Al ser un hijo ilegítimo del emperador, casado con Isabel de Portugal, se encomendó su cuidado a Francisco Massy, violinista de la corte imperial, y a su mujer, Ana de Medina. Jeromín vivió con ellos en Leganés, sin saber su ascendencia real, hasta que a los 7 años fue adoptado por el mayordomo de la corte, Luis Méndez de Quiroga, y su mujer, Magdalena de Ulloa, quienes le criaron en el palacio de Villagarcía de Campos, en Valladolid.
Su existencia siguió oculta hasta que en 1554 el emperador Carlos V, poco antes de abdicar, escribió “estando yo en Alemania después que enbiudé (sic), hubo un hijo natural de una mujer soltera, el cual se llama Jerónimo”. Cuando el emperador se retiró al Monasterio de Yuste, en la comarca de La Vera, al norte de la provincia de Cáceres, ordenó a Don Luis de Quijada que se trasladara al pequeño pueblo de Cuacos de Yuste con Jeromín en calidad de “sobrino”. El emperador conoció allí a Jeromín y su presencia le sirvió de consuelo hasta sus últimos días del, un año y medio después de haber llegado a La Vera.
La presentación pública de Jeromín tuvo lugar en 1559, cuando ya el emperador había muerto. No fue hasta entonces que Jeromín conoció la verdadera identidad de su padre. El rey Felipe II, siguiendo las indicaciones de su padre Carlos V, reconoció al niño como miembro de la familia real, quien pasó a llamarse Don Juan de Austria.
Según la tradición popular, Felipe II llamó al infante y le preguntó: ¿Sabes quién es tu padre?. Tras un largo silencio el rey Felipe II le dijo: “Sois el hijo de un gran hombre, el emperador don Carlos, que ahora está en el cielo y es tu padre y el mío”.
Una vez en la corte y tras su mayoría de edad, Don Juan de Austria destacó como militar y diplomático. Puso fin a la Rebelión de las Alpujarras y su actuación fue decisiva para la victoria de la Liga Santa en la famosa batalla de Lepanto, donde los turcos otomanos fueron derrotados y se puso fin a su expansión por el Mediterráneo y a una posible invasión de Europa.
Sus contemporáneos, además de su valentía, admiraban su atractivo. Le atribuyen numerosas aventuras amorosas. Sin embargo antes de que su vida cambiara, en aquella época en la que conoció al emperador Carlos V, en el bello pueblo de Pasarón de la Vera, Jeromín frecuentó a Magdalena, su primer amor.
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