó con él en  su cueva, a donde se entraba por un roble hueco.

A los pocos días la moza sintió que escarbaban en la tierra, encima de la cueva.

Despertó al duende, que estaba dormido, y el duende adivinó que era el ojáncano que había encontrado el sitio donde se escondían.

En aquel istante dio con el bastón un golpe muy suave en la frente de la moza y la moza se convirtió en una oruga. Dio otro golpe al lobo y el lobo también se convirtió en oruga. Y él también quedó convertido en oruga.

No paraba el ojáncano de escarbar en la tierra hasta llegar a la cueva del duende.

Con el ojáncano estaba el padre de la moza. El duende, la moza y el lobo convertidos en orugas salieron de la cueva.

Después el duende volvió a la cueva, se metió debajo de la tierra y fingía la voz como si hablaran un hombre y una mujer.

El ojáncano no paraba de escarbar, creyendo que debajo de la cueva había otra. Así abrió un hoyo muy hondo. Entonces el duende se convirtió otra vez en oruga, salió al monte, se convirtió otra vez en un viejo bajito y gordo, con las barbas muy largas y muy blancas, se asomó a la orilla del hoyo que abrió el ojáncano y empezó a reirse con toda la fuerza. Se dió él mismo con el bastón en la frente y se convirtió en un gigante con unas manos grandísimas.

Y sin parar de reirse fue echando la tierra en el hoyo y allí quedaron sepultados el ojáncano y el maldito  y avaro padre de la moza.

viernes, 17 de agosto de 2012

Cuento de verano(La novia del ojáncano)





Una vez un ojáncano se enamoró de una muchacha que guardaba un rebaño de ovejas blancas y de ovejas negras. La muchacha estaba un día bebiendo el agua pura en una fuente que manaba en una peña vestída de musgo y la peña se volvió como  estremecida.

Levantó los ojos y vió al ojáncano en pie encima de la peña, con un mirar triste, mirándola y remirándola como un cristiano a una imagen de la iglesia.

La muchacha se fue corriendo, dando voces a los pastores...

Otro día, cuando estaba encendiendo lumbre para templarse un poco, a la parte de allá de un espinar que estaba encima de un ribazo, la llama no pudo medrar. Cuando ardían los escajos una miaja, (poco)venía un viento por entre el espinar, y los escajos se apagaban en seguida, tan pronto como empezaban a arder. Así se encendieron y apagaron unaas cuantas veces.

La muchacha se levantaba y veía que no había viento, porque las hojas de los árboles y las cogullucas de los helechos y de los brezales estaban quietos.

Volvió a encender los escajos y pasó lo mismo que las otras veces. En cuanto ardían un poquitín venía un viento por entre los espinares y apagaba la llama.

Extrañada de que no hubiera viento en el espinar, miró toda sorprendía y vio al mismo ojáncano de la peña de la fuente suspira que te suspira, como un cristiano que tiene algún dolor muy grande en el cuerpo o en el alma.

Los suspiros del ojáncano eran el viento que apagaba la lumbre de los escajos, en cuanto empezaba a nacer.

La muchacha echó a correr y volvió a dar voces llamando a los pastores.

Otra vez bajaba detrás de las ovejas cargada con un gran coloño de leña. Cuando empezaba a bajar el sendero muy resbaladizo, se encontró con que la quitaban el coloño de leña de la cabeza.

Miró sorprendía lo mismo que en la fuente y lo mismo que en la vera del espinar y vio el mismo ojáncano que tenía el coloño en la mano como un hombre lleva un palo, un rastrillu o una picaya.

La muchacha, de puro miedo, no dio voces llamando a los pastores como las otras veces. Siguió detrás de las ovejas, temblando y rezando a todos los santos del cielo de Dios Nuestro Señor.

El ojáncano la iba mirando con mucha tristeza, con el coloño en la mano. Al llegar cerca del pueblo, puso el coloño en la cabeza de la moza y se volvió al monte muy despacio, como una persona que va de mala gana a cualquier sitio.

Así fueron pasando los días. Otro atardecer bajaba la moza con otro coloño y el ojáncano se lo volvió a quitar de la cabeza y a llevarle en la mano hasta cerca del pueblo. La muchacha iba perdiendo el miedo al ojáncano y cuando le encontraba ya no temblaba como antes, ni rezaba a los santos del cielo de Dios Nuestro Señor.

En esto vino la primavera. No había dia sin que el ojáncano dejara de presentarse a la muchacha, que poco a poco fue cogiendo confianza. Al principio le veía y se iba a los pocos instantes, suspira que te suspira, como si todas las penas del mundo estuvieran metidas en el su ánimo. Pero después se estaba más rato cerca de la muchacha sin dejar de mirarla y de suspirar.



Cuando empezó la primavera la confianza era más grande. El ojáncano y la moza estaban casi todo el día juntos. El ojáncano despedazaba peñas, hacía las maldades de siempre, pero cuando estaba con la moza era bueno y pacífico. No paraba de hacerla beneficios. Él la cortaba la leña para hacer los coloños y arrancaba los escajos y las árgomas por donde ella iba andando. Si la fuente estaba lejos, el ojáncano iba a por el agua. Si llovía, el ojáncano escarbaba en una peña y hacía una peña para guarecerse o ahuecaba un árbol. Los otros pastores estaban extrañados de la amistad del ojáncano y la muchacha.

En tos los pueblos la llamaban la novia del ojáncano y las mozas y los mozos la aborrecían. Pero ella le tenía cada vez más apego y sentía mucha desazón en el monte cuando el ojáncano tardaba en llegar junto a ella...

Un día, a mitad de primavera, la moza no subió al monte. El ojáncano la buscó por todas partes y mandó al cuervo que volara sin parar dando vueltas por encima del monte para ver si la veía con el su rebaño.

