Sin soltar a su diminuto cautivo, el granjero se encaminó hacia el lugar indicado, pero resultó que el arbusto estaba rodeado de otros cientos de arbustos idénticos. Como no tenía a mano ninguna herramienta para cavar, se quitó uno de sus calcetines rojos y lo ató a una rama para marcar el arbusto que el leprechaun le había señalado.
Cuando se dirigía a su casa en busca de una pala, el leprechaun le recordó al granjero que este ya no necesitaba sus servicios para nada y le pidió que le liberara. El granjero accedió, no sin antes hacerle prometer que no iría a quitar el calcetín ni a llevarse el oro. Buena idea… pero no resultó como esperaba. Cuando a los pocos minutos el granjero regresó al campo, ¡todos los arbustos estaban marcados con calcetines rojos idénticos!.
¿SABÍAS QUÉ?
Un leprechaun o lepracaun (Irlandés: leipreachán) es un tipo de duende masculino propio del folclore y la mitología irlandesa, junto a todas las criaturas feéricas, los Tuatha Dé Danann y las otras criaturas legendarias desde antes de la llegada de los celtas.
Se dice que los leprechauns que son muy ricos, ya que custodian calderos llenos de oro y tesoros. Según la leyenda, si alguien logra fijar la mirada sobre un leprechaun, este no puede escapar, pero en el momento en que se retira la mirada, desaparece.
La versión gallega del Leprechaun es el trasno, que se nombra en el tradicional conjuro de la queimada. En las regiones de Asturias, Cantabria y León en el norte de España, se le identifica con la figura del trasgo o trasgu.
Fuente: Wikipedia
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