Este sorprendente lugar está rodeado de historias y leyendas. La más conocida trata sobre la construcción de la Iglesia de la Transfiguración. El jefe de carpinteros, Néstor, realizó toda la construcción utilizando un sólo hacha de propiedades excepcionales, tanto que algunos creían que contenía algún embrujo. Para acallar los rumores (o quizá para poner fin al embrujo), al final de la obra Néstor lanzó la herramienta al lago Onega, en cuyo fondo descansa. Una inscripción en el hacha dice “no hay ni habrá otro igual que él”, sin revelar si se trata del propio hacha o del monumento.
Otra leyenda trata sobre la isla de Kizhi, donde una vez hubo una casa en la cual sus habitantes desafiaban todas las reglas de convivencia de la zona. Un día, la casa empezó a hundirse y los que allí vivían desaparecieron bajo la tierra, al igual que la casa, como castigo por sus actos. Sin embargo, poco antes de que esto sucediera, una aparición instó a dos niñas que allí vivían a salir para ponerse a salvo. La única condición era que no miraran atrás. Las niñas corrieron fuera de la casa pero su curiosidad fue más fuerte que ellas y no pudieron evitar girarse para ver el destino de su hogar y su familia. De inmediato se convirtieron en dos grandes abetos que aún hoy siguen creciendo en la isla.
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