El cuervo voló toda la mañana, volvió al mediodía, se le posó en la nariz y le dijo que no la veía por ninguna parte. El cuervo por el aire y el ojáncano por las cuestas no encontraron a la moza.

Pasaron muchos días y la moza no aparecía por el monte. El ojáncano cada vez estaba más triste.  Sus maldades eran más villanas y no había choza que no desbaratara. Todos los caminos los llenó de piedras muy grandes y tapó las fuentes con peñascos.

Un atardecer paró a un pastor y le preguntó por donde estaba la moza. El pastor, encogído del miedo, le dijo la verdad. Los padres de la moza la habían mandado a un pueblo, muy lejos del valle, para que no volviera a ver al ojáncano. El pastor siguió  su camino muy contento de que el ojáncano no le hiciera mal...



Al día siguiente, muy de mañana, cuando se levantaron los vecinos, todo el pueblo fue una queja. Los maizales estaban destrozados, las paredes de las huertas caídas, los nogales en el suelo, lo mismo que los perales y los manzanos. No había quedado una pared ni un árbol de fruta en pie. Toda la cosecha estaba destrozada.

Cuando el sacristán fue a tocar a misa se encontró con que habían desaparecído las campanas. Cuando el herrero abrió la fragua vió que le habían llevado el yunque. Cuando el médico fue a enganchar el caballo al carricoche para ir a visitar a los enfermos, se encontró con el caballo muerto y el carricoche con las ruedas partidas..

No pararon aquí las maldades. Toda la hierba de los prados estaba arrancada y pisoteada y las losas del pórtico de la iglesia hechas pedazos, lo mismo que el paredón que se había hecho hacía poco tiempo para que el agua del rio no entrara en la mies. Las portillas de las tierras también aparecieron rotas, lo mismo que el carro y el horno de los padres de la moza.

Todas las mañanas se encontraban los vecinos con algún destrozo. Un día una socarreña destrozada, otro dia un portal con un golpe muy grande, otro día una fuente llena de cantos, otro dia un molino con las ruedas partídas...

Los vecinos arreglaban las paredes por el día y el ojáncano las tiraba por la noche. Así llegó el inverno. La gente estaba sin cosecha, las despensas estaban vacias, los pajares sin hierba. Todos los vecinos estaban entristecídos, sin tener una pizca de harina para llevar al molino.

Una mañana, al poco de amanecer, toda la gente se fue llorando por los caminos con los trastos a cuestas. Unos se fueron a un pueblo y otros a otro, porque el ojáncano enamorado no paraba de hacer mal.

El pueblo se quedó solo y las casas se fueron cayendo poco a poco, hasta que todo fue como un matorral.


jueves, 16 de agosto de 2012

Cuento de verano (Hadas de colores)



Había una vez un país, llamado Fantasía, donde vivían hadas de colores, duendecillos, brujos y brujas que no querían que el reino de la Fantasía estuviera lleno de color y alegría.

Lumilda , era una bruja, que vivía sola en su castillo, Se enfadaba mucho, cuando contaban cuentos a los niños.

-No quiero que cuenten cuentos a los niños, porque aprenderán a escuchar, tendrán imaginación, fantasía, ilusión, y lo que es peor, buenos sentimientos en su corazón.

-¡ No dejaré que ocurra eso!, ¡Tengo que hacer algún hechizo!

Entró, en su castillo, y cogió su libro embrujado y con voz muy fuerte dijo:

-Brujos y brujas que queréis el mal, que mi voz podáis escuchar, nuestra magia, tenemos que unir, para que en el mundo de la realidad, cuentos no se vuelvan a contar.

Cuando dijo esto, en el cielo, se vieron relámpagos y se escucharon truenos, la magia de los brujos se había unido y el hechizo de Lumilda se había cumplido.

Y desde ese momento, en el mundo de la realidad, no se volvieron a contar cuentos.

El Hada Arco Iris, había visto lo que había hecho Lumilda y fue a contárselo al hada Naranja que era el Hada de los niños.

-Hada Naranja, Lumilda y los brujos del mal, han unido su magia, y han hecho que en el mundo de la realidad, cuentos no se vuelvan a contar.

-Eso no puede ser!, llamaré a las hadas de colores, para ver que podemos hacer.

Cogió su campanilla mágica y empezó a tocarla:

TILÍN TILÍN, TALÁN TALÁN
TILÍN TILÍN, TALÁN TALÁN

Cuando las hadas de colores escucharon la
campanilla mágica, fueron al palacio del hada Naranja, y allí se enteraron de lo que había hecho Lumilda.

-¡No dejaremos que se salga con la suya!

Dijeron enfadadas.

-¡Claro, que no la dejaremos!. Dijo el Hada Naranja.

-Nosotras, al mundo de la realidad iremos, y cuentos a los niños contaremos, de este modo, no perderán la fantasía, la ilusión, la imaginación y los buenos sentimientos en su corazón.

Todas las hadas, hicieron un corro, y con una voz muy dulce cantaron:

-Somos hadas de colores,
-que al mundo real iremos,
-y allí a los niños,
-muchos cuentos contaremos.

Mientras cantaban, iban colocando una piedra de color en el centro, de las piedras de colores salieron muchos caminos, y cada hada cogió uno distinto, que las llevaría al mundo de la realidad, para contar cuentos a los niños.

