Este hombre fue Gordio, un labrador que tenía por toda riqueza su carreta y sus bueyes. Cuando le eligieron rey, fundó una ciudad con su nombre (Gordias) y, en señal de agradecimiento, ofreció al templo de Zeus su carro, atando la lanza y el yugo con un nudo cuyos cabos se escondían en el interior. Según cuenta la leyenda, tan complicado era el nudo que nadie lo podía deshacer y, el que lo consiguiese, dominaría el mundo.
Cuando Alejandro Magno (356–323 a. C.) se dirigía a conquistar el Imperio persa tras cruzar el Helesponto, se apoderó de la ciudad de Frigia, donde se enfrentó al reto de desatar el nudo. Solucionó el problema cortándolo con su espada y dijo: «tanto monta cortar como desatar» (‘da lo mismo cortarlo que desatarlo’).
Esa noche hubo una tormenta de rayos que simbolizó, según Alejandro, que Zeus estaba de acuerdo con la solución y, según parece, estaba en lo cierto: Alejandro Magno formó un vasto imperio y se convirtió en el mayor de los iconos culturales de la Antigüedad, ensalzado como el más heroico de los grandes conquistadores.
¿SABÍAS QUÉ?
El término “nudo gordiano” ha permanecido en el lenguaje para dar nombre a una dificultad que no se puede resolver, a un obstáculo difícil de salvar o de difícil solución o desenlace, en especial cuando esta situación sólo admite soluciones creativas o propias del pensamiento lateral.
“Cortar el nudo gordiano” significa resolver tajantemente y sin contemplaciones un problema, es decir, que descubriendo la esencia del problema, podremos revelar todas sus implicaciones.
El lema personal de Fernando el Católico, “Tanto monta, monta tanto”, hace alusión a este nudo que «tanto monta cortar como desatar».
Fuente: Wikipedia
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