viernes, 14 de septiembre de 2018

LA MUERTE Y EL VIEJO HERRERO



Hace mucho tiempo la muerte era visible. Vestía de blanco, tenía un solo ojo sobre la frente y era fría y silenciosa, con una voz lúgubre. Todos los días viajaba sin descanso por el mundo en busca de almas. Les decía: “He venido a buscarte. Debes ceder tu lugar a otra persona, tu vida sobre la tierra ha terminado ” antes de llevárselas y desaparecer.

Un día la muerte llamó a la casa de un viejo herrero para llevárselo consigo. Este le suplicó que le dejara vivir más tiempo para poder enseñar a su único hijo los secretos del fuego y el hierro. Pero la muerte no se apiadó de él. El herrero le rogó entonces que le dejara al menos terminar su último trabajo, una lanza que había prometido entregar ese mismo día, ya que procedía de una larga estirpe de herreros y no quería arruinar la reputación de su familia dejando un trabajo inacabado. La muerte comprendió estas razones y le dejó unos minutos más de vida como favor. Es entonces cuando el herrero cogió rápidamente la lanza, clavándosela a la muerte en su único ojo.

La muerte, enfurecida, fue a hablar con el dios supremo: “Ilustre maestro, mira lo que el viejo herrero me ha hecho. Mi trabajo se ha vuelto peligroso y me expone a quedarme ciega. Si no haces nada al respecto tendré que dimitir. Hay que encontrar una solución o darme los medios para cumplir con mi tarea”. Es entonces cuando el dios supremo decidió hacer a la muerte invisible.

No hay comentarios:

Publicar un comentario