Gracias a las Hadas de colores, los niños pudieron seguir escuchando cuentos, jamás perdieron
la ilusión y siguieron viviendo ese mundo de fantasía que es la niñez y que todos recordamos con amor y añoranza cuando somos adultos.

martes, 14 de agosto de 2012

Cuento de verano (La vara milagrosa)



Cecilia ha pasado hoy el día en la un hermoso pueblo marinero llamado San Vicente de la Barquera 
en la playa del  parque natural de Oyambre, donde la paz y el sonido del mar se complementan para la delicia de los sentidos.
Este parque tiene los estuarios de la ría de San Vicente y la de la Rabia, y es un ecosistema  litoral,
compuesto de hermosas dunas, zonas rocosas y praderías, unido a unos bosques frondosos con árboles autóctonos , donde las aves acuáticas invernan  o descansan durante el periodo de migración.
Por la tarde ha regresado al pueblo y sin llegar a casa se acercó a la plaza para ver al anciano.
Este le ha contado una historia escrita en el cántabro un idioma que se va perdiendo y que escribió un famoso escritor cántabro llamado Manuel Llano , este escritor recopilaba las historias por los pueblos de la región.


Una vez iba una moza por un caminu allá. Al llegar a una cotera oyó una voz que se quejaba con mucha tristeza. Miró por toas partes y no vio a ninguna persona.

La voz no dejaba de quejarse con mucha tristeza. Golvió a mirar y no apaecía nadie. Cuando iba a seguir el caminu se fijó en que la voz salía debajo de una lastra...

Llamó en la lastra con una piedra, como si juera una puerta, y la voz, barrutando que era algún caminante compasivu, habló más juerte y dijo a la moza que era un muchachu que le había cogíu un ojáncanu y le tenía en la su cueva.

La moza torció el su caminu, compadecía del muchachu, y se lo jue a contar to a una hechicera que vivía en una choza al lau de una ermita.

Cuando la moza llegó a la choza de la hechicera, que se llamaba Pelegrina, estaba hilando en una rueca de oru que al mismo tiempo cantaba como un jilgueru.

En la choza había unos platos con una flores pintás del color de las estrellas; había unas jarras y una mesa de coral y una silla de madera negra muy brillante.

La hechicera era muy revieja y muy guapa y tenía los ojos muy grandes y muy negros, sin ninguna arruga en la cara.

Cuando la moza acabó de contala lo que la había dichu el muchachu de la cueva del ojáncanu, la hechicera la dió una vara de fresnu seca que estaba en un rincón de la choza, y la dijo que con aquella vara llamara otra vez en la lastra que servía de puerta a la cueva.

Golvió la moza a la puerta de la cueva y llamó en la lastra.La lastra se movió hacia un lau, y la moza pudo entrar en la cueva, que estaba muy oscura como la boca de un lobu. Entonces como no se veía na en aquella oscuridad, la vara de la hechicera empezó a alumbrar sin que nadie la encendiera, con un resplandor muy grande.

Iba caminando por la cueva allá y se alcontró con un hoyu muy grande que no la dejaba pasar.

Entonces la vara, sin perder el su resplandor, se escapó de la mano de la moza, se aposó de la una a la otra parte del hoyu y se hizo como un maderu largo y anchu como un puente. La moza pasó y la moza golvió a la su mano.

Al poco ratu llegó el fin de la cueva, y oyó los quejíos tristes del muchachu. Se apagó el resplandor de la vara y quedó otra vez a oscuras.

Desde el sitio onde estaba la moza veía brillar como un tizón el oju del ojáncanu. La moza tenía mucho miedu y no quería moverse de allí, pero la vara tiraba de ella con mucha juerza y la hacía andar.

Al poco ratu llegó cerca de donde estaba el ojáncanu y el muchachu. El ojáncanu estaba acostau y el mozu tenía aposás las sienes en las manos, sentau en una silla de piedra, tou llenu de pena y llorando sin parar.



En aquel instante la vara golvió a escapase de la mano de la moza que no paraba de temblar de miedu, y se convirtió en cuervu que empezó a volar encima del ojáncanu.

El ojáncanu se levantó asustau y el cuervo se aposó en la su nariz. Arrimó el picu a la oreja del ojáncanu y le habló muy bajucu, como le hablaban lso sus amigos los cuervos.

Cuando el ojáncanu estaba más descuidau oyendo las mentiras que le decía el pajaru, ésti metió el picu en la cabeza del ojáncanu y le arrancó el pelu, que es onde tien el aquel de la vida. El ojáncanu se cayo muertu, el cuervu golvió a convertirse en vara y la vara empezó a alumbrar otra vez.

Como el muchachu no podía andar de los castigos que le había hechu sufrir el ojáncanu, la vara se convirtió en un caballu chicu y blancu.

La moza amontó en él y salieron de la cueva. Mientras duró la oscuridad el caballu tenía las orejas como dos luces.

Anda que te anda llegaron a la choza de la hechicera, al lau de la ermita.

La hechicera estaba hilando sin parar y la rueca no paraba de cantar como los jilgueros. Cuando vio a la moza y al muchachu, aposó la rueca, el caballu golvió a convertise en la vara fresca de fresnu y la hechicera cogió una escudilla azul, y con una masa que tenía la escudilla curó toas las heridas que tenía el muchachu.

Despues se jue y los dijo que esperaran en la choza, que ella iba a buscar las sus ovejas que pacían en el monte, a la parte allá de la ermita.

El muchachu y la moza tuvieron una tentación. Tenían envidia de los platos con las flores pintás de color de las estrellas, tenían envidia de la rueca de oru y de la mesa de coral, porque too ello valía un tesoru. Cogieron toas aquellas cosas y la varuca de fresnu y se escaparon con toas las cosas que tenía la hechicera.

Echaron a andar y cuando estaban algo lejos de la choza descansarun un pocu pa quitar la sed a la orilla de una juente.

Cuando la moza iba a agacharse pa beber la primera, la vara se la escapó de la mano, tocó en el agua y el agua dejó de manar en aquel mismu instante.

Siguieron andando y cuando ya habían bajau la cuesta del monte, la varuca se escapó de la mano de la moza y tocó en la mesa de coral que llevaba la moza a la espalda y en la silla de madera negra que llevaba el muchachu en la espalda. En aquel mismu instante la mesa de coral y la silla reluciente se convirtieron en dos jorobas.

