jueves, 28 de junio de 2012

Cuento de verano




Cecilia es una niña de doce años morena de lindos ojos negros  que al comenzar sus vacaciones  escolares  ha viajado a un pueblecito de Cantabria , una provincia del norte de España de grandes bosques  y praderas donde la gente del campo vive de la ganadería  y en la costa hay lindos pueblos de pescadores con grandes tradiciones.
Cecilia pasará sus vacaciones en un pueblo de alta montaña  junto a sus hermanos y sus padres.
El día de su llegada la llamó la atención especialmente un frondoso bosque de pinos que lo divide en dos partes un pequeño río lleno de truchas.
En Cantabria dicen las tradiciones que hay varios seres mitológicos ,  (Las anjanas son mujeres de hermoso rostro y atractiva figura. Sus cabellos son largos y finos, adornados con flores y lazos de seda. Se visten con delicadas y bellas túnicas de seda blanca. Llevan sandalias (aunque algunos dicen que van descalzas) y un báculo con extraordinarias propiedades mágicas con el que apacigua a las bestias del campo con solo tocarlas; con este báculo se dice que realiza sus magias y curaciones milagrosas.
El origen de las anjanas nadie lo conoce; aunque se rumorea que son mujeres santas que Dios manda al mundo para realizar buenas obras y tras cuatro siglos vuelven al cielo para ya no regresar. También se dice que son espíritus de los arboles que tienen encargado cuidar de los bosques.
Se suelen alimentar de miel, fresas, almibar y otros frutos que les proporciona el bosque. Viven en grutas secretas de las que se dice que tienen el suelo de oro y plata y en las que acumulan riqueza para la gente necesitada.
Pasan el día andando por las sendas del bosque, sentandose a descansar en las orillas de las fuentes y los arroyos parecen cobrar vida a su paso. Allí, en las fuentes, conversan con las aguas, que entonces manan más alegres y cristalinas. También ayudan a los viajeros perdidos, a los pastores, a los animales heridos y a los árboles que la tormenta, el viento o el ojáncano ha quebrado.
Durante las noches, en algunas ocasiones, se pasean por los pueblos dejando regalos en las puertas de las casa de aquellos que se lo han merecido por sus buenas obras. Se dice también que las anjanas se reúnen en el comienzo de la primavera en los altos pastos de los montes y danzan hasta el amanecer asidas de las manos en torno a un montón de rosas que más tarde esparcen por los caminos. Aquel que encuentre una de estas rosas de pétalos rojos, verdes y amarillos será féliz hasta la hora de su muerte.
Son hadas buenas de la montaña, son mieles y blanduras en su espíritu, reflejos de bondades, de misericordias, De mansedumbres, de virtudes, muy hermosas y cabales, son la parte buena del alma de la imaginación, de la fe, en estas hechiceras dulcísimas que alivian las penas, las zozobras, las inquietudes, las ansias, el hambre, la sed y el dolor.
Son un espíritu eternamente sosegado, de mes de Mayo, de noche de estío, de remanso transparente. Sensacines de lo divino. Sementeras y rocios inefables en sus manos pálidas, de sus ojos verdes y serenos que miran amorosamente.
El corazón de las anjanas es una rosa muy grande, con muchas gotas de miel en las hojas y un rocío que díce  que son las lágrimas de la madre Dana.
Antes del amanecer han aderezado su cabellera, con peines de coral y lazos de seda, despues se hincan y rezan una jaculatoria por todas las desgracias de los hombres. Andan lentamente por los senderos, se sientan a descansar a la orilla de los arroyos y los pajarillos les cantan canciones que solo ellas logran entender, conversan con las aguas...
La voz de la anjana dice  que es lo mismo que la voz de los angeles. Unas veces parece un ruiseñor (cuando están contentas y otras parece escarabajo al  pisar las  hojas en otoño
En el solsticio de primavera, a la media noche, se reunen en las brañas y danzan hasta el amanecer asidas de la mano, esparcen rosas y quien logre encontrar una de estas rosas que tiene pétalos encarnados, verdes, amarillos y azules, será feliz hasta la hora de su muerte.
No hay suplica sin merced, ni virtud sin regalo, ni lástima sin remedio, ni amargura sin alivio cuando la invocación es sincera y se hace al amanecer en el punto y hora en que la anjana deja asomar su báculo por entre las flores que rodean a la torca
Nos contó una moza de Carmona que se le apareció una anjana con el pelo suelto, largo y castaño, con picaya en la mano, con zapatos de piel parda, vestido ligero y parecido a la gasa blanca, Ojos verdes y con corona de flores en su delicada cabeza, bajita y bien parecida:

"Anjana de la compasión
aliviame el corazón
dame un poco de consuelo
del que dices baja del cielo
dame un poco de alegria
en las horas de este día
dame un poco de la miel
y haz de la pena estiel
Anjana de la buena suerte
mis penas son de muerte
dame tu la bendición
y aliviame el corazón."

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