Despues de dejar jorobaos al muchachu y a la moza, la vara se convirtió en azor y echó a volar hacia la choza de la hechicera...





lunes, 13 de agosto de 2012

Cuento de verano (La leyenda de Xana)


Cecilia ha estado unos días muy atareada estudiando para los exámenes de la asignatura que suspendió, pero solo pensaba en el anciano , diciéndose que éste la echaría de menos y deseando ir a verle a la plaza, por eso hoy ya no ha podido evitar salir  corriendo para que le cuente un  nuevo relato.
El anciano le contará La leyenda de Xana.

Cuenta la Leyenda, que en una Noche de San Juan, un joven se internó en el bosque encontrando junto a un río, una hermosa joven que peinaba sus dorados y largos cabellos. Ella se dio cuenta de su presencia y sonreía tranquilamente. Sabía que el joven se acercaría. Necesitaba hablar con alguien…..tanto tiempo sola, tanto tiempo sin unas caricias, sin unas palabras amables….era demasiado tiempo….necesitaba compañía. El joven estaba embelesado con la visión, su corazón se aceleraba, su respiración se agitaba….en su interior, sentía cosas que nunca antes había sentido. Ella era más hermosa y fascinante que cualquiera de las mujeres que hasta ahora había conocido. No podía resistir la tentación de acercarse a ella y cada vez se estiraba más, para verla de cerca…. Tanto fue así que tropezó y calló a los pies de esta…. La joven se levantó, sonrió y con una voz fina y dulce como el ruido que produce el viento, le dijo:
- ¿Qué haces aquí?, ¿Qué vienes a buscar?
Me he perdido, y tú ¿Quién eres?
- Soy una Xana, un hada del bosque. Hoy, la noche de San Juan, es el único día que podrás verme. Al llegar el alba desapareceré hasta el próximo año.
-Siento por ti algo que nunca antes había sentido, no podría soportar un año sin verte…
-Yo siento lo mismo por ti, créeme…… pero, somos de mundos diferentes, no podemos compartir nuestro amor….Solamente hay una solución…..tienes que pasar una prueba…. Si consigues deshacer esta madeja sin que se rompa el hilo de oro,
compartiré contigo mi vida y todo lo que tengo, pero….. Si lo rompes…..
- Dime sin temor. ¿Qué pasará, si lo rompo?
- Si el hilo se rompiese, hallaras la muerte.
- Necesito intentarlo…… Si no puedo vivir junto a tí, la vida no vale la pena.
 Xana le dio la madeja y el joven comenzó a deshilar…….
-¡Espera!, no sigas, …..me da mucho miedo….prefiero olvidar que te conocí.
-Lo siento, tengo que intentarlo, no sabría olvidarte y se que me volvería loco pensando en mi cobardía, si no lo hubiera intentado, tienes que entenderme.
Ella se apartó con lágrimas en los ojos y no quiso mirar lo que sucedía.
Después de un largo tiempo deshilando……. el hilo se partió……. Un canto empezó a surgir del fondo del agua y  Xana comenzó a llorar….. El joven, antes de sumergirse, se acercó a ella y mientras la besaba dulcemente en los labios, le dijo...
-"No llores mi amor que estaré aquí, en el río, junto a ti ……el final de mi vida es el principio de una vida eterna junto a ti y de tu lado nunca jamás me llevaran”.....

viernes, 10 de agosto de 2012

Cuento de verano (La fuente de Xana)





En el siglo VIII, el rey Mauregato de la pequeña monarquía asturiana, se había comprometido con los musulmanes a entregarles 100 doncellas cada año para desposarse con ellas.

El rey, celoso de su pacto, elegía cuidadosamente a las doncellas mas bellas del reino para ser entregadas. Un nutrido grupo de guerreros recorría ciudades y aldeas para elegir a las doncellas y éstas, pese a oponer resistencia, eran llevadas por la fuerza.

Sucedió un día que los guerreros se enteraron de que en Illas (Avilés), existía una joven muy bella, y raudos, hacia allí encaminaron sus pasos. Belinda, que así se llamaba la joven, sin sospechar en un principio los deseos de los visitantes, los recibió amablemente, pero cuando fue capturada, con gran habilidad consiguió que sus guardianes le permitieran ejecutar bellas danzas y canciones. La joven les ofreció bailar para ellos una danza maravillosa, pero esta tenía que ejecutarse en el campo, a la luz de la luna. Los guerreros, encantados con la gracia de Belinda, accedieron a su deseo y aquella misma noche salieron al campo.

Una vez que se vio libre, la joven corrió desesperadamente hasta una fuente no muy lejana con el deseo de esconderse en aquel lugar y asi burlar a sus captores. Una vez en la fuente, oyó con gran sorpresa como de su interior salía una voz que le decía: "Si quieres ser tu mi xana vivirás días dichosos". La joven, al oír estas palabras, preguntó que debía hacer para convertirse en xana; la respuesta no se hizo esperar: "Bebe un sorbo de mi agua, y te verás libre de los soldados y acabarás con el tributo".

Belinda así lo hizo y se convirtió en una joven de belleza sobrenatural. Cuando los soldados llegaron al lugar intentaron capturarla de nuevo, pero la joven xana los miró con sus maravillosos ojos verdes e inmediatamente todos los soldados se convirtieron en carneros. Los días pasaron y el Rey, impaciente, viendo que sus soldados no volvían, mando otro grupo a Illas para cumplir su orden, pero estos tampoco volvieron. El Rey, alarmado, mando reunir a todos sus soldados y, a la cabeza del ejercito, se dirigió a Illas.

Cuando llego al lugar pudo ver una gran cantidad de ovejas y carneros que pastaban apaciblemente alrededor de una fuente en la que se encontraba sentada una joven hermosísima que hilaba blancos copos de lana. Viendo que se trataba de un ser sobrenatural, se dirigió a ella y le pregunto si había visto a sus soldados, a lo que la xana le respondió que el no había enviado soldados, sino corderos. El Rey, enfurecido, contesto: "Repito que eran soldados, como los que vienen detrás de mi", a lo que la xana contesto burlonamente: "También son corderos, y tu puedes ser el pastor". El Rey volvió la cabeza y pudo ver como todo su ejercito se había convertido en un rebaño de mansos corderos; asimismo, sus lujosas ropas se habían transformado en las pobres prendas de un pastor.

Entonces, tembloroso, suplico a  xana que deshiciera el encantamiento y que el se comprometería a cumplir lo que ella deseara. La joven le pidió que renunciara al tributo de las cien doncellas, cosa que el Rey aceptó de inmediato y mandó un mensajero al reino musulmán para que explicara que el pacto quedaba roto ante la imposibilidad de cumplirlo. Desde entonces las doncellas no volvieron a ser capturadas.

martes, 7 de agosto de 2012

Cuento de verano(La magia del bosque)


Cecilia solo piensa en ir por la tarde a la plaza del pueblo para encontrarse con el anciano , sentarse a su lado y escuchar sus fantásticas historias que a ella le llegan al corazón ; se 
siente feliz y alegre , pues piensa que hay algo maravilloso en  los bosques de Cantabria.
Hoy la contará la magia del bosque.

Estrella se adentró en el bosque en busca de su pequeña hija; la niña había desaparecido entre los árboles no hacia ni cinco minutos, en un momento en que Esmeralda estaba preparando la merienda en aquella tarde de julio, calurosa y mágica... Estaba sentada a la sombra de un frondoso árbol, un sauce enorme que al menos tendría mas de doscientos años por la envergadura de su tronco.

Esmeralda que así se llamaba la pequeña, se adentró en el bosque intrigada por unos extraños ruidos que escuchó... No sabia que era pero notaba que la estaban llamando y así fue como desapareció...

Estrella entró en el bosque y llamando a gritos a la niña... estaba nerviosa y asustada, y esperaba que no la hubiese ocurrido nada... Se escuchaban tantas historias de niños desaparecidos que Estrella se aterrorizó y comenzó a llorar mientras seguía el pequeño camino que la llevaba a lo mas profundo del bosque...

De repente escuchó un sonido... como una música celestial... algo que nunca había escuchado antes... y un canto dulce y melodioso que invitaba a cerrar los ojos e imaginar cosas bellas, pero ella siguió y siguió caminando... Necesitaba encontrar a la niña de sus ojos... aquella niña a la que tanto amaba y que tanto la había costado sacar adelante después de que su amado Miguel las hubiese dejado solas.. El enfermó y se fue... al cielo... Estrella así lo desea creer...

La música sigue sonando pero Estrella no puede distinguir de donde viene... Parece que sonara por todo el bosque...

A lo lejos divisa un árbol gigantesco... Nunca había visto un árbol así... Pensó que ese árbol debía de tener mas de mil años... Era impresionante... Se diría que media mas que un edificio de veinte plantas al menos... era tremendo... y eso que lo estaba viendo de lejos....

Antes de llegar al árbol, la pareció que la hierba comenzaba a crecer a sus pies... Notaba como la tocaba la piel y también sentía un cosquilleo... Cuando miró hacia abajo, vio una gran cantidad de tréboles de cuatro hojas, pero no unos tréboles normales.. estos tréboles eran enormes,; Cada hoja era como una mano de Estrella... eran grandísimos... Estrella se quedó maravillada con esta visión... pero siguió caminando y llamando a su niña...

De repente, a uno de los lados del tronco del enorme árbol, vio una especie de entrada.... Se asomó, y vio una especie de pasadizo y al final una luz centelleante.... De allí era de donde venia la música y el canto celestial... Se acercó mas y mas al lugar de donde venia aquella dulce melodía, y entonces se quedó maravillada... una hermosa mujer vestida de blanco brillante con el pelo dorado como el oro y adornado con flores de mil colores y dos alas desplegadas en su espalda, estaba tocando el arpa, y lo mas hermoso del todo, era que la voz que cantaba esa dulce melodía era su propia hija... Esmeralda, la cual, estaba vestida igual que la hermosa hada que tocaba el arpa, con las mismas flores adornando su cabello y con el vestido blanco como la nieve... también vio como mientras la niña cantaba se la desplegaban unas pequeñas alas que la convertían en una pequeña y dulce hada....

Estrella se quedó petrificada, sin saber que hacer, hasta que miró hacia uno de los lados de la estancia y vio a Miguel... a su amor... al padre de su hija, convertido en un ángel alado y con una mirada mucho mas dulce que cuando estaba con ella....

Miguel se dirigió a Estrella... la abrazó y la besó con ternura... La explicó que su hija había nacido con un don y que debía aprender a utilizarlo... Hoy había cantado como las hadas.... sus alas habían crecido... y que cada día.. ellas... las hadas del bosque, la enseñarían a utilizar esos poderes en favor del bien....

A partir de aquel día, Estrella se trasladó a vivir muy cerca de aquel hermoso bosque que tanto amaba para que las hadas instruyeran a Esmeralda y la hicieran uno de los seres mas mágicos de la tierra....

Miguel las esperaba cada día en la casa del árbol... y allí pasaban horas y horas hablando mientras que Esmeralda aprendía y aprendía con las hadas.....



domingo, 5 de agosto de 2012

Cuento de verano (El día que el Sol se apagó)





Hoy domingo de agosto Cecilia ha pasado el día con sus padres y sus abuelos que vinieron a pasar el 
día festivo  juntos. Por la tarde salió a visitar al anciano a la plaza  para que le contara 
una nueva historia.
Le contó  el relato del Día que el Sol se apagó.


Hace muchas... muchas lunas...en un gran bosque lleno de magia y bondad... lleno de hermosas criaturas que procuraban que el bosque estuviera siempre verde y florido... que cada uno de sus árboles dieran frutos a cada cual mas delicioso... vivía una Dama del bosque que se encargaba de convertir en medicinas las plantas que el bosque la regalaba.

Ella era una sanadora... todo aquel enfermo que venia a ella, salía curado, porque además de los poderes de las plantas, ella tenia un poder especial que le había sido regalado del cielo. También tenia el don de leer las mentes de los demás....

La Dama tenia una hija... Ángela... era una belleza de criatura... una niña de dieciséis años con el cabello rubio y unos ojos azules como el mar.... Esmeralda que así se llamaba la Dama del Bosque amaba a ese maravilloso ser que la naturaleza la había regalado...

Fue el fruto de su gran amor con el único hombre que ella había amado en su vida pero que una noche desapareció, y jamás volvió a saber de el...
Pero aquel hombre la había regalado su semilla... y así nació Ángela....

Ángela amaba aquellos bosques, y se pasaba horas y horas caminando y recogiendo plantas para su madre. Todos los chicos del pueblo estaban enamorados de Ángela pero ella sentía solamente que su dueño y señor era el bosque... el cielo,... las estrellas... la luna... y sobre todo adoraba la luz y el calor del sol.

Muchas veces cuando encontraba un claro en el bosque donde el sol acariciaba la hierba...ella se tumbaba.. se fundía con la hierba y dejaba que el sol acariciase su suave piel y todo su cuerpo....

El aroma de la hierba y las caricias de los rayos del sol la llevaban a mundos llenos de magia y sus sueños eran los mas dulces que nadie se pudiera imaginar...

Una noche que paseaba por el bosque bajo la luz de la luna y las estrellas.. sintió miedo... porque... de repente... la luna desapareció dando paso a un cielo lleno de estrellas... un cielo inmensamente estrellado....

A lo lejos vio un gran resplandor... Se acercó más y más y lo que vio casi la ciega los ojos...pero aun y así, alcanzó a ver como la luna se convertía en la mas hermosa de las hadas...

A pesar de que el mar estaba muy lejos de aquellos lugares... Ángela vio perfectamente al dios de mar... Poseidón... con su radiante belleza...

Ambos... el hada y el gran dios del mar se abrazaron y besaron durante un largo espacio de tiempo. Ángela observaba petrificada como el rey del mar depositaba su semilla en el vientre del hada que anteriormente era la dulce y amada luna. Después de aquel acto de amor, que provocó el mas grande resplandor en todo el bosque... Ángela vio como la hermosa hada besó al rey del mar con el mas dulce y tierno beso de amor y se alejó volando con lagrimas en los ojos....

El rey del mar también se alejó volando hacia otro horizonte. El hada voló y voló alto y cuando estaba ya cerca de las estrellas volvió a transformarse en luna...
La luna había conseguido engendrar a su hijo... el hijo de la luna y del mar...el hijo de la magia...ese hijo que un día seria el ser mas hermoso... mas mágico y mas bondadoso de la tierra... el que devolvería la paz a un mundo lleno de dolor.... y no lo haría solo....

En esos momentos , Ángela no imaginó la importancia de ese hecho para su vida y para la vida del fruto que pronto crecería también en su seno....

Después de ver la magia que se acababa de producir, corrió a casa y se lo contó todo a su madre...

La Dama del bosque sonrió y supo que aquello era el principio de algo mágico que sin duda ocurriría en poco tiempo...

Ángela se acostó y se quedó dormida soñando con su amado sol y con el bosque que tanto amaba.

A la mañana siguiente... de madrugada... y a pesar de que estaban pasando por un crudo invierno.. amaneció el día completamante despejado y con un sol radiante como nunca antes La Dama lo había visto. Supo que ese día también ocurriría algo mágico que cambiaria su vida y la de Ángela para siempre.

La dama y Ángela pasaron el día recolectando plantas secas para medicinas...

Por la tarde, Ángela se dispuso a dar su paseo diario por aquel bosque que tanto amaba... Se despidió de su madre y se adentró en aquel mágico lugar...

El sol resplandecía con su gran belleza, y Ángela se dispuso a subir a la montaña... al claro del bosque que ella amaba y que era su lugar favorito...

Se tumbó sobre la hierba y cerró sus ojos... Se entregó a la magia que irradiaba aquel lugar... Estaba feliz... pletorica por ser tan afortunada de poder disfrutar tanta maravilla...

De repente... notó algo extraño... y abrió los ojos... Se quedó maravillada por lo que sus ojos estaban viendo...

El sol... ese sol al que tanto amaba y que cada día la acariciaba con sus rayos se estaba moviendo de una forma muy extraña... Sus rayos desprendían un brillo cegador... y Ángela vio como el sol bajaba desde el cielo y poco a poco iba tomando la forma de un ángel... un ángel blanco como la nieve y con unas alas doradas imitando el color del oro... Eran tan brillantes que casi la dejaban ciega... El ángel descendió hasta donde estaba Ángela... Se puso de pie frente a ella, que ya se había levantado de su lecho de hierba...

Lo miró a los ojos... Era un ser de gran belleza con el cabello largo y rubio y los ojos azules como el mar con una mirada intensa que a Ángela la fascinó...

Hablaba con ella sin decir nada... simplemente con sus ojos... con su mirada... y ella lo respondía... también... sin palabras...

Era como si hablaran desde sus almas. El ángel tomó a Ángela de la mano y la acercó a el.. La tomó en sus brazos, y ella se dejó hacer... Ángela se sentía tan bien... tan protegida como una mariposa dentro de su capullo esperando para salir y emprender el vuelo.

El ángel la tumbó en el suelo del cual.. de repente... comenzaron a brotar flores de mil colores...
Ángela, tumbada en aquel maravilloso lecho dejó que el ángel tomase su alma y también su cuerpo... Fue maravilloso sentirlo dentro de ella... y sentir como sembraba sus semillas en su vientre.. El amor de ambos era puro y eterno...

Mientras se consumaba este acto de amor y a pesar de que cuando el ángel bajó se había oscurecido el bosque... ahora... se notaba un gran resplandor y el cielo se llenó de estrellas que volaban de un lado hacia otro en el cielo... Era como si sembrasen música y alegría...

Después de que el ángel depositara su semilla en el vientre de Ángela, la besó en la frente con ternura y se despidió de ella... Debía volver al cielo... debía convertirse de nuevo en lo que era... el sol... el gran sol...y seguir dando luz y calor a la tierra para que siguiese siendo fértil...

Ángela sabia que la semilla del ángel había prendido en su vientre y que iba a alumbrar a un ser muy especial...

La dama del bosque supo de este acto en el mismo momento en que se consumaba.. y se sintió feliz...

Ella sabia que tanto el fruto de la luna como el del sol, serian dos seres mágicos y especiales que salvarían a la tierra de tanta devastación con el amor que iban a profesarse el uno al otro y a todo ser viviente sobre la tierra.

Ángela regresó a casa con el semblante lleno de felicidad y con un brillo especial en sus ojos. El amor había tomado su corazón y estaba feliz... por el fruto que crecía en sus entrañas ya...

Cuando llegó la hora del nacimiento de la hija del sol... la dama del bosque estaba allí para ayudarla a venir al mundo...

Nació una niña preciosa, con cabellos rubios dorados como el sol y con unos ojos azules como el inmenso mar... La llamaron Amor, porque su destino era regalar amor, y así fue como el sol y la luna tuvieron a sus descendientes...

La hija del sol.. Amor, un ser mágico y especial que cambiaria el rumbo de los sentimientos....
El hijo de la luna engendrado la noche anterior por la luna y el dios del mar... un ser perfecto que seria el vivo retrato del amor... Lo pusieron de nombre Samuel...

Samuel se crió en el bosque con las hadas... La luna... reina del bosque y de las hadas se lo cedió a ellas para que lo alimentasen de magia y amor.. Era muy importante que Samuel creciera con ese sexto sentido que solo tienen los seres especiales como las hadas y los seres mágicos del bosque...

Samuel creció lleno de amor, al igual que Amor... era un ser muy inteligente y especial....
Amor y Samuel no se conocerían hasta que fuesen adultos, por lo que cada uno se crió en un lugar diferente del bosque...

Después de haber concebido a Amor... su madre... Ángela seguía viéndose cada tarde con su amado sol, el cual se transformaba en un hermoso ángel enamorado... Ángela lo amaba con locura también...

Después de haber nacido Amor... el ángel dejó de bajar al claro del bosque... ya no le estaba permitido el contacto con Ángela a pesar del amor que por ella sentía...

Ella subía cada tarde al claro del bosque esperando en vano que su amor la tomase en sus brazos de nuevo... pero no fue así... Poco a poco.. ella se fue consumiendo... sufría demasiado por amor y no podía soportarlo...

El sol... desde el cielo se sentía desgraciado por no poder transformarse y demostrarle su amor a Ángela.

Ambos sufrían demasiado y poco a poco, ambos se fueron apagando... Ángela dejó un día de respirar y el sol, triste y abatido... dejó de regalar sus rayos a la tierra.. la cual se tornó llena de nubes.

Desde aquel día , en la tierra no se volvió a ver el sol... y los habitantes de ese mágico bosque esperan que un día el amor vuelva a brotar como antaño y el sol vuelva a brillas y a regalar sus calurosos rayos, pero esto solamente ocurrirá cuando Amor y Samuel, los hijos del sol y de la luna llenen la tierra con su magia y ya no exista la muerte... ni el dolor.... porque entonces todos los seres que han sido separados a la fuerza volverán a reunirse y a renacer de nuevo... porque las guerras y las injusticias habrán terminado para siempre.. Entonces el sol lucirá de nuevo en todo su esplendor y el amor que perdió renacerá para toda la eternidad.....

viernes, 3 de agosto de 2012

Cuento de verano( El silencio de las hadas)



Cecilia hoy ha dedicado su tiempo a montar a caballo por los campos y a descubrir nuevos parajes 
y se adentró en el bosque hasta donde apenas se percibía ningún sonido excepto el pisar de su caballo sobre la hojarasca y su propio corazón.
Cuando volvió al pueblo y le contó esas sensaciones al anciano este la dijo : te contaré la historia 
de El silencio de las hadas.

En la espesura del bosque, allá donde la bruma tarda más en desaparecer, existen lugares especiales para que las Hadas puedan recuperar el Silencio.
Son espacios mágicos, sólo conocidos por ellas y donde no llega ninguna presencia humana. Rincones y claros perdidos entre los árboles son refugios ideales para las Hadas que necesitan estar solas.

Las Hadas conocen bien la importancia de la soledad plena, la que permite estar con uno mismo y reflexionar. Encontrar el verdadero sentido al diario vivir, sin que voces ajenas distraigan el discurrir del pensamiento.

Ni siquiera ellas escapan a la influencia del mundo que las rodea y es importante el reencuentro con el íntimo ser. Renovarse, reconocerse, dejar atrás lo que molesta en el alma y volver con nuevas energías y el espíritu alegre.

El Silencio de las Hadas no es un silencio triste, sino prometedor. Un silencio que limpia y enriquece, que atempera el carácter y fortalece el ánimo.

Si alguna vez tienes la fortuna de encontrarte en un bosque y de pronto,
éste se vuelve tan silencioso que puedes oír el latido de tu corazón,  es que has llegado a un lugar reservado al Silencio de las Hadas.

Respeta esa quietud y aléjate sin hacer ruido.
O quédate y aprende el Silencio

jueves, 2 de agosto de 2012

Cuento de verano(El hada triste)





Cecilia ha pasado el día con sus amigos por el bosque de excursión  y se ha bañado en el río
pues la mañana amaneció radiante y con una temperatura muy agradable  por lo que decidieron pasar la jornada por los hermosos bosques de Cantabria.
Al caer la tarde regresaron al pueblo cantando canciones y y entre bromas y risas se despidieron .
Cecilia fué en busca del anciano para que le contara una historia nueva.

El anciano le contará el relato del hada triste.

Érase una vez, un hada triste, vivía en el mundo de los hielos eternos, y no le gustaba, sabia que existieron lugares donde el sol brillaba cada día y donde las flores tenían todos los colores del arco iris.

Su corazón añoraba esas cosas, aunque no las había visto nunca.

Añoraba el calor y el color, añoraba sentir la yerba bajo sus pies descalzos y añoraba el vuelo brillante de las mariposas.

Se sentía tan infeliz que no podía pensar en otra cosa y ni siquiera salía a ver sus dominios.

Una noche en el que el hada aún no dormía, un resplandor especial aparece en el cielo. Al principio era solo una pequeña mancha luminosa, que creció y creció y bien pronto todo el espacio se llenó de colores, verdes,  violetas,  azules, amarillos y rojos se entremezclaban armoniosamente, y su luz arrancaba destellos del suelo helado como un espejo,  el hada  miró al cielo y vió estrellas fugaces y luceros ardiendo,  estelas de cometas y nubes transparentes.

Por primera vez en mucho tiempo, el hada se sintió feliz, y entendió que aquel era su lugar; que cada rincón del mundo contiene sorpresas maravillosas, y que le gustaba la aurora boreal y el cielo estrellado de su país de hielo.

Comprendió que muchas hadas jamás verán todo eso como ella no vería las flores, pero ya no le importaba. Ahora sabia que las estrellas fugaces son mariposas celestes y que los cometas se llevan muy lejos las añoranzas de las hadas tristes.
El anciano le explicó a Cecilia que podemos ser felices en el lugar del mundo donde nos ha tocado vivir si lo miramos con amor con ilusión y alegría

miércoles, 1 de agosto de 2012

Cuento de verano(El amor de un hada)





No hace mucho tiempo un hada llamada Anfimia fue destinada por Titania (la Reina de las Hadas) a cuidar el Jardín de un viejo hombrecillo que tenia de sobrino a un muchacho guapo, de negros cabellos y muy nostálgico. Su nombre era Damián, y salía todas las tardes con su libro bajo el brazo, hasta avanzadas horas en las noches. 

En unos de esos momentos el joven alzó la vista para observar los colores que le entregaba el ocaso y al mirar hacia el rosal viò a una bella joven que resplandecía extrañamente por una luz alrededor de su cuerpo, èsta trataba de ocultarse entre las ramas para no ser vista. 


- ¿Quién eres? – Preguntó el joven … 

Ella sorprendida de que la pudiera ver le contestó: 

- Mi nombre es Anfimia … 

- Y dime Anfimia ¿Qué estabas haciendo escondida en el jardín de mi tío? 

Anfimia no sabía que decir, no podía creer que un simple mortal como aquel pudiera tener tan singular belleza. 

- Soy un hada y he sido destinada a proteger el jardín de tu tío … 

Damián sonrió incrédulo, le parecía extraño que ella se escondiese entre los rosales, y con lo que ella le decía màs le costaba creer. De pronto en un giro que hizo la joven, vio unas luces que nacían de sus espaldas. Ella sonriente le dijo: 

- Ahora ves que no te miento. 

- ¿Me puedes leer la mente? -dijo el joven sorprendido 

- Tan solo percibirlo –le dijo sonriendo. 

Así pasaban todas las tardes riendo y conversando, caminando y jugando. Hasta que de pronto Anfimia fue llamada por Titania (la reina de las hadas), tenía algo muy serio que hablarle… 

“Elfos, Gnomos y Duendes te han visto compartiendo con un humano, sobrino del dueño del Jardín del cual te destiné a cuidar, pero hay otra cosa que me preocupa: ¿estás enamorada de este mortal?” 

Anfimia, consciente de que no podía mentir, le dijo: 

- Sí madre mía, es cierto, más cuando me di cuenta de mis sentimientos fue demasiado tarde, y ahora ya no los puedo cambiar. 

“Hija mía por más que yo te quiera, esto no lo puedo permitir, tú sabes que nosotras no nos podemos enamorar de algún mortal y si esto llegase a suceder el castigo ya está escrito…” 

Así Anfimia fue destinada a ser un rayo de luna que tan solo podía acariciar a su amor cuando éste salía llamándola: 

- Mi hermosa Anfimia, qué te ha pasado, solo me has dejado. Algo extraño me sucede, que durante el día todo está desolado, pero al llegar la noche con la luz de la luna te siento a mi lado. 

Y así buscándola entre los rosales de su tío y clavándose en el pecho cada una de las espinas de las rosas repetía su llamado. 

Titania viendo el sufrimiento de su hija Anfimia y el gran amor que este joven le tenía, solo pudo permitirles una cosa: 

Los enamorados sólo se podrían ver con el primer rayo de luna que alumbrase aquel mismo lugar donde por vez primera se inició el amor de estos dos jóvenes amantes. 

Y así cada noche se le ve a este amante en el mismo lugar del jardín, junto al rosal esperando el primer rayo de luna. Para poder llenar su corazón de amor con la primera mirada que ella a lo lejos le entrega.
Nosotros nada podemos más que velar por este amor a través de los años, 
hasta la eternidad …